Para comenzar me sirvo de una frase de Juan Antonio Bardem pronunciada en 1955: “El cine español es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico”. Si comparamos la lista de películas españolas del año 1955 con las del 2024, deja a Bardem muy mal parado.
En la década de los cincuenta la situación de la vivienda en las grandes ciudades españolas, especialmente en Madrid, era realmente mala. Más de dos millones de personas abandonaron sus pueblos para ir a la gran ciudad. Muchos de los edificios del centro de la ciudad, en los que se vivía de arrendamiento, estaban en un estado catastrófico. El inquilino (Nieves Conde, 1957) culpa al gobierno franquista de dejar en la calle a las familias que vivían en esos edificios, no pudiendo acceder a nuevos alquileres debido al alto precio de los mismos. También denuncia (véase la escena en la que López Vázquez enseña un piso a Fernán Gómez) la muy mala calidad de los nuevos pisos construidos en esos años anteriores a 1957 en las –entonces– afueras de Madrid. Esa escena es ciertamente exagerada y cómica, pero parece ser que refleja la verdad. En el centro de la ciudad se demolieron edificios –urgía demoler muchos de ellos– pero para construir nuevos pisos a precios muy altos, sólo accesibles para los más pudientes y los propios especuladores del suelo. En resumen, por lo que he podido constatar, el falangista de la vieja guardia –no se olvide– José Antonio Nieves Conde, director de la película, tiene razón en su crítica.
La película se estrenó íntegra, pero los censores la prohibieron durante varios años, para después permitirla en una versión ligeramente recortada (se suprimieron cinco minutos, se puso un encabezamiento muy desacertado y se modificó absurdamente el final). Hoy la película que vemos es la original.
Franco vio la película (las veía prácticamente todas) y… casualidades de la vida, la situación de la vivienda empieza a cambiar a partir de 1957. Franco crea el Ministerio de la Vivienda, dirigido por el falangista José Luis Arrese, amigo de Nieves Conde. Pese a que en estos años Franco está marginando del gobierno a los falangistas, dando cabida a los tecnócratas y miembros del Opus Dei, Franco no duda, en nombrar a Arrese ministro del recién creado Ministerio de la Vivienda. Los avances en vivienda social los reconoce hasta la Wikipedia (véase en la entrada “José Luis Arrese”).
Este ministerio es abolido con la llegada de la democracia. Fue José Luis Rodríguez Zapatero quien lo rehabilitó, ¿siguiendo los pasos de quién? De Franco. En 2010 el Ministerio de la vivienda fue abolido por el PP. Pedro Sánchez lo rehabilita en 2023 ¿siguiendo los pasos de quién? Yo creo que Pedro Sánchez le adora. Me pregunto si los huesos de Franco no estarán realmente en algún cajón de la Moncloa.
Al menos Zapatero y Sánchez supieron en quién fijarse como modelo. El PP despreció en todo momento un Ministerio de la Vivienda, ni falta que le hacía con su política del ladrillo, de la especulación y del pelotazo.
Pero la única diferencia entre esos ministerios del franquismo y del socialismo es que en el primer régimen crearon la posibilidad de que muchos españoles pudieran comprar una vivienda, en el segundo régimen, el Ministerio de la Vivienda ha sido en la práctica un Ministerio de Defensa. De defensa de los okupas. Hoy, a un español con un sueldo medio o incluso con un sueldo alto le resulta prácticamente imposible acceder a una vivienda en propiedad en las grandes ciudades. Casi le resulta imposible el acceso a la vivienda por alquiler. Es la cruda realidad.
Y al cine español, tomado hoy por pijos ricos progres, ni se le pasa por la cabeza hacer una película como El inquilino o El Pisito. Quizás sean temas demasiado vulgares para ellos. Ellos prefieren, por ejemplo, laberintos de faunos en los que los del bando nacional sean monstruos y los republicanos ángeles. Prefieren alegatos a favor de todo el universo woke a rodar una película sobre la dificultad de acceso a la vivienda en España. ¿Este de hoy es el cine intelectual que anhelaba Juan Antonio Bardem? ¿Qué le importa al cine español actual la imposibilidad de una vivienda digna en España? Que se lo pregunten a uno de los mayores propietarios de pisos en Madrid: el único, el inigualable, el gran Wyoming.
El inquilino tuvo sus consecuencias, fue políticamente muy eficaz y el gobierno de Franco comenzó a tomar en serio el problema. A partir de 1958 se construyeron viviendas sociales a las que se podía acceder con esfuerzo y sacrificio, pero con unas facilidades de pago nunca antes vista. La frase de Bardem de que el cine español era políticamente ineficaz y socialmente falso era sencillamente mentira.
Cuando vemos la película El pisito, de 1959 y no 1958 como aparece en varias webs, observamos que la crítica a la vivienda sigue siendo fuerte, pese a que justo en ese año y medio que ha pasado entre una película y otra el gobierno de Franco ha tomado medidas. No es un falangista el que la dirige, sino un comunista, Marco Ferreri, que trabajó en la España de Franco… Sí. En un mismo piso del centro de Madrid viven varias familias, en esas famosas “casas de huéspedes”, algo que fue un fenómeno europeo y sobre todo soviético. Rodolfo (López Vázquez) no sueña con tener un piso en propiedad. Su aspiración es que la inquilina le deje a él el contrato de alquiler. El pisito podría haberse llamado también “El inquilino”, pues a lo único que puede aspirar Rodolfo es a ser inquilino, no propietario. En un momento de la película López Vázquez grita: “Inquilino, inquilino, inquilino”. Y, sin embargo, pese a la crítica mordaz que vemos en El pisito, en esta película se deja ver otra realidad, el protagonista y su novia recorren un Madrid periférico donde se están construyendo infinidad de viviendas de protección oficial. Los especuladores no tienen en El pisito la misma presencia que en El inquilino. Nótese que el final de El inquilino –modificado por la censura– deja ver ya estas viviendas sociales porque esa escena final es posterior a 1959.
¿Había censura en el cine durante la época franquista? Es evidente. Pero hay algo peor que la censura, y es que la crítica sea tan impensable que no sean necesarios los censores. Ese es el sueño de la censura misma. En el cine español de hoy es imposible que se otorguen subvenciones para películas contra el aborto o simplemente para una película que defienda al catolicismo, pero parece no haber tampoco espacio para una película que denuncie, como El pisito o El inquilino, el trágico tema de la vivienda en España. No hay mayor censura que esa. Es la censura que imposibilita toda temática que es incómoda para un régimen. El sueño de la censura se cumple en el cine español actual.
Comprar o incluso alquilar una vivienda en España significa arruinarse. Hace unas semanas un excelente artículo en The Objective dejaba claro que desde 1960 a 1975 la renta per cápita en España se multiplicó por cuatro. Mientras que en los 50 años de democracia ha llegado a un tope de multiplicación por dos, y lleva años bajando en comparación a la subida del coste de la vida.
Pero ¡ánimo! Aunque la vivienda sea hoy inaccesible en España, sí podemos acceder al gran cine clásico español. Vean El inquilino y El pisito.