Mercedes Temboury: «Me encantaría poder hacer una serie de televisión donde los detectives fueran inquisidores»

La historiadora ha publicado «La Inquisición desconocida. El Imperio español y el Santo Oficio» (Arzalia), trabajo basado en su tesis doctoral, codirigida por Roca Barea

Prevalecen aún hoy los arquetipos y mitos que sostienen la permanente imagen negra de la Inquisición española. Mercedes Temboury Redondo ha logrado, sustentada por una excelente documentación y una laboriosa investigación desmontar algunos de estos falsos estereotipos. En su libro descubrimos que el Santo Oficio actuó no sólo por motivos religiosos, sino en el marco de contextos políticos. Una mezcla de agencia de espionaje y fuerza de orden público que acabó convirtiéndose en un brazo político de la Monarquía Hispánica ante las convulsiones que amenazaban las fronteras del Imperio español.

Enhorabuena por lograr esa forma tan cercana y divulgativa de redactar para transmitir desde una tesis doctoral una bibliografía inabarcable. Cuando le preguntaban a Juan Benet en quién pensaba cuando escribía decía, «en mí», ¿y usted?

Muchas gracias por el cumplido y es muy buena la respuesta de Juan Benet. Yo pensaba en mi sobrino Juan, apasionado de la Historia y que quiere estudiar algo relacionado con ella. En mis hermanos Pedro, Miguel y Constanza. Y en tantos españoles que tienen una idea profundamente deformada de su historia. Por decir algo, en Pérez Reverte, que cree que nos equivocamos en Trento. En cuanto a la forma, creo que nunca se acaba de reescribir, pulir y simplificar. La claridad y la amenidad en la divulgación son esenciales. Eso hay que reconocer que lo hacen muy bien los ingleses.

Una de las aportaciones más importantes de su libro es que la Inquisición acabó convirtiéndose en un brazo político de la Monarquía Hispánica

La Inquisición fue un Tribunal de doble jurisdicción real y pontificia y con una presencia territorial muy importante en todos los reinos y virreinatos de la Monarquía Hispánica, ya que hubo, además de los 14 tribunales peninsulares, dos en las islas, uno en Sicilia, otro en Cerdeña y tres en América. Pero también hubo comisarías en las Molucas o en Tucumán. Tenía un Consejo de la Suprema en la Corte que permitía consolidar y usar la información que procedía de una red tan amplia. La lucha contra la herejía contra los católicos, que en realidad eran judaizantes o musulmanes o luteranos, se convirtió en muchos casos en una forma de estar presentes en la guerra económica y financiera contra Holanda, en la guerra en el Mediterráneo contra el imperio otomano o en la guerra en el Atlántico contra Inglaterra y Holanda.

Igual ahora se va a ofender alguien porque señala usted a Isabel y Fernando, a la mínima cualquiera se rasga las vestiduras…

Los Reyes Católicos, antes de la Conquista de Granada, se enfrentaron a un recrudecimiento de la persecución espontánea a los conversos de origen judío en 1478. Es muy probable que tuvieran en mente las terribles persecuciones de judíos que se habían producido en 1391 y quisieran, mediante un tribunal investigador, poner coto a las denuncias y a las persecuciones.

¿Qué delitos perseguía la Inquisición? ¿El más grave era la herejía?

Se suelen clasificar los delitos que juzgaba entre herejías mayores: judaísmo, islamismo y luteranismo ocultos y herejías menores: blasfemias, bigamia, proposiciones heréticas, solicitación (el delito de los clérigos que aprovechaban la confesión para insinuarse a sus parroquianas) y superstición y hechicería. Sólo juzgaba a católicos bautizados. En el castigo las penas más graves fueron contra la herejía combinada con delitos de la jurisdicción civil, que es lo que demuestro en el libro. De las 1.700 condenas a muerte, entre 1540 a 1700, en un tercio de los casos los reos tenían otros delitos de la justicia ordinaria: alzamiento, asesinato, traición, falsificación de moneda, burla de embargos comerciales, contrabando, bandolerismo, piratería. Mención aparte merecen los llamados delitos sexuales de sodomía y bestialismo. Sólo en la Secretaría de Aragón y en los tribunales de Barcelona, Zaragoza y Valencia en que los sodomitas condenados a muerte son casi siempre pederastas y los que practicaban la zoofilia también fueron severamente castigados. En Castilla los delitos sexuales eran de la jurisdicción ordinaria.

