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Regreso a Reims, retrato de un abandono

La noticia fue un jarro de agua fría, entre lo extraño, lo novedoso y lo desconcertante de quién asiste a la renuncia de unos hábitos profundamente arraigados. De quien asiste a la renuncia -total o parcial- del relato político que ha modulado gran parte de su experiencia vital, una vida atravesada por los dolores físicos; de quién ha sobrevivido a la sombra de 10 horas diarias repitiendo los mismos movimientos en una cadena de montaje, bajo unas condiciones laborales siniestras e inhumanas y un sueldo miserable. Su madre, histórica militante comunista -tan creyente como practicante- le confesó, con el pudor de quien confiesa sus pecados más íntimos, que en las anteriores elecciones había votado al Frente Nacional, con la esperanza –decía– teñida de temor y culpa, de que, pese a su voto, y el de muchos de sus históricos camaradas, el partido de Le Pen no obtuviese representación suficiente para ser una fuerza de peso en el tablero político francés. Maman, je ne comprends rien!

¿Qué puede haber sucedido en la historia política francesa y en la experiencia social de la clase obrera gala para que una familia que proviene de una fuerte tradición comunista acabe votando por el Frente Nacional? Esta cuestión, articulada sobre su propia experiencia vital, se planteó el filósofo y sociólogo Didier Eribon -discípulo de Pierre Bourdieu- tras la muerte de su padre, al regresar a su ciudad natal en el noreste de Francia, Reims, décadas después de su definitiva y deliberada ruptura con el mundo familiar, social y popular que le vio nacer. Eribon asumió entonces que durante muchos años, más de los que podía recordar, había reprimido sus orígenes obreros para asentarse en París y convertirse en uno de los grandes intelectuales franceses de su tiempo.

El film de Périot cuestiona los cimientos de la memoria oficial y replantea la construcción de la historia, sin reparos a descubrir ante el espectador la violencia de la explotación

Como suele ocurrir con las grandes historias, el ensayo de Eribon, en el que trata de responder, entre otras, a esta compleja pregunta -Regreso a Reims, (2017)- es ahora visible en la gran pantalla -no tarden en ir a verla- , en una adaptación con el mismo nombre, del director Jean-Gabriel Périot (Bellac, 1974); una personalidad consolidada en el circuito de cine de vanguardia, que hace suyo el texto original del filósofo galo para narrar, a través de una enorme selección de imágenes de archivo y la voz narradora de Adèle Haenel (Retrato de una mujer en llamas), una historia tan íntima como colectiva que nos acerca al desarrollo social de la clase obrera francesa y sus condiciones de vida desde principios de la década de 1950 hasta la actualidad. 

Uno de los grandes méritos del film de Périot es que logra articular un relato sobre la vida de la clase trabajadora francesa y su actual condena al ostracismo

El film de Périot cuestiona los cimientos de la memoria oficial y replantea la construcción de la historia, sin reparos a descubrir ante el espectador la violencia de la explotación y las desigualdades sociales experimentadas en la vida cotidiana de la familia como relato catalizador de la experiencia de varias generaciones de trabajadores franceses a lo largo de tantos años.

‘Regreso a Reims’ ahonda en los vínculos que existen entre la memoria común y la individual (…) en un ejercicio artístico que desdibuja las fronteras entre la ficción, el documental y el cine histórico

Uno de los grandes méritos del film de Périot es que logra articular un relato sobre la vida de la clase trabajadora francesa y su actual condena al ostracismo y, pese a que el director se vale de cientos de imágenes de archivo, personajes, localizaciones y saltos en el tiempo, gracias a un trabajo de montaje deslumbrante, todos los recursos utilizados encajan a la perfección con el relato familiar: una sola voz que nos habla de las aspiraciones, los anhelos y las imperfecciones de la clase trabajadora francesa y que muestra sin titubeos su profundo desencanto con sus representantes, dando lugar a toda una generación huérfana políticamente, despojada de una identidad colectiva. 

A través del relato familiar de Eribon, «Regreso a Reims» ahonda en los vínculos que existen entre la memoria común y la individual, en la necesidad de la comunidad y la solidaridad, en un ejercicio artístico que desdibuja las fronteras entre la ficción, el documental y el cine histórico.

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