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Cinco formas fáciles de impulsar la tasa de fertilidad

La natalidad, en general, se suele fomentar con medidas socialmente conservadoras que protejan la familia y se perjudica con mayores facilidades para el aborto

Hay pocos temas que tengan mayor importancia económica que el de la fertilidad humana. Es obvio para economistas e inversores que las caídas de la población, incluso en sociedades extremadamente desarrolladas, conllevan importantes consecuencias negativas para el crecimiento económico, la sostenibilidad de los sistemas intergeneracionales de pensiones, etc.

Luego está el ángulo social. Dado que resulta claro que la contracción de la población ha de ser evitada o al menos minimizada para evitar el colapso de las sociedades, el debate sobre la inmigración se ha convertido en el más bronco y relevante de todos en muchos países del mundo, desde España hasta Chile, pasando por Francia.

En un país sin salida a la vista de una espiral demográfica descendente, la inmigración es la única salvación sobre el papel: pero también trae consigo enormes externalidades negativas de todo tipo que pueden precisar de generaciones para ser ajustadas, o no serlo jamás, sobre todo cuando (como suele ser habitual) los inmigrantes se mueven de sociedades pobres durante siglos a otras ricas durante siglos, con los choques que ello conlleva.

Hay partidos de la derecha europea que están tomando cartas en el asunto. Viktor Orban, en Hungría, anunció hace meses que las madres de menos de 30 años de edad estarán completamente exentas del pago del impuesto sobre la renta. En Italia, el Gobierno ha presentado un plan de ayudas para las familias italianas, cuyo eje central es librar del impuesto de la renta a los hogares que tengan al menos dos hijos.

Por otro lado, el mundo también está lleno de gente que perjura que ninguna medida funciona, y que francamente no hay forma de evitar la extinción de los europeos (y muchos otros pueblos). Ello es, a largo plazo, el resultado de mantener una fertilidad por debajo de dos hijos por mujer, que es predominante prácticamente en todo el mundo salvo el Africa Subsahariana.

Habiendo examinado diversos estudios académicos, les presento cinco medidas que han funcionado para impulsar la fertilidad, allá donde se han aplicado:

1-Pagar a la gente para tener hijos: cuando el gobierno subsidia cualquier cosa, obtiene más de esa cosa. Sea lo que sea lo puedes subvencionar: así, créditos fiscales, dádivas en efectivo, descuentos especiales… Todo eso funciona. Por ejemplo: tuve a mis dos hijos cuando cada uno vino con una devolución de impuestos de 3.000 euros cortesía del Gobierno (español). Aquí pueden leer un estudio académico de la economista Libertad González, la que más ha revisado los efectos de política pública sobre la fertilidad en España, que demuestra que los cheques-bebés aumentaron la fertilidad mientras estuvieron vigentes entre 2007 y 2010, tanto al adelantar nacimientos como al llevar a más nacimientos de los que habría habido en ausencia de los subsidios. Tengan en cuenta que ni siquiera hace falta que sea el gobierno el que pague: en China ya hay empresas privadas que pagan a la gente por tener hijos (y en España algunas ofrecen pequeños incrementos de paga a los padres y madres trabajadores).

2-Hacer que las personas se casen y permanezcan casadas: las personas que están casadas tienen más hijos; divorciados, solteros, personas en acuerdos de convivencia, todos tienen menos hijos en promedio en todos los países que he revisado. El matrimonio ayuda mucho, a pesar de lo que dicen todas las comedias de la tele: las personas casadas también tienen un menor riesgo de suicidio, especialmente si tienen hijos que mantener. La natalidad, en general, se suele fomentar con medidas socialmente conservadoras que protejan la familia y se perjudica con mayores facilidades para el aborto, como demuestra aquí Libertad González en un estudio al respecto. Otro ejemplo: si los legisladores deciden que habría que limitar en lo posible la incidencia del divorcio, para aumentar la natalidad, deberían concluir que hay que desincentivar las relaciones prematrimoniales, ya que la frecuencia de éstas está correlacionada con mayores posibilidades de divorcio después: a pesar de lo que te digan las películas de Hollywood, las parejas que se casan después de pasar por muchas camas ajenas estadísticamente se divorcian con más frecuencia que la gente que ha tenido muy pocas o ninguna relación extramatrimonial.