Algunos dirán ‘por qué recordar y edulcorar una época oscura, sádica y de extrema dureza’. Y me acuerdo de Shakespeare y su Macbeth, con el que penetramos en su mente y nos permite conocer con él la experiencia del mal. Con su libro diseccionamos el mal como el que desbroza, esclareciendo. Porque, hasta ahora, como decía Juan Ramón Jiménez, «con ruido, no veo»

El comentario de Juan Ramón es muy certero. Hace ya tiempo que en el medio académico la Inquisición forma parte de la historia jurídica y no de la moral, por lo tanto hay menos ruido para ver.Me vienen a la mente varias reflexiones. La primera es que las épocas siempre han sido oscuras y claras. Por supuesto que el mal está en nuestro interior, en el de todos. Hay que tener en cuenta que en el Antiguo Régimen los métodos de coacción y castigo eran tecnológicamente muy inferiores a los actuales. Por eso era relativamente sencillo escapar de las cárceles. Le cito a menudo, pero vuelvo a hacerlo. El profesor Traslosheros, de la UNAM (México), dijo, en octubre de 2024, en un congreso, que fue «el mejor Tribunal de su época con los mejores procesos de su época». De ahí el ingente legado documental. El objetivo del Santo Oficio era la investigación  –ese es el significado de la palabra Inquisición– y jurídicamente es un avance pasar del derecho acusatorio al procedimiento inquisitivo, que dota de mayores poderes al juez para instruir las causas. Como cuento en el libro, algo debían saber los piratas o los bandoleros de la mayor indulgencia del Santo Oficio cuando intentaban forzar el cambio de unas cárceles a otras, blasfemando o pronunciando proposiciones heréticas. Sin embargo, encuentro un acierto el comentario de la reseña sobre mi libro en la revista Omnes al calificar la Inquisición de error teológico por intentar forzar la conversión del reo mediante un proceso jurídico, ya que sólo la gracia de Dios puede abrir el alma a la conversión. Sin embargo, los reos juzgados eran siempre católicos bautizados y en América los indígenas nunca fueron juzgados por ser neófitos en la fe. En cuanto a épocas oscuras, el primer totalitarismo de la historia, el reino del terror en Francia, o el segundo si dejamos a Enrique VIII acaudillar el primero, siempre ha sido saludado como un evento salvífico y luminoso.

No le gustó en principio titular «desconocida», pero es que es así. Comprobamos que el prejuicio inquisitorial visto desde el cine, museos, literatura… es fortísimo

Como el libro proviene de una tesis, lo de «desconocida» me daba reparo en el ámbito académico, donde, desde hace al menos 50 años, es conocido la verdadera dimensión, procedimientos e impacto del Tribunal. Pero, incomprensiblemente, ese trabajo magnífico no ha traspasado las puertas de la Academia. Hay profesores que han aportado mucho a la investigación sobre la Inquisición: García Cárcel, Martínez Millán, Contreras, Henningsen, Pérez Villanueva, Bartolomé Escandell, Aguilera-Barchet, Manuel Rivero. Pero fuera de sus universidades no son tan conocidos por el público. Vuelvo a tomar de modelo a los ingleses: si estuviéramos allí, serían famosos. En cuanto a los medios de comunicación de masas, como bien dices, impera el arquetipo y el mito. La Inquisición forma parte del sistema de creencias, e incluso con investigación e información es muy difícil deshacer siglos de propaganda en la literatura, ópera, cine. Me encantaría poder hacer una serie de televisión donde los detectives fueran inquisidores.

Vamos, que lo de los bulos y las fake news es más viejo que el hilo negro…

Han existido desde tiempo inmemorial. Leyendo un libro sobre los Mártires de Inglaterra, de Santiago Mata, la represión anticatólica en época de Enrique VIII y de Isabel I fue de un salvajismo y de una crueldad que superan con mucho lo que sucedía en el Imperio español. Parece como si hubieran trasladado sus faltas a otros. Baste recordar cómo se ejecutaba allí la pena de muerte: colgado, eviscerado, descuartizado y decapitado.

