Quizás ustedes saben, o quizá no saben, que Carlos Vermut ha iniciado acciones legales contra el diario El País. Sobre el tema legal no me voy a pronunciar pero el tema legal me sirve de punto de partida para plantear cuestiones como deseo y consentimiento, el espinoso tema de la objetividad en el derecho y el no menos espinoso de la hipocresía en los medios.
Aclaro que soy feminista y que lo llevo diciendo desde 1998 , cuando declararse feminista en público se consideraba veneno para la taquilla, hasta tal punto que ni siquiera Almudena Grandes se reconocía feminista.
Que soy psicóloga, colegiada y en ejercicio. Que me dedico a una terapia muy minoritaria que se llama terapia de escritura expresiva. Y que a mis clientas (no las considero pacientes puesto que se trata de una terapia humanista y yo no soy clínica) son en su mayoría mujeres. La gran mayoría llegan a mí después de haber sido diagnosticadas por un psiquiatra y habiendo agotado otro tipo de abordajes terapéuticos. Yo diría que un 70% son supervivientes de relaciones de maltrato y/o abuso sexual, tanto en pareja como en familia.
Que cualquiera que haya leído mis libros sabe que en la juventud escribí sobre relaciones BDSM cuando todavía no estaba de moda y que yo, evidentemente, las había vivido.
Respecto a los testimonios de las mujeres que han estado con Carlos Vermut, quiero dejar claro que las entiendo porque he estado allí. Y no solo he estado allí sino que además trato a menudo a mujeres en la misma situación. Por lo tanto no quiero que se entienda esto como un ataque a estas mujeres sino como el planteamiento de un tema fundamental:
Se entiende que si un hombre estrangula, escupe y abofetea a una mujer en el ámbito doméstico eso es maltrato, y que si ella quiere seguir con él, es porque ella tiene un problema de dependencia. Mientras que si un hombre estrangula, escupe y abofetea a una mujer en el contexto de una relación sexual eso no es un maltrato, y si esa mujer consiente esas prácticas… entonces es una mujer empoderada. ¿Por qué?
El caso Vermut
En el año 2018 salta a la palestra una acusación colectiva de acoso sexual contra Miquel Izal. Varias mujeres escudadas en el anonimato declararon que Mikel Izal les había acosado sexualmente. Diversos medios se hicieron eco de las acusaciones. No hubo nunca una denuncia penal interpuesta contra Mikel Izal. Mikel Izal siguió dando conciertos y su carrera musical no se resintió
Hace ocho meses aparecieron en un medio de comunicación dos artículos sobre el director del cine Carlos Vermut , en el que seis mujeres le acusaban de agresiones sexuales.
Han pasado ocho meses. No ha habido una sola denuncia penal interpuesta contra Carlos V.
Sin embargo su carrera ha sido cancelada, el proyecto que tenía prácticamente firmado se anuló… Colegas de la industria dejaron de hablarle. Atravesó tal depresión que su madre explicaba que se fue a vivir a su casa porque veía a su hijo tan destrozado que temía que hiciera una barbaridad.
¿Cuál fue la diferencia entre un caso y otro?
En el primer caso son las chicas las que espontáneamente hablan, cuentan en su caso en redes. Y van conectándose a través de Internet.
En el segundo caso es un medio de comunicación el que busca a estas mujeres, no son ellas las que dan a conocer la historia.
El medio habla de un director que, si bien muy admirado artísticamente, despertaba una enorme controversia en la industria. En muchas ocasiones escuché que se referían a él como el fachapobre. Facha porque era crítico con el sistema de subvenciones y pobre porque venía de clase obrera.
Esto es importante porque hay muchos directores sobre los cuales sobrevuelan rumores de acoso sexual e incluso de agresiones, pero da la impresión de que el diario escogió al eslabón más débil. A un tipo que no despertaba enormes simpatías. Y que además es un tipo retraído, que más bien vive encerrado en su casa, que no tenía grandes conexiones.
Repito que esto es importante porque en el diario se insistía en que las mujeres que hablaban no se habían atrevido a hablar antes porque tenían represalias. Sin embargo las represalias se las llevó el director. Si hubiera sido un director más importante, no hubiera sido tan fácil hacerle caer con dos artículos.
