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Francesco Giubilei: «Un gobierno con legitimidad popular es siempre una buena noticia»

Giubilei Rusia China

La victoria de la coalición de derechas en las elecciones italianas del pasado 25 de septiembre ha encendido todas las alarmas en la élite mediática europea y española. A los periódicos y televisiones incluso se les ha quedado corta la ya manida etiqueta de «extrema derecha» y no han dudado en calificar a la primera ministra in pectore, Giorgia Meloni, de «fascista». Pero, ¿realmente ha llegado el Coco a la tercera economía de la UE? Analizamos las perspectivas del futuro gobierno con Francesco Giubilei, presidente de la Fundación Giuseppe Tatarella y fundador del movimiento Nazione Futura.

¿Qué papel cree que jugará cada uno de los tres partidos —Fratelli d’Italia, Forza Italia y la Lega— en el futuro gobierno? ¿En qué puntos pueden chocar más?

La coalición de centroderecha está formada por tres almas, una liberal (Forza Italia), otra identitaria (la Liga) y otra conservadora (Fratelli d’Italia); esta diversidad puede ser una oportunidad si se concibe de forma correcta, porque permite hablar a diferentes zonas y sensibilidades del país, pero se convierte en un problema si genera argumentos que deben evitarse absolutamente. Los italianos premiaron en las urnas a la coalición de centroderecha y ahora es necesario crear un gobierno fuerte, creíble y unido.

¿Meloni y Salvini son eurófobos o solo euroescépticos? ¿Cambiará con este nuevo gobierno el rol de Italia dentro de la UE?

Sin duda, no son eurófobos sino parcialmente euroescépticos. Me explico: hay que distinguir entre el concepto de Europa, que representa una entidad histórica y cultural, y el de la Unión Europea, que es en cambio una estructura política y como tal puede (y debe) ser criticada cuando adopta posiciones o decisiones erróneas o contrarias al interés nacional de cada país, y en nuestro caso de Italia. Italia es un país fundador de la UE, es la tercera nación en términos de población y la tercera economía. Es necesario que haga valer más su peso dentro de las instituciones de la UE, tanto en cuestiones económicas como de política exterior y de identidad. Esto es lo que quieren Meloni y Salvini.

¿Cree que estas elecciones han supuesto un abandono de la tecnocracia que representaba Mario Draghi por una política más ideológica? ¿Es esto peligroso en los turbulentos tiempos económicos que se avecinan?

Un gobierno con legitimidad popular es siempre una buena noticia para la democracia. No es un peligro en un momento complicado como el que estamos viviendo si está formado por un equipo de gobierno bien preparado, unido y sensato. La distinción está en las personas que uno elige para componer el gobierno. Si el centroderecha es capaz de encontrar un grupo de ministros de profundidad (como espero), será más fácil gobernar. Sin embargo, el momento es complejo y, entre los altos precios de la energía, la inflación, la guerra en Ucrania y la relación con la UE, las partidas que esperan al nuevo ejecutivo son difíciles.

La política italiana es conocida por su proverbial inestabilidad. ¿Cree que esta coalición tendrá continuidad?

Espero que sí. La inestabilidad se produce muy a menudo por el hecho de que se han formado mayorías que no fueron votadas en las elecciones y por partidos que pertenecen a diferentes coaliciones, en este caso tenemos una coalición que, tal y como apareció en las urnas, entrará en el gobierno. Derribar un gobierno de centroderecha significaría que uno de los tres partidos tendría que asumir la responsabilidad ante sus votantes, lo que no interesa a nadie, por lo que lo más probable es que en el futuro el gobierno pueda caer por influencias externas, pero esperemos que esto no ocurra.

La elección de Ignazio La Russa como presidente del Senado ha causado polémica por sus supuestas filias fascistas. ¿Qué le parece esta decisión?

Tanto la elección de Ignazio La Russa como presidente del Senado como la de Lorenzo Fontana como presidente de la Cámara de Diputados han desencadenado una ola de odio hacia ellos con amenazas de muerte, ataques incluso a sus esposas y familiares, e insultos. En años pasados hemos tenido tres presidentes de la Cámara de Diputados que venían de la izquierda radical, Fausto Bertinotti era de la Refundación Comunista, Laura Boldrini siempre ha tenido posiciones extremas y divisorias en muchos temas, Roberto Fico del Movimiento Cinco Estrellas era un activista de los centros sociales de Nápoles y nadie dijo nada. Ahora que han sido elegidas dos figuras de la derecha, abran los ojos, pero es correcto que el centroderecha haya elegido dos figuras de la zona para estos puestos.

Aunque retóricamente es muy contraria al aborto y al llamado lobby LGTB, Meloni no tiene previsto tocar la ley del aborto ni las uniones homosexuales. ¿Qué políticas concretas acompañarán a los discursos?

No creo que el gobierno de centroderecha intervenga en cuestiones éticas o de derechos, el principal tema de discusión será la economía también a la luz del complejo momento que vive Europa. Así que cuando la gente dice que el nuevo ejecutivo cambiará las leyes actuales sobre derechos civiles, están diciendo algo que no va a suceder. Sin embargo, es necesario llevar a cabo políticas de apoyo a la familia y a la natalidad, ayudando a las parejas jóvenes a formar una familia y tener hijos. Es una prioridad para el futuro de Italia.

En cuanto a la inmigración ilegal, ¿qué medidas tomará este gobierno para limitarla?

Es necesario un cambio en las políticas migratorias, especialmente en la zona del Mediterráneo. En los últimos años, el número de llegadas ilegales no ha dejado de aumentar. Hay que frenar la inmigración ilegal aguas arriba (es decir, en África) impidiendo que los inmigrantes acaben en manos de barqueros sin escrúpulos. Restablecer una política migratoria legal y regulada significa no sólo defender las fronteras italianas y europeas, sino también garantizar a quienes llegan a nuestro país unas condiciones de vida humanas y legales, sin que acaben (como ocurre a menudo) en manos del crimen organizado.

La derecha italiana actual poco tiene que ver con la Democracia Cristiana que dominó el panorama político en la segunda mitad del siglo XX. ¿Cómo describiría esta evolución del conservadurismo italiano?

Es un conservadurismo que está tan atento a las necesidades de las clases sociales más débiles como a las de las clases productivas y, por tanto, capaz de interceptar a un electorado interclasista. Al mismo tiempo, subraya la necesidad de defender el interés nacional tanto en política exterior como en las relaciones con la Unión Europea. Es un conservadurismo que aprecia el concepto de identidad, la defensa de la familia, las raíces cristianas, abierto al futuro y a la innovación pero sin olvidar nuestras tradiciones.

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