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El mito del «Capitalismo»

«Los "marxistas" hodiernos son partidarios acérrimos del capitalismo de Estado de los oligárquicos gobiernos socialdemócratas»

Marx no descubrió el capitalismo al buscar una nueva versión política, más radical y definitiva de la revolución francesa: la revolución que acabase con todas las revoluciones. Su comunismo fue una respuesta elemental a las fuerzas productivas desatadas por la revolución industrial que alteraron la trayectoria de la historia política occidental. [1] Se refirió ciertamente muchas veces a los capitalistas, los poseedores de dinero y medios de producción y escribió El capital. Pero no utilizó la palabra  capitalismo como un término técnico. Es decir, no descubrió, describió ni inventó el Capitalismo. Además era antiestatista y el Capitalismo es siempre capitalismo de Estado, expresión utilizada por Wilhelm Liebknecht en 1896.

1.- El inventor del mito fue, sin pretenderlo, el sociólogo y economista marxista —abdicó luego del marxismo— y lassaliano Werner Sombart (1863-1941), historiador de vasta cultura y  amplias miras, discípulo de Schmoller e  influido por Dilthey, al interpretar la historia económica. Sombart, «guía en cuestiones económicas de las capas intelectuales más altas de Alemania» decía su adversario liberal Ludwig von Mises, la gran figura de la Escuela Austriaca de Economía fundada por Carl Menger, describió el capitalismo  como un individuo histórico, una especie de ser vivo, en un libro justamente famoso, cuyo primer volumen apareció en 1902. [2]

El prusiano Federico Engels (1820-1895), heredero de una gran fortuna, pero hondamente preocupado por la «cuestión social» suscitada por la revolución industrial, participaba en las ideas revolucionarias a favor de los trabajadores. Marx despertó su admiración, le sugirió que estudiase la economía y le ayudó económicamente: «Marx, decía Engels, era un genio, y los demás, a lo sumo, talentosos. Sin él, no sería hoy la teoría [económica], lo que es. Por eso lleva legítimamente su nombre». Engels, conocido y corresponsal de Sombart, murió antes  de que publicase su gran libro sobre la historia económica. Pero había proclamado hacía tiempo, que era el único que había entendido a Marx, cuyas ideas difundió él mismo en su libro Anti-Dühring, [3] una versión sencilla y abreviada de las ideas de Marx, más bien la versión de Engels de las teorías de Marx, según Sperber, y Sombart se convirtió para los marxistas en el heredero intelectual del pensador de Tréveris.

Sombart distinguía dos tendencias en Marx: una evolutiva, otra revolucionaria, imperceptible  empero  en sus obras más representativas. Lenin escogió la revolucionaria y, al triunfar en Rusia, hizo mundialmente famosos a Marx y Engels, a pesar de su interpretación «infantil» del marxismo en opinión de Rosa Luxemburgo

2.- Cristianos, liberales, conservadores, comunistas, socialistas discutían sobre la «cuestión social». La secuencia de la revolución industrial que, al empezar a elevar considerablemente el nivel de vida tradicional, atrajo el interés de los intelectuales sobre las causas de la pobreza, la manera de afrontarla, las  diferencias de clases, entre la vida urbana y la campesina, etc., hasta que las religiones, sectas, ideologías y opiniones encontraron el término adecuado para designar un personaje concreto, causante de todos los cambios y de todos los beneficios y todos los males: el Capitalismo como un sujeto con vida propia descrito por Sombart. Un concepto económico, malo desde entonces para las izquierdas y bueno para las derechas, que acabó introduciendo el economicismo en el pensamiento político.

Ahora bien, el Capitalismo no es un ente natural, no es autónomo, ni puede ser un individuo:  existe gracias al Estado y  es  siempre Capitalismo de Estado. «El capitalismo sólo triunfa cuando se identifica con el Estado; cuando es el Estado», reconocía el famoso historiador Fernand Braudel. El mismo Marx, lector de Balzac y otros escritores conservadores preocupados por la cuestión social, se había limitado a aplicar la dialéctica hegeliana del amo y el esclavo de la Fenomenología del espíritu, sustituyendo el amo por la bourgeoisie como el sujeto colectivo poseedor del capital que controla el Estado y el esclavo por el proletariado también como sujeto colectivo.