Llama mucho la atención que se arremetiera directamente contra Carlos Vermut y no contra otros directores y productores sobre quiénes sobrevolaban rumores mucho más fundados. Hablo de rumores porque en rumores se quedó la cosa con Carlos Vermut. El periódico jamás le dijo al director quiénes eran las seis mujeres que presuntamente habían prestado un testimonio, y casi nueve meses después de la publicación del artículo no ha habido una sola denuncia penal contra Carlos Vermut. Nada.
En un episodio kafkiano, digno de las propias películas que él rueda, el director se vio asediado por los testimonios de seis totales desconocidas a las que él no podía identificar.
Cuando los artículos se publicaron, Carlos se fue al pueblo de sus padres una temporada y estuvo grabando eventos en verano para vivir. El director que había ganado la Concha de Oro en San Sebastián acabó siendo fotógrafo de bodas. Volviendo a los adjetivos cinematográficos: berlanguiano.
Uno de los factores que habían contribuido a la debacle fue el hecho de que un periodista con el que mantenía una relación de confianza se aprovechó de su ingenuidad. Mantuvieron una larga conversación por teléfono. Carlos no podía imaginar que de esa larga conversación se extraerían frases sacadas de contexto que le harían quedar como una especie de monstruo sin empatía.
Así que vamos a analizar uno por uno los seis testimonios que se incluyeron en dos artículos.
Pero antes, alguna puntualización.
Consentimiento y deseo
La ley del sí es sí se articula sobre la base del consentimiento. De forma que basta con que una mujer haya consentido como para que se dé por hecho que la relación sexual es válida.
Este tema del consentimiento es muy espinoso puesto que hay muchas personas que podrían consentir, pero con un consentimiento viciado. Si una persona consiente porque tiene miedo ¿está consintiendo de verdad? Si consiente porque está en una situación en la que está muerta de hambre y le ofrecen dinero, ¿está consintiendo o no le queda otro remedio?
Así que el feminismo clásico quiere mantener las relaciones en función del deseo. Si una persona desea mantenerlas entonces, esa relación es válida.
También debo puntualizar que para mí, para mí, una relación sexual en la que se agrede a una mujer es una relación sexual de maltrato incluso si esa relación ha sido consentida. Pero esto no es actualmente lo que defiende la ley. Ni gran parte del gremio de profesionales de la salud mental.
Le preguntó a la abogada Eva Cornudella que me lo explica así: «La dicotomía deseo-consentimiento es un tema espinoso a nivel jurídico. El derecho es esencial manejar términos objetivos por lo que el consentimiento (ya de por sí problemático a nivel probatorio) ofrece mayor garantía jurídica que el concepto de deseo, que es una cuestión muy subjetiva. Muchas mujeres descubren a posteriori que no existió tal deseo o que su consentimiento se debió a unas circunstancias personales o un patrón psicológico determinado. Ese descubrimiento acarrea consecuencias emocionales y debe ser abordado terapéuticamente».
Los testimonios
Paso a analizar entonces los testimonios publicados por EP
1. Testimonio uno, sobre hechos. presuntamente acaecidos en Mayo del 2014.
Una chica cuenta que tuvieron una relación sexual. Que en un momento dado ella se sintió incómoda y le pidió que pararan. Le dio patadas, y él se apartó. El paró. Luego ella misma reanudó el encuentro.
«No me pude mover porque me placó. Le pedí por favor que se pusiera un preservativo. No se lo puso»
Después, ella «siguió acostándose con él de manera esporádica a lo largo de un año y medio»
«No recuerdo cómo terminó y simplemente no nos vimos más».
En primer lugar esta mujer está hablando de situaciones que tuvieron lugar diez años antes de que se publique el artículo. Ella misma dice que no recuerda cómo terminó la relación, por lo tanto lo que cuenta del condón pudo ser verdad o no, porque puede estar confundiendo esa historia con otra.
No podemos fiarnos a ciegas de su testimonio porque, como demostró la psicóloga Elizabeth Loftus, la memoria es un terreno muy pantanoso y, cuando ha pasado más de un año, a veces recordamos cosas que en realidad no han sucedido o estamos mezclando con otra cosa.
