El Pueblo posee el derecho a gobernarse de una manera inherente y permanente. Y los gobernantes están investidos «per participationem» del mismo derecho
«Hoy ninguna empresa de construcción del mundo, ni la de nuestro Florentino, sería capaz de hacer, con los más conspicuos ingenieros, ni el panteón de Agripa, ni el Coliseo, ni las termas de Caracalla»