Dialéctica presente siempre en el marxismo. Engels la aplicó a la familia, pensando sin duda en la suya, caracteriza por sus serias desavenencias con su padre debido a sus ideas revolucionarias: [4] el varón es el amo y la mujer el esclavo. Constituía, pues, un grave obstáculo para la revolución. Paradójicamente, ya que Marx era antiestatista, el Estado se encargará de la educación de los hijos. Son ideas clave del feminismo radical que considera una agresión la educación de los niños por los padres y parientes y la Iglesia, maestros no «correctos».  

3.- Marx y Engels reconocían en el Manifiesto comunista,  que lo que se llamó luego el Capitalismo, la economía libre, había sido económicamente favorable a los trabajadores. Pero como Engels había dicho que Sombart era el único que había entendido El Capital de Marx, hizo fortuna la palabra Capitalismo en el sentido en que lo empleó en el libro citado, que  no llegó Engels (1820-1895) a conocer. Pues Lenin, siempre Lenin, vio camuflado en ella el Satanás que necesitaba su teología política, atea a lo ruso: el espíritu de lucro,  el empresario explotador, la plusvalía, la clave de la «teoría marxista» [5]. En fin, la miseria perpetua del proletariado.

El Capitalismo inseparable del Estado fomenta en los órdenes políticos, observa Benjamin Kaiser [6], un empresario independiente ajeno a la «academia», el consumismo hedonista del espíritu del bienestar, en el que, según los escépticos, la diferencia entre la derecha y la izquierda consiste en que la primera roba y la segunda saquea. El socialismo es siempre socialismo de Estado y su economicismo es por eso improductivo, pues la distribución «justa» de la riqueza implica negar el modo de producción que la hace posible, como ocurría escandalosamente en la URSS y sigue ocurriendo cuando la economía está demasiado intervenida o controlada por el poder político. Pero beneficia a los que mandan, a sus deudos y clientelas a costa de la mayoría del pueblo.

4.- Otto Hintze criticó la interpretación de Sombart del capitalismo como un individuo histórico en una recensión de 1929, en que demostró que el Capitalismo no es un individuo ni es independiente o autónomo [7]. Como decía Schumpeter, lector de Sombart, en el sistema marxista, sólo existe el capital cuando está en manos de una clase concreta. Pero estaba ya tan mitificado el término Capitalismo —y resultaba tan útil—, que la crítica de Hintze pasó desapercibida. Como dijo también Schumpeter, «el capitalismo [el mercado libre] se somete a juicio ante jueces que tienen la sentencia de muerte en el bolsillo». Casualmente, publicó también von Mises en el mismo año, su Crítica del intervencionismo centrada en el librillo de Sombart de 1896  Sozialismus und Soziale Bewegung im 19. Jahrhundert (El socialismo y el movimiento social en el siglo XIX), donde afirmaba que «el proletariado es inseparable de la idea del capitalismo» y Marx ha fundado «la ciencia del capitalismo». Mises, desconocedor seguramente de la recensión de Hintze, defendía el capitalismo utilizando acríticamente el término y contribuyó todavía más tarde a su aceptación y difusión con el libro La mentalidad anticapitalista publicado en 1956.[8]. El anticapitalismo es uno de los componentes de la ideología de la fantasía, que desprecia la realidad. Pero la realidad, lo que queda cuando se ha dejado de creer en ella, es vengativa.

Peter Sloterdijk piensa que hubiera sido más correcto llamar «creditismo» o «invencionismo» al capitalismo. [9]

5.- Es absurdo sostener, que la historia universal depende del equívoco de Sombart, el Capitalismo como un deus ex macchina desde la instauración de la Unión Soviética.  Juan Pablo II aclaró el significado del capitalismo en la Encíclica Centesimus Annus (1991): «Si se entiende por capitalismo un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo del comercio, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad sobre los medios de producción, así como de una creatividad humana libre en el sector económico, la respuesta, ciertamente será afirmativa, aunque fuera quizá más acertado hablar en vez de capitalismo, de economía comercial, economía de mercado, o simplemente economía libre. Ahora bien, si por capitalismo se entiende un sistema donde la libertad del sector económico no queda contenido por un marco jurídico firme que se coloque al servicio de la libertad humana en su totalidad y la conciba como un aspecto particular de esa libertad, el meollo de la cual es ético y religioso, entonces la respuesta será claramente negativa» (nº 42) [10].