Por eso en Estados Unidos el testimonio de un testigo no tiene valor si no hay otras pruebas indiciarias que lo sustenten.
Si no me creen, siempre recomiendo que hagan una prueba muy simple. Inviten a cenar a cinco amigos a su casa y una semana después envíeles un mensaje en el que les pidan que cada uno les diga lo que cenaron esa noche. Los tres platos. Le sorprenderá (o no) ver que nadie recuerda exactamente lo que cenó.
Aquí lo importante es que ella vuelve a quedar con él y que en aquel momento ella pensaba que aquello le iba bien. «Yo llegué a creer que eso era salvaje y que estaba bien», afirma .
¿Por qué creía que estaba bien? Pues es algo que tendría esta mujer que ver en terapia. Y no porque esté loca ni nada por el estilo, sino porque probablemente arrastra un patrón relacional que le lleva a creer que desea algo que le puede hacer daño.
Muchas mujeres entran en una espiral de relaciones sexuales consentidas e incluso deseadas de las que más tarde se arrepienten. El camino que les ha llevado hasta allí es tortuoso y complejo. Muchas veces viene de patrones relacionales creados en la infancia y reforzados por el zeitgeist, que a través del porno y de cierta cultura de consumo de masas de masas —cuyo máximo exponente sería la saga » 50 sombras de Grey»— preconiza que es excitante que alguien te domine.
La cuestión es que esta mujer entra en estas relaciones creyendo que » lo salvaje está bien» y luego descubre que no le gusta. Es un patrón que se repite en casi todos los testimonios citados en aquel artículo.
Pero a veces hay que vivir ese tipo de relaciones para entender que no te gusta, que no te sientes bien ahí, y que no quieres seguir. Es una experiencia que hay que atravesar para salir de ella.
El caso es que según la ley tú has consentido. Y, según tu mismo testimonio, tú lo deseabas y entraste en esa relación de forma voluntaria. Más tarde descubres que en realidad no lo deseabas tanto, o que cuando la fantasía se convirtió en realidad descubriste que la fantasía no te gustaba. Pero eso es un camino de aprendizaje.
Un camino durísimo, pero a veces muy esclarecedor, porque te lleva a replantearte por qué llegaste allí y cómo puedes cortar ese patrón tóxico. Pero cortarlo no pasa por recuperar la agencia sobre tus propias decisiones. Salir del patrón de víctima y reconocer tu propia responsabilidad emocional. Una vez la asumes es fácil cambiar tu patrón.
2. Testimonio dos , sobre hechos presuntamente ocurridos en Mayo del 2016
Ella va a casa de él. Se besan. El le mete la mano en el sujetador y el sujetador se rompe. Ella deja claro que es un sujetador palabra de honor.
«Me quedé quieta, no sabía qué hacer, él lo notó y me preguntó si pasaba algo, y yo le dije que no».
«Se fue a su habitación y empezó a gritar, no recuerdo qué dijo».
Aquí hay un consentimiento desde el momento en que él frena y le pregunta si le pasa algo. Y ella dice que no .
Respecto a lo que el sujetador se rompa, no tenemos muy claro si se lo ha roto él. Porque el problema con los sujetadores palabra de honor es que prácticamente se rompen con mirarlos. Yo lo sé por experiencia propia después de un suceso que podrían corroborar muchísimas personas. En la fiesta de cumpleaños de un famoso presentador de televisión, hace ya muchos años yo llevaba un top palabra de honor. Carísimo . Mientras estaba bailando en la pista alguien me abrazó demasiado efusivamente y el top se rompió. Todos los asistentes a la fiesta vieron mi pecho.
El hecho de que él grite y le diga que se vaya de su casa porque ella no quiere mantener relaciones sexuales nos demuestra que Carlos Vermut puede ser un perfecto gilipollas, y un cretino integral. Pero de momento ser un cretino no es un delito.
Ella se ha paralizado y no ha querido seguir, él le ha preguntado si le pasa algo, ella le ha dicho que no, que no pasa, y aún así él no ha seguido. El ha frenado ese conato de relación. Se han besado, luego ella ha decidido no seguir y él ha frenado.
