La gente cree saberlo todo sobre la segunda república, para bien o mal, y es probable que unos cuantos ni siquiera se hayan parado a pensar que la tan denostada por unos y añorada por otros, segunda república se llame así porque hubo una primera. Por fortuna, Javier Santamarta del Pozo, después de su éxito “Fakenews del Imperio Español”, se ha propuesto seguir desasnando al personal con su nuevo libro “Eso NO ESTABA en mi LIBRO de HISTORIA de la PRIMERA REPÚBLICA”, en el que el lector, además de saber qué lio fue aquel de los cantones, podrá obtener muchas claves para entender el siglo XX y, si me apuran, del XXI. Y no, el XIX español no fue una anomalía, en Europa tampoco andaban muy estables.
Cuando lea “Eso NO ESTABA en mi LIBRO de HISTORIA de la PRIMERA REPÚBLICA” comprenderá a la perfección a don Estanislao Figueras cuando dijo aquello, si es que lo dijo, «Señores, voy a serles franco: ¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!».
¿Qué tiene su libro que no nos enseñaron en el colegio?
¡Todo! Porque desgraciadamente sobre el siglo XIX se pasa de puntillas, y muchas veces de manera tan superficial (y mi libro no pretende ni es denso para nada), que al final tan sólo nos acordamos de una serie de datos… ¡y para colmo contados de manera incorrecta! Por no hablar de tantos protagonistas que pueblan el callejero de nuestras calles, y sobre los que no conocemos absolutamente nada.
La II República tiene muchos padres, sin embargo, la I República parece huérfana. ¿Por qué nadie la reclama?
Seguramente sea por el paso del tiempo. Ahora mismo ha sido la efemérides del 150 aniversario de su proclamación y apenas ha salido en los medios. Aunque es cierto que la historia en España no es noticia, no parece que tenga demasiado interés para ellos y ha pasado sin pena ni gloria.
Es verdad, por desgracia en España no tenemos mucho interés por nuestra historia…
Pues no parece. Hace unos días hemos visto cómo tras el fallecimiento de Gil Robles, el que fuera presidente del Parlamente Europeo, un medio ha dicho que fue ministro de Franco en 1935 y otro que había sido líder de la CEDA. Ya no es que miren mal la Wikipedia, es que no saben sumar o restar. Y con la l República pasa que sucedió hace mucho tiempo, fue un período muy breve y, además, no se le puede echar la culpa a Franco.
Bueno, teniendo en cuenta cómo discurrió la I República casi hay que agradecer que fuera breve.
Bueno sí, fue un desastre, pero esto no sólo pasó en España, sino en toda Europa. En Francia durante el siglo XIX hubo dos imperios, dos restauraciones con dos dinastías diferentes y varias repúblicas, guerras y revoluciones. El siglo XIX fue un siglo convulso en toda Europa, no sólo en España. Aquí se buscaba un ideal de país y se intentó a través de la monarquía parlamentaria con Amadeo de Saboya, que también duró un suspiro, o a través de distintos de tipos de república, como la federal o la unitaria.
Precisamente, la I República nace sin saber qué tipo de república quiere ser, si unitaria o federal, ¿esta indefinición es lo que le hace estar abocada al fracaso?
Es que en España el republicanismo tiene un enorme problema y es que no sabe qué quiere ser.
¿Todavía nos pasa?
Sí, por supuesto. Si se hiciera una pregunta a las personas que tanto dicen que quieren una república porque no han votado al rey y les dijéramos: ¿qué república quiere usted, presidencial, federal, presidencialista, semipresidencialista…? ¿Como Suiza, como Estados Unidos, como Francia, como Alemania, como Italia…? Todas ellas son repúblicas y no tienen nada que ver entre sí. Por ejemplo, al presidente de las repúblicas alemana o italiana ni siquiera se les elige de manera directa por parte del pueblo. ¿Cuál quieren? No sabrían qué contestar.
Por aquello de contextualizar, ¿la I República es fruto del hartazgo de Fernando VII y la deshonra de Isabel II?
Algo hay. Tras la muerte de Fernando VII se produce la primera Guerra Carlista, el reinado de Isabel II fue largo y muy complicado, caracterizado por el caciquismo y el clientelismo político. La propia reina no se da ni cuenta de lo que está pasando y está veraneando cuando estalla la revolución llamada La Gloriosa, con la que no se trata tanto de acabar con la monarquía, sino de acabar con la dinastía borbónica. De hecho, se busca una nueva dinastía para España y así aterriza aquí Amadeo de Saboya, que tuvo muy poca suerte desde el principio.
El libro tiene un capítulo de pequeñas de biografías de los principales protagonistas de la época. Centrándonos en los presidentes de la república, ¿cómo definiría a cada uno?
Figueras quería quedar como un hombre bueno. Quiso ser un hombre de pacto, llegar a acuerdos.
¿Figueras sería llamado actualmente el hombre del consenso?
Sí, totalmente, por eso ya quiso dimitir desde el primer momento porque no había ambiente para ello. Era un buen orador e inteligente. Pi y Margall es el más radical. Tenía unas ideas muy revolucionarias, federalista absoluto. A Salmerón lo califica el conde de Romanones como «un Pilatos» por ser un poco dado a lavarse las manos… ¡y no por un tema de higiene!