No obstante, el teólogo católico Thomas Ruster, centra su interesante libro El dios falsificado. Una nueva teologia desde la ruptura entre cristianismo y religión [11], en la idea de que el dinero ha derrocado a Dios e influido por el breve texto de Walter Benjamin El capitalismo como religión (1921) [12] —que estudia en 4, pp.143ss— considera el capitalismo un individuo histórico. Cuya religión «ha llegado a ser más explícita que en la época de Benjamin, al tiempo que la posición monopolista de la religión cristiana pierde terreno inexorablemente». Ruster llega a hablar de «la estructura religiosa del capitalismo» ¿Habrán inspirado Benjamin o Ruster al papa Francisco al escribir en la encíclica Fratelli tutti  (4. X. 2020) «el mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente. (…) La fragilidad de los sistemas mundiales frente a la pandemia han evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado»? La Iglesia, ¿es socialista?

6.- Individuo histórico es el Estado. Un aparato técnico ontologizado superpuesto artificiosamente a la Nación, la verdadera forma histórica política de la Europa moderna, afirma Pierre Manent, [13] a cuya restauración y consolidación apuntan los Brexit y los populismos repolitizadores. 

Müller-Armack mostró, que el capital como acumulación de bienes ajenos mediante impuestos -el impuesto no es un concepto de Derecho— [14] y privilegios a favor del poder político, nació y se desarrolló con el Estado, a medida que crecían la burguesía y los propietarios, ciertamente bajo el amparo de la burocracia estatal frente a los decadentes poderes feudales [15]. Bajo el Estado, afirmaba Marx en Miseria de la filosofía,  se convierte todo en mercancía. Y, a la verdad, los impuestos sobre las mercancías y, lo que es más grave, sobre las personas guían actualmente la vida colectiva. Como decía Gómez Dávila, «en el Estado moderno las clases con intereses opuestos no son tanto la burguesía y el proletariado como la clase que paga impuestos y la clase que vive de ellos». Hoy las clases medias y la clase política y su burocracia.

Efectivamente, en Europa, e imitándola en casi todo el mundo, la clase que sostiene actualmente  el Capitalismo de Estado con los impuestos que paga,  es la clase media, que produce para sostener la burocracia y el elevado gasto público y cada vez menos para sí. Recaudar más impuestos de los absolutamente necesarios —por ejemplo, con el pretexto del cambio climático— es uno de los aspectos de la “gobernanza”. Una suerte de ”administración de las cosas” a la que reducía Saint Simon la política. De hecho, un robo legalizado, pues  robar es sustraer algo a su propietario. Con el efecto, de que la condición de la democracia es, decía ya Aristóteles, la existencia de una amplia clase media de propietarios. Pero los propietarios medianos y pequeños están desapareciendo. Dicho algo simplistamente, la clase alta tiene el respaldo de su fortuna, la baja el del Estado, la movilidad social tiende a reducirse debido a que el intervencionismo controla cualquier movimiento, y las clases medias presionadas por los impuestos están dejando de ser propietarias, limitándose acaso a poseer lo que es suyo mientras puedan. Es lógico, que natural ambición de ser propietario está siendo sustituida por el deseo de ser funcionario de los entes públicos o mantenido por ellos.

Los impuestos, incluida la inflación, el impuesto a los pobres, y el gran negocio del Fisco, «el bandolerismo fiscal» dice I. Ruíz-Jarabo refiriéndose a España, suelen ser la principal causa material de las revoluciones. La norteamericana contra el impuesto sobre el té y la francesa de 1789 son ejemplos clásicos [16]. Stefan Zweig observó en El mundo de ayer, que la inflación, el impuesto contra los pobres que destruye la civilización, fue decisiva para que se hiciera Hitler con el poder, etc. [17]

7.- Los sedicentes y anónimos tardomarxistas actuales apenas leen a Marx. Quizá porque él mismo dijo, refiriéndose a los socialistas franceses, moi, je ne suis pas marxiste, después de publicar el primer tomo de El capital [18]. O porque su pensamiento explícito e implícito es más crítico y actual en muchos aspectos que el fosilizado de sus admiradores y seguidores. Los «marxistas culturales» son más progresistas —es decir, opuestos a las tradiciones, a la historia y al cristianismo— que marxistas. El ateísmo y la aversión al cristianismo es lo que conservan dogmáticamente del marxismo-leninismo. Se limitan a denunciar el fantasmagórico capitalismo privado, no el estatal, del que viven o les gustaría vivir, a nacionalizar empresas que declaran de utilidad pública y les proporcionan buenas colocaciones y a alabar el colectivismo. Como decía el nacionalsocialista Goebbels «el socialismo consiste en sacrificar el individuo al todo«. «El marxismo cultural es un muchacho (Kind) , dice Kaiser, del nacionalsocialismo… Su madre fue el comunismo, su padre el fascismo». [19]