Ella cuenta que tiempo después el se vuelve a poner en contacto con ella y que ella le dice » estoy bien, pero no quiero hablar ya contigo». Ojo: no le dice «estoy bien, pero no quiero hablar ya contigo porque me agrediste sexualmente».
Esta mujer se comporta con una actitud sana. No le gustó lo que pasó y no quiere seguir manteniendo ningún tipo de relación con él. Parece una mujer muy asertiva e inteligente.
Pero queda claro que, si bien Carlos V. se comportó con la educación de un túzaro, no hubo una agresión sexual.
Un detalle a tener en cuenta: Se trata de un testimonio que recuerda un hecho acaecido ocho años antes. Ella no recuerda bien lo que él dijo, por lo tanto es más que posible es que recuerde bien el episodio. Carlos no puede confirmar o desmentir la historia, puesto que ni siquiera sabe quién es la tal testigo anónima. Pero asegura sus amigos que él no recuerda ningún episodio de ese tipo.
3. Testimonio tres, sobre hechos presuntamente acaecidos desde finales del 2019 a finales del 2022.
Esta mujer habla de que tiene una relación horrible , espantosa e intensamente tóxica, con Carlos. Pero ella no la corta. Es él quien corta la relación.
Cito textualmente: «Al día siguiente recibió un mensaje de Vermut en el que él da por acabada la relación alegando que ella bebía mucha y no y él no se sentía cómodo con una pareja así.»
«Poco después de alejarse de él, ella acude a una psicóloga que le diagnosticó ansiedad relacional»
«Cuando estás con la autoestima baja como yo siempre pones las necesidades del resto por delante de las tuyas. Si te presta atención a alguien que dentro del mundo en el que tú trabajas tiene un cierto poder y prestigio es más importante aún».
«La pareja actual de esta mujer asegura que nunca ha conocido a nadie con tanto miedo en la cama.»
La ansiedad relacional no es un diagnóstico. Ni en el CIE-11 ni en el DSM-5 existe la ansiedad relacional como diagnóstico. En todo caso, la psicóloga le puede haber dicho que tiene un patrón de apego ansioso que deriva en estrés relacional. Y, si lo tuviera, este patrón se ha forjado en la infancia ,de forma que Carlos V. no tiene nada que ver con esto.
Sí es cierto que si es una persona con autoestima baja y con un patrón de apego ansioso, entonces es fácil que haya entrado en relaciones en las que se ha colocado en una posición sumisa. Y ella lo reconoce así, es ella la que ha entrado en esta relación y ha puesto las necesidades de él por encima de las suyas.
Respecto a lo que dice su pareja, lo único que él nos dice es que esta mujer tiene miedo en la cama, pero esto no necesariamente se debe a que haya tenido una relación con este director. Si tiene un patrón de apego ansioso es lógico que tenga miedo en la cama.
En cualquier caso, si ella admite que ha entrado en esa relación porque ha querido, que ha puesto las necesidades del otro por encima de las suyas y que es él quien ha cortado esa relación, el caso es que ella ha consentido en estar allí, y ¿también deseado?, puesto que ella no cortaba la relación.
Ella explica «intenté convencerme de que esa manera de concebir las relaciones me tenía que gustar» . No dice que es él quien intenta convencerla sino ella quien intenta convencerse a sí misma. ¡A eso me refiero cuando digo que las mujeres caen víctimas de cierta presión social! Cuando diarios como el propio El País alientan a ese tipo de relaciones, que son cool , es fácil creer que «te tienen que gustar». Es fácil que una persona con patrón sumiso quiera atenerse a los cánones socialmente establecidos.
Como digo, los patrones de deseo son tremendamente complejos y en muchas ocasiones no son sanos. La famosa frase «protegedme de lo que deseo» parte de esa premisa
Si esta mujer quiere recuperar la agencia en su vida tiene que ser consciente de que entró en esa relación llevada por un patrón ansioso y de sumisión, y que de esa relación ha aprendido lo que no le gusta , y lo que no quiere volver a repetir.
Pero legalmente no puede denunciar a este hombre, ni puede culpabilizar a este hombre de algo que en principio ella consintió. O eso se entiende porque ella continúa las relaciones, no le deja.
