En 1986, José Luis Pozo Fajarnés (Zaragoza, 1961), por entonces militante del Partido Comunista de España, estudió marxismo-leninismo en la Escuela Wilhelm Pieck de Wandlitz, ciudad perteneciente a la República Democrática Alemana. Antes de la caída del Muro de Berlín, también visitó la Unión Soviética. Por decirlo con la fórmula castiza: Pozo Fajarnés conoce el paño. El paño confeccionado en el telar marxista. Paralelamente, el zaragozano se integró en la Escuela de Oviedo, fundada por el filósofo español, Gustavo Bueno, capaz de dar la vuelta del revés a Marx. En definitiva, la trayectoria de nuestro autor, pues Pozo Fajarnés acaba de publicar El origen de la hispanofobia de la izquierda española (Sekotia, 2025), ha estado ligada a la idea de sistema. En particular, a dos formas de materialismo, de distinta potencia, que se enfrentan en su libro a un constructo ideológico y propagandístico, cargado de mitos, llamado Leyenda Negra.
El origen de la hispanofobia de la izquierda española aborda la conexión entre la visión negativa que de España, entendida poco menos que como un error histórico, tienen una serie de facciones ideológicas, más o menos definidas, que despliegan su actividad en ámbitos políticos, culturales y académicos, y que se dicen «de izquierdas». La unidad de esa izquierda, que encubre sus irreconciliables diferencias, es plenamente visible, salvo honrosas excepciones, cuando se trata de España, palabra convertida en un verdadero tabú, que lleva a quienes no pueden pronunciarla, recuerde el lector los lamentos de Pablo Iglesias Turrión, autopercibido como perdedor de la Guerra Civil, a emplear la fórmula «Estado español», tan cara para el franquismo al que fantasean combatir todavía en 2025.
La obra de Pozo Fajarnés se abre con un profundo análisis de los artículos que Carlos Marx publicó en el New York Daily Tribune, de los cuales se han hecho numerosas ediciones, unas más exhaustivas que otras. Nuestro autor dedica buena parte del libro a cotejar esas ediciones, consciente, por propia experiencia, del impacto que esas recopilaciones han tenido durante las décadas en las que los dirigentes comunistas se formaban en cuadros conformados por las escuelas situadas en los países socialistas. Gran parte de la imagen que de España tuvo esa militancia procede de las páginas impresas por la editorial Progreso o por el tratamiento que de ese material hizo Manuel Sacristán.
La España que surge de los artículos de Marx se nutrió de fuentes muy concretas. Pozo Farjarnés no duda en señalar la obra de Manuel de Marliany, Historia política de la España moderna (Barcelona, 1840) como principal inspiradora de un análisis que llevó al filósofo alemán a concluir que el Imperio español era de carácter asiático, es decir, tiránico. Ignorante de la auténtica realidad y complejidad de un imperio caracterizado por múltiples contrapesos, Marx creyó ver en él al aniquilador, en alianza con una Iglesia fanática, de las libertades del pueblo. La crítica a estas posiciones, permite a Pozo Fajarnés exponer la riqueza de la filosofía aparejada al Imperio español, la escolástica, que dio como fruto figuras como las de Vitoria, Sepúlveda o la del padre Mariana, uno de los referentes de la Revolución francesa, en la que surgió la izquierda jacobina, primera generación de la izquierda política, a la que sucedió la española, llamada liberal, que hizo su puesta de largo en Cádiz en 1812.
La obra de tan insignes clérigos construyó un corpus jurídico que abordó la cuestión de los hombres dejados de la mano de Dios, con mucha mayor racionalidad que el modo en el que lo hicieron quienes se enfrentaron a ella imbuidos por el influjo de Lutero, del libre examen y de los efectos de una Ilustración que mantiene su luminoso mito en muchos ambientes llamados progresistas. El propio Marx, así lo sostiene nuestro autor, no estuvo exento de esa atmósfera de tintes supremacistas, que Pozo Fajarnés ya abordó hondamente en la primera parte de su libro, ¿Es Estados Unidos un país racista? La conclusión que extrae de este análisis es que la idea de España que surge de los escritos del filósofo nacido en Tréveris es «una expresión diáfana de la Leyenda Negra».
El último capítulo del libro, «La izquierda negra», aborda las consecuencias de la asunción de las tesis marxistas sobre España por algunos de los sectores más influyentes de nuestra nación. Pozo Fajarnés, apoyado en la obra de Bueno, señala los tres principales focos desde los que se irradió la visión negrolegendaria de España, todos ellos de filiación germánica. Al ya descrito, al marxista, cuyo efecto se mantiene gracias a la difusión que de esos artículos se hace en redes sociales más que en obras librescas, nuestro autor añade el influjo del krausismo en el partido hegemónico de la actual democracia coronada: el PSOE. Como ya demostrara en su día Gustavo Bueno, la filosofía de Krause, importada tras una expedición que buscaba un acomplejado amparo filosófico en Alemania, ha tenido un gran impacto, independientemente de que sus cultivadores socialdemócratas hayan leído al alemán o a su apóstol Julián Sanz del Río, en quienes se han arremolinado en torno al puño y la rosa. A la cabeza de todos ellos, el muy poderoso José Luis Rodríguez Zapatero.
A estas dos corrientes decimonónicas, pero vigentes en la actualidad, Pozo Fajarnés suma la abierta por el germanófilo José Ortega y Gasset, cuya obra ha tenido tanto predicamento en prácticamente todo el espectro ideológico español de la segunda mitad del siglo XX y los inicios del presente. El europeísmo del madrileño es el credo de millones de españoles, alineados con las izquierdas, pero también con las derechas, a menudo con el mismo grado de confusión, que, deslumbrados por los destellos de la Europa sublime, rechazan todo aquello que suene a español con argumentos propios de la Leyenda Negra. Contra todos ellos, particularmente contra los izquierdistas, que encuentran su altavoz en el colectivo de intelectuales y artistas, arremete Pozo Fajarnés con los sólidos argumentos que despliega en esta obra de predecibles efectos prácticos.