Los retroprogresistas marxistas culturales internacionalistas y cosmopolitas enemigos de las naciones se proclaman pacifistas y progresistas en el vacío; partidarios de los derechos humanos de quienes consideran sus amigos  y opuestos a los de quienes consideran sus adversarios. Multiculturalistas, antifascistas, tolerantes y pluralistas retóricamente, pues son publicitariamente correctos,  ya que se encuentran a gusto dentro del sistema establecido, aparentan defender a los oprimidos y excluidos, atacando el “capitalismo” del que viven y condenando el beneficio de los que crean riqueza, que, en todo caso, debe ser compartido con ellos.

Decía ya Gómez Dávila en otro de sus escolios: «Los marxistas definen económicamente a la burguesía para ocultarnos que pertenecen a ella». Hay bastante de cierto en que el socialismo es cosa de ricos —Donoso Cortés hablaba de aristócratas— y Kaiser dice gente que quiere medrar y enriquecerse a costa de los demás. Es el «capitalismo moralista» en boga, que se  promociona utilizando determinados personajes y consignas moralizantes. [20]

8.- Los «marxistas» hodiernos son partidarios acérrimos del capitalismo de Estado de los oligárquicos gobiernos socialdemócratas, que, para Marx, quien rechazaba tanto la voluntad general de Rousseau como la voluntad efectiva de Hegel, serían gobiernos de “clase”. Su pensamiento sigue siendo interesante, como dice Reheis, para entender la situación socioeconómica actual. Consecuencia de la crisis de 2008, que ha propagado el escepticismo sobre el sistema político-económico.

Se recuperó el pseudokeynesismo, se pusieron de moda Paul Krugman, el premio Nobel Joseph Stiglitz,[21] Thomas Piketty y  otros colectivistas y apenas ha llegado al gran público -los electores-, que se trata de la crisis del capitalismo del despilfarrador Estado del Bienestar Socialdemócrata, que grava absurdamente con impuestos a todo el mundo —con frecuencia con costes ocultos para los trabajadores— para ayudar a todo el mundo con lo que quede después de ayudarse a sí mismo. Estado devenido Terapeuta y finalmente Minotauro, que está empezando a derrumbarse. Pues la existencia del Capitalismo de Estado, depende, entre otras cosas, de que mantenga a mucha gente sin trabajar, al mismo tiempo que margina o elimina, por ejemplo, al empresario creador y al propietario que, aunque no innove, sostiene la producción. Como Estado Financiero, degenera además inevitablemente, en lo que llaman los norteamericanos crony Capitalism, el capitalismo de amiguetes que restringe y debilita  la sociedad civil. Que sean ricos el Estado y los amigos del gobierno no indica nada sobre el bienestar del resto.

9.- Mit der Dummheit kämpfen Götter selbst vergebens, “los mismos dioses luchan en vano contra  la estupidez” decía Friedrich Schiller (1759-1805). Pero el capitalismo satánico, la economía libre o de mercado, es responsable de que se haya reducido la pobreza que ha lastrado a la inmensa mayoría de la humanidad desde hace medio millón de años. De que una mayoría de seres humanos disponga de ingresos para alimentarse, vestirse, disponer de viviendas cómodas con agua corriente y caliente, electrodomésticos y de que tengan excedentes para el ocio, la cultura, los viajes de placer, aunque siga habiendo una minoría de privilegiados. Ludwig von Mises: «La vida del hombre primitivo era una lucha incesante contra la escasez de los medios de subsistencia brindados por la naturaleza. Sumidos en ese desesperado afán por sobrevivir, sucumbieron muchas personas, familias, tribus y razas enteras. El fantasma del hambre persiguió inexorablemente a nuestros antepasados. La civilización nos ha librado de tal zozobra. Acechan a la vida del hombre peligros innumerables; hay fuerzas naturales incontrolables o, al menos por ahora, ingobernables, que pueden aniquilar de repente la vida humana. Pero la angustia de la muerte por inanición ya no conturba a quienes viven bajo un régimen capitalista. Todo aquel que puede trabajar gana mucho más de lo que exige la mera subsistencia». [22]. Que hay injusticias, es innegable. Las habrá siempre. El fin del Derecho —hoy devaluado por la Legislación estatal— consiste precisamente   en corregirlas manteniendo el equilibrio correcto entre la libertad y la seguridad necesaria.