Él puede ser muy perverso en la cama, sí. Violento, desagradable. Pero a día de hoy no solo es que las relaciones perversas no están prohibidas, sino que desde el mismo medio que critica estas relaciones y que presenta a Carlos como un monstruo se han publicado artículos ensalzando relaciones BDSM, el shibari (el arte japonés de inmovilizar con cuerdas a una esclava sexual), los «mordiscos y tacones» ( sic) , el fetichismo sadomasoquista, el bondage, la dominación,el masoquismo y el Kink. Infinidad de artículos ensalzando estas prácticas que Carlos V. llevaba al terreno real. Uno en particular me llama la atención. El titular: «quiero que me den caña y no quiero que me juzguen por eso «.
Entonces ¿Es Carlos V. un monstruo o un delincuente por poner en práctica las relaciones que el mismo diario ensalza, legitima, normaliza e incluso aconseja menudo desde sus páginas?
Yo personalmente no estoy de acuerdo con llevar la violencia al sexo. Creo que sucede a menudo lo que deducimos de estos testimonios. Que muchas mujeres que entran en este tipo de relaciones luego se arrepienten y se sienten maltratadas. E incluso probablemente hayan vivido un maltrato disfrazado de rollito cool. Y si a usted le parece que por afirmar esto soy una charo, una carca, una rancia, una retrógrada, una moralizante y una terfa, me da igual.
Pero me parece terriblemente hipócrita por parte del diario condenar a quien realiza las mismas prácticas que ellos alientan, legitiman, normalizan e incluso preconizan desde sus páginas.
4. Testimonio respecto a hechos supuestamente acaecidos en Octubre del 2012.
Tienen una primera relación.
«No recuerdo si le dije que no». » La sensación era que me forzaba»
«Siguió vinculada al círculo del cineasta y le escribía a menudo. El director no le contestaba o le daba larga diciéndole, según recuerda ella, que tenía novia»
Tiempo después vuelven a quedar, ella acepta quedar con él en un bar. Ella tiene pareja.
«No recuerdo si le dejé entrar o él se metió, tampoco recuerdo bien como comenzó»
«En el portal aguanté para no despertar a mis vecinos por vergüenza»
Veamos esto.
En primer lugar, esto sucede doce años antes de que se publique el artículo y ella misma reconoce que lo recuerda todo muy borroso.
Dice que aguantó en el portal para no despertar a sus vecinos, no porque se quedara paralizada de miedo.
Dice que no denunció ni lo contó porque «él era el niño mimado del cine». Pero no lo era.
Carlos no era una persona con poder. En aquel mes, octubre del 2012, Carlos acababa de estrenar una película supercutre hecha con 20.000 euros puestos de su propio bolsillo. Nadie se la había querido producir. Hace falta tener huevos para que un diario nacional afirme que en aquel momento era el niño mimado del cine.
Finalmente, ella dice que » la sensación era que le forzaba», pero no afirma claramente que le estuviera forzando. Y ese es el problema legal. Los sentimientos no son hechos objetivos.
5. Testimonio cinco, sobre hechos supuestamente acaecidos en verano del 2013.
» Entré porque quise» » No recuerdo que lo habláramos» .
De nuevo habla de una relación de sexo duro y dominante que, repito por enésima vez, es un tipo de prácticas sexuales que en páginas de El País se legitiman innumerables veces (basta con que ustedes tecleen «BDSM+ El País» para que lo comprueben de primera mano).
Es decir: no es una relación ilegal, no es un delito.
De nuevo dice que «no recuerda». ¿Qué va a recordar si han pasado once años?. Hablamos de un testimonio borroso y probablemente inexacto.
Ella cuenta que después de ese encuentro, que a ella no le ha gustado, «siguió con la misma relación de amistad y durante tiempo hablaron por email de forma esporádica».
Por supuesto que a ella no le ha gustado la relación que ha mantenido. Muchísima gente entra en relaciones de dominación sexual y sale escaldada, porque lo que le han vendido desde la posmodernidad, y desde las propias páginas de El País, como una experiencia excitante resulta ser en el mundo real algo muy desagradable. Pero, legalmente hablando, aquí no se aprecia delito alguno. Si se aprecia sufrimiento de ella.
