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Lo que aprendí conviviendo con la élite ‘negacionista’

Periodistas, economistas, filósofos, virólogos, y epidemiólogos de prestigio internacional críticos con la factura social de la pandemia

A finales de abril pasé un fin de semana escuchando seis conferencias diarias en un bonito hotel de San Feliú de Guixols (Gerona). No eran charlas cualquiera: allí se reunían diputados, periodistas, economistas, filósofos, virólogos, y epidemiólogos de prestigio internacional para compartir sus experiencias de los años de la pandemia, en los que la mayoría habían sufrido juicios, persecución políticas y caza de brujas dentro de sus gremios, incluso retirada de cargos y honores. Por encima de esto, se reunían personas espantadas con la factura social de todo aquello, por ejemplo el deterioro que supuso para muchas de sus profesiones.

En la hora del cóctel, trasegando whisky sours, aparecían los casos más extremos: presiones de agentes del gobierno a familiares y amigos, asustándoles con que “su marido está tirando su carrera por la borda” o “las opiniones de su hija en Facebook pueden matar a millones de personas”. Pero no nos confundamos: el objetivo de este encuentro no era lloriquear, ni hacer una especie de terapia de grupo, sino estar preparados para la siguiente vez que ocurra (no solo una pandemia, sino cualquier operación de control relacionada con el cambio climático o la censura woke). Si hay una cosa en la que nos ganan los anglosajones es en capacidad de previsión.

Como buenos conspiranoicos, lo primero que les interesará saber es quién pagaba la cuenta de todo aquello. Fue el Instituto Brownstone, una organización estadounidense sin ánimo de lucro, fundada en mayo de 2021, cuando empezó a estar claro que las élites globales concebían el confinamiento como algo algo más que una medida extrema para capear una emergencia médica. Browsntone tiene un portal propio donde publica cada día artículos de firmas solventes —disponibles en varios idiomas— contra los dogmas dominantes, no solo en cuestión de pandemia, sino contra la censura y los excesos de la ideología de género y el activismo climático. “No se trata solo de esta crisis, sino también de las pasadas y futuras. Esta lección tiene que ver con la necesidad de un nuevo enfoque que rechace el poder de las minorías privilegiadas para gobernar mayoría bajo cualquier pretexto”, explican en su página web.

Brownstone está dirigida por Jeffrey Tucker (en la foto), empresario y escritor que militó muchos años en el anarcoliberalismo pero luego se acercó al catolicismo y conservadurismo tradicional (anfitrión impecable, se pasó los tres días presentando a los invitados luciendo con una capa salmantina, prenda que le encanta). Brownstone es una institución cercana al Trinity College (Hartford, Connecticut), alma mater de algunas de la figura más relevantes de Fox News y de la derecha alternativa estadounidense, incluido el periodista estrella Tucker Carlson.

¿Aspiraciones del Brownstone Institute? “En la mayoría de los países, las políticas públicas de respuesta al virus fueron un experimento fallido que buscaba el control total de la economía y la sociedad. Los confinamientos marcaban hasta qué punto son factibles esas técnicas de control”, exponen. También se enorgullecen de “no recibir dinero ni realizar intercambios quid pro quo de ningún gobierno, laboratorio farmacéutico ni grandes fundaciones como la de Bill Gates”. Digamos que no son el cliente objetivo del máster de Begoña Gómez, ni tiene motivos para contratarla como recaudadora de fondos. 

Una de las mejores conferencias fue la de Jordi Pigem, filósofo catalán famoso por una entrevista en TV3 donde el director del programa pensó que iba a decir lo de siempre pero se dedicó a triturar la información oficial, triturando los audiómetros y batiendo récords de clics varias semanas. Pigem es autor de Pandemia y posverdad. La vida, la conciencia y la cuarta revolución industrial (2021, Fragmenta). Su ensayo expone que, el actual modelo social está “personalizando a los robots y robotizando a las personas». Una de las sugerencias más aplaudidas de su discurso es dejar de llamar a la IA «Inteligencia artificial» para rebautizarla como «Invasión algorítmica”

Otras de las charlas destacadas fue la de Tom Harrington, catedrático emérito de Estudios Hispánicos y autor de La traición de los expertos: el covid y la clase con credenciales (2023), que publicó la editorial de Brownstone y todavía no tiene traducción al castellano. El libro expone una paradoja inquietante: las capas con mayor instrucción de las sociedades occidentales se pusieron enseguida firmes ante el relato oficial, sin cuestionarlo en ningún momento, mientras que fueron sobre todo miembros de las clases más humildes quienes llevaron el peso de la resistencia. Por desgracia, el manejo de las estadísticas y el abuso del ‘argumento de autoridad’ de los ‘expertos’ terminaron consiguiendo que la ciudadanía aplaudiese la mayor vulneración de Derechos Fundamentales perpetrada desde la Segunda Guerra Mundial.