10.- En fin, de acuerdo con la crítica de Hintze, es cierto que el  desarrollo del capitalismo moderno a partir de la vida económica feudal-artesanal de la Edad Media resulta algo especial en comparación con otras formas autóctonas de la economía de los pueblos del ámbito cultural no europeo. Pero eso no significa que sea un individuo histórico. El mismo Sombart, escribe Hintze,  «no expone “el capitalismo”, como una forma general de la economía, sino el «capitalismo moderno» tal como se ha desarrollado en y con el moderno mundo histórico de Occidente». Ciertamente, como “un fenómeno total individual”. Mas sin valorar, señalaba Hintze, los factores políticos, concretamente el hecho del Estado que adquiere con los impuestos una masa de capital —generalmente el mayor de la Nación— cuyo empleo condiciona, o distorsiona, toda la vida económica espontánea o normal. Empezando porque tiende a racionalizar los elementos del proceso económico de acuerdo con los fines e intereses de la ratio status, independiente prácticamente de los cambios y  revoluciones políticas.

Actualmente hay grandes capitalistas o empresas cuya capacidad financiera es superior a la de muchos Estados y puede distorsionar gravemente la vida política. Es el caso, por ejemplo, de George Soros. Visitante, por cierto, del dr. Sánchez Castejón a los pocos días de hacerse cargo de la presidencia del gobierno. Es de suponer, que no hablarían sólo del tiempo o de baloncesto. Un misterio, como el de Marruecos, en los que abunda la interminable transición a la Monarquía que comenzó con el asesinato del almirante Carrero Blanco. El dr. Sánchez, que, testimonia Antonio Naranjo, “no le dice la verdad ni al médico”, se siente ahora víctima del capitalismo satánico representado por  la derecha, singularmente lo que se ha convenido en llamar extrema derecha porque vivaquea extramuros del consenso político socialdemócrata reinante. Hasta el cristianismo es fascista.

El pensador conservador estadounidense Russell Kirk destacaba el poder cultural de la imaginación: los creadores de mitos mueven a los pueblos. Y el poderoso mito del Capitalismo creado por Lenin explica todo: el patriarcado, el cambio climático, el nudismo como un acto anticapitalista moralizador al ser igualitario, etc. [23]. Incluso la existencia del mal. Extirpado el Capitalismo advendría el Imperio del Bien.[24]


[1] Vid. la biografía, hasta ahora definitiva, de Jonathan Sperber, Karl Marx. A Nineteenth-Century Life. Nueva York, Liveright Publishing Corporation 2013l.

[2] Der moderne Kapitalismus. Historich-systematischen Darstellung des gesamteuropäischen Wirtschaftslebens von seinen Anfängen bis zur Gegenwart. 6 vols (1902-1916). Trad. española en 3 vols.: El apogeo del capitalismo. México, Fondo de Cultura 1946. De Sombart, muy influyente en los economistas y sociólogos hispanos, están traducidas: Sociología y movimiento social (1896). Santiago de Chile, Ercilla, 1935. ¿Por qué no hay Socialismo en los Estados Unidos? (1906). Madrid, Capitán Swing 2009. El burgués: contribución a la historia espiritual del hombre económico (1913). Madrid, Alianza, 1993 Lujo y capitalismo (1921). Madrid, Revista de Occidente 1928 (reed. Sequitur 2018). Guerra y capitalismo. Madrid Editorial Summa Galo Sáez 1943. Refutación del Marxismo (1926).  (1956). Noosociología. Madrid, Instituto  de Estudios Políticos 1962.   Los judíos y la vida económica. Madrid,Universidad Complutense 2008.

[3] Anti-Dühring. La revolución de la ciencia por el señor Eugen Dühring. Independently published 2020. Dühring creía en la bondad natural del hombre y, mezclando el materialismo de Fuerbach y el positivismo de Comte, proponía reformar, no sustituir, el capitalismo mediante un socialismo individualista.