6. Testimonio sobre hechos supuestamente acaecidos de marzo del 2023 a enero de 2024.
Comenzaron una relación sentimental que duró un año. Y que acaba justo un mes antes de que el artículo se publique.
«Nos veíamos una vez a la semana». «Mi trabajo no dependía de él y se lo deje claro desde el principio»
Dice que Vermut le dijo que» si él hacía un chasquido con los dedos, esa persona se quedaba sin curro». Me extraña sobremanera que dijera eso, pero más aún que ella se lo creyera. Como he dicho, Carlos era un director muy minoritario y con muy poco poder. Pero es que además ni siquiera Pedro Almodóvar ha conseguido vetar a actores con los que se ha peleado y con los que ha discutido. Si no lo consiguió Almodóvar, que SÍ que es el niño mimado del cine español, lo va a conseguir un director cuya película más famosa no vieron ni 50.000 espectadores…
Habla de relaciones sexuales «perversas», pero en ningún momento dice que ella le dijera que no quería.
«Me usaba como un trapo y yo pensaba que a mí eso me gustaba».
Cuenta que llamó al 016 y «me dijeron que no podían ayudarme porque yo había subido de manera voluntaria a su casa y que no me había obligado. «
El 016 le dice a esta mujer que no ha sido víctima de violencia sexual. El País incluye este testimonio dando a entender que el 016 no tiene ni idea de lo que habla. Pero… ¡al final del artículo te recomienda que si eres víctima de violencia machista llames al 016! ¿En qué quedamos?
El diario dice que psiquiatra y el psicólogo diagnostican insomnio e hipervigilancia.
Se dice que ella ha acudido a una oficina del Ayuntamiento de Madrid de atención a víctimas de violencia sexual, pero no hay ningún informe.
Si el psiquiatra y el psicólogo hubieran emitido un informe en el que se hablara de » insomnio e hipervigilancia reactivos a una agresión sexual» o la oficina del Ayuntamiento hubiera emitido un informe, entonces podríamos hablar de que claramente un psiquiatra un psicólogo y un especialista han dicho que lo que le sucede a esta mujer es consecuencia directa de lo que vivió. Pero no lo dicen.
De hecho, si no se incluye el término «reactivo» se puede entender que esa hipervigilancia existían antes de que ella entrara en la relación, y que por eso su testimonio puede estar distorsionado.
Llama la atención que el diario no haya pedido copia de esos informes de psicólogo y psiquiatra, y del informe de la oficina del Ayuntamiento, que necesariamente esta mujer debería haberles enseñado.
Ella dice que «pensaba que eso a ella le gustaba», y que luego decidió que no.
Y estamos en lo de siempre: que el deseo es complejo y a veces ( muchas lo hemos vivido) entras en ciertas prácticas sexuales, porque están de moda , porque te convencen de que eso mola, porque te dicen que va a ser muy excitante. Pero para la mayoría de las mujeres finalmente no lo son. Y te das cuenta cuando eso acaba. El problema es que has consentido e incluso has deseado. No puedes culparle al otro de una práctica en la que has entrado por propia voluntad. Eso no quiere decir que tu sufrimiento no exista, porque existe. Quiere decir que nuestra sociedad es ambivalente respecto a lo que se considera legítimo y lo que no.
A modo de conclusión
El País organizó una fatwa contra un individuo que sólo es culpable de mantener un tipo de relaciones sexuales basadas en la dominación, relaciones que El País ha promocionado ampliamente desde sus páginas, en infinidad de artículos.
Un tipo de relaciones que desde el mismo artículo califican como «perversas», pero que desde luego no son ilegales.
Infinidad de mujeres entran en estas prácticas y acaban hartas y destrozadas. Doy fe. Yo personalmente creo que muy pocas mujeres las disfrutan de verdad.
Pero un diario que legitima, normaliza y ¿por qué no decirlo? promociona estas prácticas como legítimas no puede luego impulsar una campaña de cancelación contra quien las practica.
Por último, yo creo que las prácticas de sexo violento son vejatorias para las mujeres incluso si existiera una minoría que realmente las disfruta. Y espero que se haya entendido claramente que mi intención ha sido abrir debate y no atacar a seis mujeres con las que puedo empatizar desde la posición de quien ya estuvo allí.