Dos mujeres protagonizaron charlas brillantes. La primera, Martina Pastorelli, periodista católica italiana que defiende que las élites globalistas usaron el covid para imponer su sueño tecnocrático: conseguir que los ciudadanos acepten que lo mejor para todos es que los altos funcionarios piensen y decidan por nosotros. Pueden hacerse una idea viendo el documental Covid: dodici mesi de pensiero critico (2023), con más de tres millones trescientas mil visualizaciones en el último año. ¿Frase destacada? “La obsesión de los medios italianos con el fascismo les impide ver el fascismo real”, defiende al estilo de compatriotas como Pasolini y el filósofo Diego Fusaro. También recomienda La abolición del hombre de C.S. Lewis como manual de autodefensa frente a las élites tecnócratas, que expresan sus planes en documentos como “Nuestra agenda común” de Naciones Unidas.

Tras ella intervino Alexandra Henrion Caude, que repartió ejemplares de su ensayo superventas Los aprendices de brujo: todo lo que se nos oculta sobre el ARN mensajero (La Esfera), que llegó al número uno en Francia. La prestigiosa genetista es célebre por haber explicado a los franceses que grandes corporaciones como Pfizer, BioNTech y Moderna desarrollaron vacunas basadas en ARN mensajero sintético, «una biotecnología potente y prometedora, pero de la que todavía conocemos muy poco y que nos modifica genéticamente. Sin embargo, se suministró masivamente antes de recabar datos esenciales, en procesos poco transparentes y sin completar las fases de control habituales”. 

Henrion Caude recordó la implacable persecución contra sus investigaciones y la retirada (sin avisar) de su condición de miembro de diversas instituciones médicas. «Una lección que aprendí es que cuanto más te acercas a la verdad más duro vienen a por ti», dijo, frase que provocó un aplauso general en una sala llena de gente que lo ha sufrido. No nos engañemos: estamos en una reunión de tipos duros, entre ellos Aseem Malhotra, prestigioso cardiólogo que fue asesor del gobierno británico y que pronunció en el Parlamento Europeo un discurso titulado “Industria farmacéutica y alimentaria: matar para obtener beneficios”. En el mensaje fijado de su Twitter aparece una foto suya esparciendo las cenizas de su padre, sobre un texto donde le promete justicia para todos los que sufrieron (como su progenitor) con las vacunas ARNm, “que nunca debieron ser aprobadas y ciertamente tampoco suministradas sin consentimiento informado”. Muchos de los nombres que aparecen en esta crónica fueron entrevistados en el podcast Grupo de control, realizado por Carlos Sánchez para la web de Beatriz Talegón. Ambos se encontraban entre los invitados al fin de semana.

Otro de los pocos españoles invitados fue el gallego David Souto Alcalde, autor de alguno de los artículos más corrosivos contra el dogmatismo liberal y el autoritarismo de Pedro Sánchez en materia sanitaria. Souto defiende que el gobierno de Sánchez es una muestra de esa izquierda que a mediados de los noventa arremetía contra la política de ajustes el Banco Mundial y el FMI mientras que ahora se pliega como una mascota a cualquier orden de una de sus instituciones hermanas, la OMS. “Somos muchos los que nos negamos a olvidar que bajo su mandato fuimos arrestados de manera ilegal en nuestros domicilios con un enorme perjuicio tanto para la salud de los vulnerables como de los no vulnerables. Pero somos aún más los que nunca perdonaremos que prohibiese a nuestros hijos pequeños pisar ni un mísero segundo la calle con el único fin de ofrecer un ejemplo internacional de control social a sus amos, aun cuando los diferentes estudios científicos disponibles indicaban que la covid-19 no representaba un peligro para los niños y que estos no eran un vector de contagio relevante». La conclusión de Souto es que nuestro presidente «utiliza un vocabulario falsamente republicano para imponer una agenda abiertamente antidemocrática”.

Al finalizar se montó una lista de WhatsApp para estar conectados y alerta. Pocos días después de volver a casa, se anunció que está probado que la vacuna de AstraZeneca está relacionada con casos de trombosis. Iker Jiménez recuerda en redes que le llamaron “negacionista” —de manera reiterada— por cuestionarla. ¿Volverá ocurrir todo esto en el próximo shock global?

Víctor Lenore (Soria, 1972) es periodista cultural. Ha colaborado en distintos medios, entre ellos El Confidencial, Vozpópuli, El País, La Razón y Rolling Stone. Es autor de los ensayos 'Indies, hípsters y gafapastas' (Capitán Swing, 2014) y 'Espectros de la movida. Por qué odiar los años ochenta' (Akal, 2018)

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