«Seguir manteniendo esos museos de la Inquisición con una imagen tan falsa y dejar que la gente siga pagando una entrada para ver algo que se sabe no era así, debería darnos vergüenza, eso sí afecta a la reputación de un país», dice Elvira Roca Barea

Es curioso porque hay dos sentimientos humanos que sustentan la permanente imagen negra de la Inquisición: uno es la creencia en un arquetipo y otro es la afición por lo sórdido, lo sucio, lo oculto. La inclinación hacia lo morboso es consustancial al ser humano. Esos museos sacian esa pulsión. Lo que debería hacerse es obligarles a mostrar que no son contenidos históricos. Iba a decir no llamarles museos, pero pienso en el Museo del Jamón y me parece muy respetable. (risas).

Las condiciones de la Inquisición eran muy duras, de acuerdo, pero estaba reglamentada y acotada. Algunos la preferían a la justicia civil, incluso contenía aspectos positivos como la promoción de la cultura y la educación, la preservación religiosa…

Yo reiteraría que el estudio de la Inquisición hoy en día no es ya moral, sino jurídico. Fue un tribunal del antiguo régimen. Es una realidad que se debe estudiar y el historiador no debe emitir juicios y menos deseos sobre qué debe o no debe existir. El hecho es que fue. Sus condiciones fueron mucho menos duras que las de la justicia ordinaria y sus procesos más garantistas. Una de sus mayores ventajas es haber concluido que el delito de brujería como pacto con el diablo no existía y que era pura alucinación colectiva. Esto lo determinó el inquisidor Salazar y Frías, en 1613, tras Zugarramurdi. Ningún brujo volvió a ser quemado en el Imperio español por la Inquisición y, por este ejemplo, tampoco en las inquisiciones portuguesa o romana. En cuanto a sus ventajas, como evitar guerras de religión o matanzas entre comunidades, a la vista está. Promovía la racionalidad tomista, que en el mundo protestante se había derrumbado, por lo menos en lo que se refiere a la quema de brujos, pues miles fueron condenados, siguiendo la firme creencia de Lutero en la realidad del pacto demoniaco de los hechiceros. Las condiciones de las cárceles en comodidad y limpieza eran mucho mejores que las de las prisiones civiles y la frecuencia de tortura fue muy baja, estando asimismo muy pautada en forma y duración. Yo he encontrado un caso en Cartagena en que se pide un verdugo a Panamá y contestan que no tienen, porque el que ha actuado hace poco es torpe y le ha roto un brazo a un reo. Y en Granada, a principios del siglo XVII, un memorial diciendo que los presos tienen la ciudad por cárcel y que sólo vuelven a ella a dormir.

La mala fama de la Inquisición proviene de la mala imagen que desde fuera crea la propaganda antiespañola

Todas las naciones emergentes de la época se enfrentaron al gran poder global, el hegemónico, para reivindicar la lucha que llevaban a cabo contra el Imperio. Sin embargo, la Inquisición no fue ennegrecida hasta el siglo XIX, en las Cortes de Cádiz, donde se leyeron las obras de Antoni Puigblanch, La Inquisición sin máscara, y la del afrancesado Juan Antonio Llorente, Historia crítica de la Inquisición en España, escrita en 1817. Antes de ello, no existía esa atribución de todos los males y crueldades al tribunal del Santo Oficio. Macanaz, en el siglo XVIII, intentó una reforma y alabó sus ventajas. Una de las que destaco es que funcionó como Central de Inteligencia del Imperio, como un remedo de la Guardia Civil, y que actuó también como Asuntos Internos, controlando la actuación del clero.

Lo que nunca cambia es esa obsesión por denigrarnos a través de la religión, atacando siempre a los católicos. Qué fijación…

Contra la Inquisición se suman dos movimientos de crítica implacable: los antiespañoles, temerosos del gran poder del Imperio, y los anticatólicos, recelosos del poder intelectual y social de la Iglesia católica en el mundo. Se ha convertido en el ejemplo favorito de crueldad para muchos pensadores anticlericales.

