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Cuando el PSOE ofreció trozos de España a Mussolini

Los precedentes muestran que los socialistas están dispuestos a dar trozos de España con tal de seguir en el Gobierno

Desde que Julián Sanz del Río introdujera de matute la filosofía krausista, las élites españoles se sienten atraídas por las cogitaciones más absurdas del pensamiento y la política europeos, al igual que los perros les entusiasma hurgar en la basura.

Así, en la Transición se constituyó un Estado de partidos, teniendo como modelo el instaurado en las dos naciones vencidas en la Segunda Guerra Mundial, Alemania e Italia.

Y hace unos años, la derecha acomplejada adoptó la expresión patriotismo constitucional, inventada en Alemania por un intelectual orgánico de la socialdemocracia para tratar de superar la culpa colectiva que arrastran los alemanes (sobre todo su clase dirigente) por las matanzas perpetradas por el nacionalsocialismo en la guerra.

La izquierda, por su parte, hizo suyo el patriotismo de partido, que coloca al partido por encima de la nación, del pueblo y hasta de la familia. El mayor representante de esta manera de conducirse, que desarraiga las identidades naturales de las personas, es el PSOE.

TRAICIONES SOCIALISTAS OCULTADAS

Uno de los hechos más ocultados de la historia de España del siglo XX y XXI es que al PSOE la nación española y la paz entre los españoles le importan un comino. Sea Gobierno o sea oposición. Desde Pablo Iglesias hasta Felipe González, este partido ha fomentado magnicidios y ha participado en golpes de estado y revoluciones. Ahora Pedro Sánchez destruye completamente la Constitución y toda noción de justicia con tal de asegurarse los votos de los golpistas catalanistas para obtener una nueva investidura.

El último argumento de los que apelan a la sensatez de ese animal inexistente que es el socialista patriota es que, bueno, a pesar de entregar a los catalanes no nacionalistas a sus torturadores, de engañar a los policías y jueces que fueron agredidos por los separatistas, de traicionarnos a todos los españoles, Sánchez no se atreverá a romper la unidad nacional.

Seguramente, el PSOE no apruebe la fundación de una república catalana, porque sabe que si salen de las Cortes los 48 diputados catalanes, pasará a la oposición por una centuria. Pero es que los precedentes muestran que los socialistas están dispuestos a dar trozos de España con tal de seguir en el Gobierno, para mandar y, sobre todo, enriquecerse.

Durante la guerra civil, los socialistas contactaron con Londres, con Berlín y con Roma para negociar apoyos al Frente Popular a cambio de crear nuevos gibraltares.

TRATOS CON MUSSOLINI Y HITLER

El socialista Luis Araquistáin, que durante la Segunda República había contribuido a eliminar del PSOE a los reformistas de Julián Besteiro, opuestos a la violencia subversiva, tanteó a varias potencias extranjeras con el cebo de carne española.

Su protector, Francisco Largo Caballero, presidente del Gobierno desde septiembre de 1936, lo envió a París como embajador, con la misión de comprar armas para el Frente Popular. No tuvo éxito, pero el dinero enviado por Madrid desaparecía como arena entre las manos. En su embajada, rodeado de funcionarios que simpatizaban con los rebeldes, Araquistáin tuvo la idea de privar al bando nacional de sus dos principales apoyos: la Alemania de Adolf Hitler y la Italia de Benito Mussolini.

Para conseguirlo, recurrió a José Chapiro, un secuaz que trabajaba para él de manera discreta. Éste contactó con agentes italianos y comenzó una sorprendente negociación. Según cuenta el historiador Manuel Aguilera (El oro de Mussolini), los italianos exigían como precio por su retirada de la guerra 100 millones de dólares; un acuerdo aduanero en favor de numerosos productos italianos; y, lo principal y más dañino para la independencia de España (fuese republicana, monárquica, franquista o goda), la cesión de las islas Baleares. 

Las conversaciones se mantuvieron durante los primeros meses de 1937 y concluyeron cuando Largo Caballero cesó como presidente en mayo de ese año y le sustituyó otro socialista, Juan Negrín, respaldado por los comunistas.

Aguilera afirma que ese plan se discutió en un consejo de ministros, del que formaban parte los socialistas Largo Caballero, Indalecio Prieto, Juan Negrín y Julio Álvarez del Vayo.