3-Facilitar que las mujeres (¡y los hombres!) que no están interesados en carreras se conviertan en amos/amas de casa: la naturaleza humana es una creación antigua, más antigua de lo que piensa. Muchas mujeres están muy interesadas en quedarse en casa y cuidar a los niños. Ese es un hecho universal, aplicable a todas las sociedades de la historia humana de las que tenemos noticias: desde los guerreros espartanos de antaño hasta los suecos modernos amantes de Ikea. Si facilitas que una de las personas de una pareja no trabaje (y no tiene que ser la mujer), bajando el paro para que el salario sea más alto y los que no quieran no tengan que trabajo, entonces tendrás más hijos. En la misma línea, acabar con la discriminación laboral a las madres trabajadoras (frecuentemente despedidas o no ascendidas por haber sido madres) también incrementa la natalidad.

4-Hacer que la vivienda sea asequible: las personas que no tienen un hogar propio esperarán a tener hijos, por lo que no tendrán tantos como quisieran: la naturaleza funciona de esa manera, la mayoría de las mujeres ven una clara caída en la fertilidad a partir de los 35 años de edad.

5-Hay trucos para fomentar la natalidad que, de tan simples, resultan chocantes: en un reciente estudio en Australia, buscando evaluar la eficiencia de programas contra el embarazo temprano, se repartieron muñecos realistas entre chicas estudiantes de entre 13 y 15 años, a los que había que limpiar el culo, alimentar, dormir, etc, con el fin de que entendieran lo engorroso que es tener un bebé de verdad. El resultado del reparto de tales muñecos fue que la preferencia por tener bebés lo antes posible aumentó entre las participantes en lugar de disminuir.

Curiosamente (y esto para mí es una sorpresa) una de las medidas estrellas de los países escandinavos, la extensión de los permisos de paternidad, no funciona, al menos en España, según este otro estudio de la productiva Libertad González, que concluye que el permiso de paternidad retribuido provoca retrasos en la fecundidad posterior, que los padres con derecho al permiso tardaron más en tener otro hijo y que las parejas que pueden pedir el permiso tienen menos probabilidades de tener otro hijo en los siguientes seis años.

Todo esto (quizás con la excepción del reparto de muñequitos realistas) son recetas simples, pero entiendo perfectamente que no son fáciles de implementar, debido fundamentalmente a la falta de fondos y voluntad política.

Solteronas y solterones, monjas y monjes, o simplemente mujeres y hombres infértiles o a los que no les gustan los niños y tienen cosas mejores que hacer los ha habido y los habrá siempre. La cuestión es ayudar a los que quieren tener hijos a tener tantos como quieran, porque ello sería más que suficiente para acabar con la crisis demográfica.

¿Y eso es lo que está intentando hacer Hungría, no, con todos los chequés bebés y exenciones de impuestos que ha aplicado Orban desde que llegó a ser primer ministro en 2010? ¿Y cómo les va? Pues observen la evolución de la tasa de fertilidad (TFR) húngara, o tasa de hijos por mujer, que ha subido casi un 16%. A este ritmo, en pocos años Hungría será el único país europeo con crecimiento natural de la población.

Madrid, 1973. Tras una corta y penosa carrera como surfista en Australia, acabó como empleado del Partido Comunista Chino en Pekín, antes de convertirse en corresponsal en Asia-Pacífico y en Europa del Wall Street Journal y Bloomberg News. Ha publicado cuatro libros en inglés y español, incluyendo 'Podemos en Venezuela', sobre los orígenes del partido morado en el chavismo bolivariano. En la actualidad reside en Washington, DC.

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