Salmerón parece un hombre de fuertes convicciones morales al dejar el poder por su negativa a firmar sentencias de muerte.
Sí, pero fue el que mandó a Martínez Campos y a Pavía a enfrentarse con los cantones y, claro, en la guerra hay que matar. Había una incoherencia enorme en su propio discurso. Castelar es un hombre de Estado al que no le tiembla el pulso: si tiene que firmar una pena de muerte, la firma. Aparentemente era el hombre que la república necesitaba. Y, sorprendentemente, los presidentes anteriores van a ir contra él. Castelar es sin duda un animal político. Luego aparecerán Sagasta y, al final de la república, Cánovas, que acabarán siendo los protagonistas de la Restauración monárquica.
¿Y Serrano, el general bonito como le llamaba Isabel II?
Serrano es, sobre todo, fiel a sí mismo. Un hombre que puede pasar de ser el amante de la reina a ser el regente del reino, y llegar a ser años después el presidente del poder ejecutivo de una dictadura republicana. Sólo le faltó ser rey… ¡y casi casi!
Una curiosidad, principios morales aparte, ¿era eficaz gobernando?
Yo creo que no, era más bien hábil para mantenerse en el poder.
El problema cantonal es lo que más recuerda todo el mundo de la I República y con lógica, menuda se lio.
Al elegir el sistema federal, se quiso llevar a cabo por el sistema que propugnaba Pi y Margall de abajo arriba, de lo pequeño a lo grande. Pero pronto empiezan a darse conflictos entre pueblos como Utrera con Sevilla, Granada y Jaén se declaran la guerra… Motril emite moneda propia, en Dos Hermanas se anula el Concilio de Trento… es que suena a risa. Y luego ya hay problemas mayores como el del Cantón Murciano contra Alicante, que desencadena una guerra «contra una nación extranjera».
A propósito de esto, y a nada que se observe la España de hoy, comenta en el libro que no hay dos Españas, que hay tantas Españas como españoles existen.
En España ahora hay al menos 47 millones de Españas. Somos muy de nuestro pueblo, muy de nuestro terruño. El mejor spot que haya podido hacer nunca Ikea es el de “Bienvenido a la república independiente de mi casa”.
También hace alusión a una frase de Carmen Calvo en la que decía que en España somos todos anarquistas.
Es que cuando le preguntaron que si somos más republicanos o monárquicos respondió que lo que somos es anarquistas. Y algo de eso creo que hay. Para darnos una idea, cito una escena de la película «¿Dónde vas, Alfonso XII?», parece ser que basada en un hecho real, de la entrada del Rey en Madrid, donde hay un tipo gritando vivas al rey y un propio le dice que se va a quedar afónico, a lo que el fulano le responde: «¡más grité cuando echamos a la madre!». Lo que está claro es que hubo un acuerdo en que no volviera la madre cuando se produjo la restauración, pero con el hijo no había problema. España es muy compleja.
Por cierto, a Alfonso XII lo podrían haber llamado también El Preparao.
¡Desde luego! Había estado y estudiado en las mejores escuelas de Europa. En ese momento no había otro monarca con una preparación parecida.
Volviendo a los cantones, el cantón de Cartagena de puro federalista, mató a la república federalista.
El Cantón Murciano, que es como se debe llamar, llega a decir que el gobierno de Madrid es traidor a la república, y acabaría proclamando Cartagena capital de España. Aprovechó que la Armada estaba en Cartagena atracada para hacerla suya. Al menos unos cuantos buques. La cuestión es que cada cantón acabó haciendo lo que le daba la gana, de ahí la expresión: esto es un viva Cartagena.
Los mitos del siglo XIX con los caballos dan para mucho. ¿Qué pasó con Pavía? ¿Entró con su caballo en el Congreso? Por cierto, es un capítulo interesantísimo de leer.
No entraron ni él ni su caballo. Él estaba siendo informado de todo lo que pasaba en el Congreso desde Capitanía General y mandó a un coronel de la Guardia Civil con las instrucciones para la disolución de las Cortes. Ahí comienza la segunda parte de la república presidida por el general Serrano.
Después de leer el libro y reflexionar sobre los tiempos actuales, es inevitable ver ciertas similitudes; si no hay un cambio total de rumbo en la política española, ¿hacia dónde vamos?
El rumbo que llevamos, si no se modifica, es el de acabar con el denominado Régimen del 78, con la última restauración monárquica, y volver a un régimen republicano de tipo ejecutivo y federal, pero malentendiendo el federalismo. Sería una república federal en las que una serie de naciones –las que se definen como tales en sus estatutos de autonomía— se federan con lo que queda de España, lo cual es absurdo, porque eso no es federalismo ni es España.
Entonces, ¿no hemos aprendido de nuestra historia?
Me temo que no. Los partidos políticos desconocen aquel dicho de Cicerón sobre que la Historia es maestra de la vida. Y no han aprendido nada de lo que ha sido precisamente la de España, y en lo que pueden acabar estas decisiones que van contra del ser de la nación española.