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Fácil, pero estupendo

El barbero se confiesa. Dedicarle un artículo de su sección a un libro de aforismos es mucha facilidad. Porque el aforista ya trae los recortes hechos de su casa. El aforismo, de hecho, es eso. Lo vio de maravilla Nicolás Gómez Dávila, como tantas otras cosas, cuando tituló su imprescindible obra aforística Sucesivos escolios a un texto implícito. Sin el toque culturalista de los «escolios», que para eso hay que tener la biblioteca de 20.000 volúmenes de Gómez Dávila, cualquier aforista podría titular lo suyo: «Sucesivos recortes de un texto implícito, que os ahorro». De alguna manera, se puede afirmar que los aforismos se escriben con tijeras.

Daniel Mocher tiene, desde luego, humor a lo Gómez de la Serna. Véase: «Las predicciones más certeras: las de las radiografías»

Pero yo arrostro esas tijeras redundantes y la justa acusación de facilidad que pueden hacerme con tal de que ustedes, lectores de Ideas, tengan una muestra de la excelente aforística que se está haciendo hoy en España. Daniel Mocher (Valencia, 1977) ya había publicado Días señalados (Talón de Aquiles, 2020) y El punto sobre la y (2021), éste último a ocho manos o a cuatro tijeras con Jon Bengoetxea, Daniel Rivallo y Michel F. Ahora nos ofrece en Los propios pasos (La Isla de Siltolá, 2022) un puñado de ideas tan afinadas que merecen mostrarse (el bien es difusivo) y hasta memorizarse. Pero no sólo eso, sino que nos regala una voz auténtica e inconfundible. Que los pasos del título sean «propios» es una advertencia que no debe pasarnos desapercibida. Primero, porque es verdad y, segundo, porque quizá la prueba de fuego del aforista es conseguir ese estilo personal e intransferible en un espacio tan corto.

Mocher tiene, desde luego, humor a lo Gómez de la Serna. Véase: «Las predicciones más certeras: las de las radiografías». Con el mismo inesperado trasfondo moral que tiene Gómez de la Serna en sus mejores momentos. Esto de Mocher hay que sopesarlo: «Buscar razones de peso para todo lo que hacemos podría llegar a hundirnos».

Contra el desánimo, Daniel Mocher propone en ‘Los propios pasos’ una moral que sube la ídem: «La rutina es una oportunidad que se repite» o «Ayudar a los demás es el mejor método de autoayuda»

Contra la frivolidad que se le presupone al aforismo, éstos no tienen miedo a complicarse con la crítica social: «Demasiados políticos tienen un agujero en los bolsillos de nuestros pantalones». «A este paso los políticos no se verán reflejados en los espejos». O esta denuncia radical de nuestro tiempo: «Lo muy humano ya parece cosas de ángeles». O ésta: «Es revelador que el papel del periódico sea inmejorable a la hora de empezar un buen fuego».

Contra el desánimo, propone una moral que sube la ídem: «La rutina es una oportunidad que se repite» o «Ayudar a los demás es el mejor método de autoayuda». Tampoco le hace ascos al aforismo lírico a lo Jesús Montiel: «Un niño, cuando juega, repara una iglesia en ruinas». Esa dulce dimensión metafórica convive sin problemas de vecindad con las saladas salidas de luminosos juegos de palabras: «También hay que hacer un camino en la pausa». La convivencia es tan estrecha que a veces comparten un mismo y breve aforismo: «Toda la luz cabe en la copa de un árbol. Ni una gota se derrama».

Tal diversidad de tonos y hasta de intenciones no va en detrimento de la propiedad de una voz única, y ahí reside el máximo valor de este pequeño gran libro de aforismos. Espero que, en esta muestra, se muestre tanto la variedad de ideas como se demuestre la unidad esencial de quien las escribe. Van:

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Que no ocurra nada también es un accidente.

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Todos somos iguales ante la ley hasta que se demuestre lo contrario.

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En los tiempos que corren, la bondad es el harakiri más hermoso.

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Morir es pasar a limpio todos los apuntes.

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Lo importante hay que esconderlo al alcance de todos.

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Lo que es celosamente hermético suele estar vacío.

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La vida interior es un bien de interés público.

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El miedo no deja pensar con claridad y viceversa.

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Cada paso que damos vamos trazando el mapa del tesoro.

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Los niños van por la vida con libertad de cátedra.

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El cuerpo y el alma suelen regresar de los viajes cada uno por su lado.

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Leer un libro como quien injerta un árbol.

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La indiferencia es la forma más rápida de envasarse al vacío.

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Si la luna influye en las mareas ¿qué no hará en un endecasílabo?

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El último intento ha salvado muchas vidas.

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Plantar un almendro para seguir dando las gracias cuando ya no estemos aquí.

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