[4] En 1845 publicó La situación de la clase obrera en Inglaterra denunciando que  «en comparación con la antigua esclavitud abierta, la única diferencia es que el trabajador de hoy parece libre porque no es vendido de una vez por todas, sino poco a poco, por día, semana, año, y porque ningún dueño lo vende a otro, sino que se ve obligado a venderse a sí mismo».

[5] Juan Ramón Rallo: «La famosa plusvalía de Marx, que mide supuestamente la explotación del capitalista al trabajador, no es más que el interés. Y el interés no implica explotación alguna. Toda la teoría marxista sobre la explotación capitalista se desploma justo en este punto».

[6] Kulturmarxismus. Eine Idee vergiftet die Welt. Overried,  Seuse Verlag 2018.

[7] «Der moderne Kapitalismus als Historisches Individuum. Ein kritischer Bericht über Sombarts Werk». Historische Zeitschrift. 1929. Tomo 139, 3. Editado con itros artículo de Hintze por G. Oestreich en O. Hintze, Feudalismus-Kapitalismus. Gotinga, Vandenhoeck & Ruprecht 1970. (Trad.  Feudalismo-Capitalismo. Barcelona/Caracas, Alfa 1987). 

[8] Ambos libros en Madrid, Unión Editorial 2001 y 2011 respectivamente. Vid. L. von Mises, Crítica del intervencionismo. [El mito de la tercera vía] (1929). Madrid, Unión Editorial 2001. La “tercera vía” alude a su admirador y amigo Wilhelm Röpke, a quien no le parecía apropiado el concepto capitalismo aunque lo admitía por ser de uso corriente.

[9] ¿Qué sucedió en el siglo XX? Madrid, Siruela 2018. P. 15.

[10] Sobre el mercado, A.Benegas Lynch, “¿Qué diablos significa el mercado?”. PanamPost.com (26. XII. 2020).

[11] Salamanca, Sígueme 2011.

[12] Sobre W. Benjamin, M. Lilla, Pensadores temerarios. Los intelectuales en la política. Barcelona, Debate 2004. 3

[13] Cours familier de philosophie politique. París, Fayard, 2001. IV.

[14] Los impuestos no son naturales. Vid. por ejemplo, F. Chodorov, Los impuestos son un robo. Madrid, Unión Editorial 20121. Sólo son legítimos, si los políticos representan realmente  a los obligados a pagarlos. Lo que no ocurre en el Estado de Partidos, en el que, además, la Legislación ha sustituido al Derecho. El fraude fiscal es un pecado contra el Estado. Pero los teólogos católicos, salvo excepciones de los seducidos por la justicia social, jamás sostuvieron que sea el impuesto una cuestión de conciencia, hasta que se contagiaron del estatismo socialista. Vid. S. Cecotti, «El deber fiscal según la doctrina católica». Verbo. Nº 507-508 (ag.-sept.-oct. 2012).

[15] Vid. Genealogía de los estilos económicos. México Fondo de Cultura 1967.

[16] J. Navarrete, “Los movimientos antifiscales como motor de la historia”. Panampost:.com (9. XI. 2022).

[17] Reducir el valor adquisitivo del dinero, es otra forma de  robar y  debiera considerarse  un delito. Sobre la inflación, H. Hazlitt, Lo que debemos saber sobre la inflación. Madrid, Unión Editorial 2021. El mejor antídoto contra la inflación no es obviamente fabricar más dinero, sino aumentar la productividad para producir más y ofertar más.

[18] Aunque no distingue explícitamente entre Marx y marxismo, vid. todavía A. Piettre, Marx y el marxismo. Madrid, Rialp, 3ª ed. 1974. Marx quería despersonalizar su pensamiento y prefería hablar de «socialismo científico», es decir, sometido a discusión.

[19] Op. cit. P. 24

[20] K. Mariani, “Dylan Mulvaney o la crueldad del ´capitalismo moralista`”. La Gaceta de la Iberosfera.com (16. IV. 2023).

[21] J. Esteban, “Joseph Stiglitz, el premio Nobel de economía que alaba a Sánchez, Chávez y Kirchner”. libertaddigital.com (24. VI. 2023).

[22] Vid. México Libertario: Somos Pobres Por Naturaleza pero el Capitalismo lo ha Cambiado (mexicoliberal.blogspot.com).

[23] M. Cassan, Vivre nu. París, Grasset 2023.

[24] Ph. Muray, El imperio del bien (1991). Granada, Nuevo Inicio 2012.

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