El plan no prosperó, pero Prieto, uno de los mayores liantes de la primera mitad del siglo XX (huyó cuatro veces de España para no ser juzgado por sus actos subversivos y sus delitos), se quedó con la idea.

PRIETO OFRECE VIGO, CARTAGENA Y MAHÓN A LONDRES

Alberto Bayo Giraud (1892-1967) desveló en sus memorias (Mi desembarco en Mallorca, México, 1944) que a principios de 1938 asistió al ofrecimiento por parte de Prieto, ministro de Defensa Nacional, a dos oficiales británicos de los puertos de Vigo, Cartagena  y Mahón. A cambio pedía la implicación del entonces poderoso imperio británico en la guerra española, no sólo contra el bando nacional, sino, además, contra el creciente predominio soviético en la zona leal, a través del PCE y de los tontos útiles socialistas y burgueses.

¿Era un testimonio fiable o estaba originado por el resentimiento de Bayo contra Prieto? Bayo era un oficial de artillería que había dirigido entre agosto y septiembre de 1936 un desembarco militar en Ibiza y Mallorca. Como la organización correspondió a la Generalidad de Lluís Companys (ERC) y la operación concluyó en derrota por falta de medios navales y aéreos, Bayo culpó de ella a Prieto, ministro de Marina y Aire desde el 4 de septiembre. A pesar de esta enemistad, Bayo, ascendido ya a coronel, aceptó incorporarse al Ministerio de Defensa como consejero de Prieto, donde, dijo, asistió a semejante traición.

Bayo publicó su libro en México, donde también estaba refugiado Prieto, disfrutando del botín del Vita y metido en politiqueos con los juanistas y con los Gobiernos de Londres y Washington, pues soñaba que el final de la guerra mundial le permitiría regresar a España como triunfador. Entonces, ni a los partidarios de Juan de Borbón ni a los británicos les interesaba airear este asunto.

El historiador Burnett Bolloten encontró en 1948 en la embajada británica en Lima a uno de los dos oficiales citados por Bayo. El militar le contestó que correspondía confirmar la existencia de ese acuerdo al Ministerio de Asuntos Exteriores británico.

Aguilera intentó investigar semejante acusación. Al final, otro historiador, Julius Ruiz, le pasó un catálogo de todos los documentos del Ministerio británico relacionados con la guerra civil española que él mismo había elaborado. Ahí aparecía, con el apellido de uno de esos oficiales, Robert Goddard, un informe enviado a Londres con fecha de 1 de marzo de 1938 en el que exponía que Prieto había ofrecido los puertos de Cartagena y Mahón (la isla de Menorca estuvo ocupada por los británicos durante setenta y un años en el siglo XVIII).

En su blog, Aguilera explica los detalles de su descubrimiento. Como conclusión, escribe:

“El ministro socialista estaba dispuesto a ceder soberanía española a cambio de la victoria. Los ingleses no se movieron. Seis meses después pactarían con Hitler en Múnich.”

¡Qué añoranza de los tiempos en que los socialistas quedaban cornudos y apaleados!

LOS SUBLEVADOS ERAN EL ‘BANDO NACIONAL’

A la vista de lo que acabamos de conocer, que se une a lo que ya sabíamos, al bando que la historiografía dominante en la universidad trata de descalificar imponiendo como canónico el apodo de “rebelde” o “sublevado”, se ajusta mejor el nombre de “nacional”, porque describe su carácter netamente español.

Así lo describió Gregorio Marañón:

“Lo importante es la captación del espíritu. Aunque en el lado rojo no hubiera un solo soldado ni un solo fusil moscovitas, sería igual: la España roja es espiritualmente comunista rusa. En el lado nacional, aunque hubiera millones de italianos y alemanes, el espíritu de la gente es, con sus virtudes y con sus defectos, infinitamente español, más español que nunca. Y es inútil atacar con sofismas esta absoluta y terminante verdad, de la que depende, desde antes del principio de la lucha, la fuerza de uno de los bandos y la debilidad del otro.”

Vista la conducta de los socialistas actuales ante Gibraltar, desde Felipe González, que abrió la verja y las comunicaciones con el Peñón, a Pedro Sánchez, que ha permitido que la colonia se integre en el espacio Schengen sin obtener ninguna contraprestación, cabe deducir que, si los españoles sufrimos la última colonia de Europa, se debe a que los cipayos de Inglaterra ya no están en la India.

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