Y siguiendo con lo católico, reconozcamos que también nosotros pecamos de no estudiar y no poner interés por contar la historia real de nuestro país…

Eso es lo más misterioso. Que un país asuma acríticamente todo lo que se ha publicado en contra de él. Pero hay brotes verdes y eso está cambiando, porque nos jugamos la permanencia y la existencia de España como nación y la visión del impacto que tuvo en la historia universal.

¿Por qué no se ha sabido antes todo esto que usted cuenta en La Inquisición desconocida? La asimilación del argumentario de la leyenda negra tiene muchísimo que ver, pero habrá más razones…

Los medios de comunicación, en general, y los programas de enseñanza están definidos en España ideológicamente desde hace muchos años. Para cambiar lo que sucede en los medios de comunicación se están dando algunas iniciativas editoriales y cinematográficas loables. Pero cambiar los planes de estudio, fragmentados en 17 comunidades autónomas, va a ser mucho más difícil. Quizás por eso canales de información alternativos o proyectos pequeños están teniendo tanto éxito. Las nuevas generaciones están siendo conscientes de que lo que estudian está quizás sesgado.

Cuesta mucho revertir una imagen implantada durante siglos asociada a seres crueles. El cine y la literatura han tenido mucho que ver. Afortunadamente, van surgiendo escritores como Elvira Roca Barea, directores de cine como López-Linares y usted, entre otras voces, que desmontan toda esa leyenda negra… ¿Por qué se hacen tan pocas películas históricas con una historia tan rica y compleja como la nuestra?

Como bien dices, el proceso de batalla contra un mito o una creencia sólidamente implantada en el inconsciente colectivo es extraordinariamente difícil. Roca Barea abrió una brecha importantísima y las películas de LópezLinares son maravillosas. Sin embargo, falta mucho apoyo de grupos mediáticos relevantes y con mucho dinero. En el caso de LópezLinares, lo digo porque me consta personalmente, Telefónica se negó a patrocinar Hispanoamérica, canto de vida  y esperanza porque  –respondieron–, «no coincidía con su línea editorial». Para mí es un misterio cómo un documental que muestra las bellezas de la gran comunidad hispana no sea útil para una empresa cuyos ingresos provienen hoy en un 25% de Iberoamérica y hace unos años en un 35%. Es de una miopía y una cortedad de miras impresionante. Quizás todo se reduzca a que, los medios públicos y privados, nunca han trabajado coordinadamente para promover y afirmar la imagen de España. Eso nos empobrece extraordinariamente. Pasamos los años enfrascados en políticas de campanario y no sabemos cuáles son nuestros intereses culturales ni geoestratégicos en el mundo. Lo único que se debate es que parte del país cree tener derechos superiores y privilegios sobre la otra parte.

Actualmente, ¿cuál es la nueva Inquisición? ¿Estamos rodeados de más de un inquisidor?

¡Ojalá los nuevos grupos fueran inquisitoriales! (risas) Si así fuera, el reo tendría derecho a la defensa, a la reconciliación, se investigarían los cargos detalladamente y se podrían recusar testigos de cargo por enemistad manifiesta y sugerir testigos a favor del reo. Yo los tacharía más bien de cerradamente dogmáticos, de estalinistas o maoístas. Todo aquello que no permite el debate es empobrecedor: las teorías de género, las consignas climáticas sin matices, los supuestos delitos de odio, los mecanismos de cancelación de figuras públicas con movimientos como el MeToo o el Black Lives Matter, en que no existe derecho a la defensa.

¿Qué hace falta para que se consolide una imagen más justa y a una comprensión más completa de nuestra historia y legado?

Como hemos comentado, sería imprescindible reformar los planes de estudio, conceder amplio espacio a las humanidades, tener unos contenidos globales iguales entre comunidades autónomas, sumar a otros países iberoamericanos a este movimiento y promover espectáculos o producciones audiovisuales de gran presupuesto que nos dejen contar no ya otras historias, sino la Historia.

(Fotografía de Constanza Temboury)

MÁS IDEAS