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ESTANQUEROS DE LIRCAY III

Breve semblante de Mario Góngora, el historiador del nacionalismo chileno

Transcurrido ya un mes de mi estancia de investigación en Chile, este es el primer texto escrito acerca de una enigmática figura en la que no puedo sino verme reflejado: Mario Góngora. Comunista en la juventud, católico militante, conservador y reaccionario en su madurez; lector de Carl Schmitt e interesado en la América española, la Filosofía de la Historia y la Teoría del Estado.

Mario Góngora del Campo, nacido un 22 de junio en el Santiago de Chile de 1915, fue un prestigioso historiador e historiador de las ideas y de la cultura galardonado con el Premio Nacional de Historia en 1976. Destacó, principalmente, por sus estudios en el período colonial hispánico así como por su magna obra Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (1981). Fue profesor en la Universidad de Chile por más de 30 años donde dirigió tres institutos de investigación: el Instituto de Investigaciones Histórico-Culturales (desde 1953 a 1954); el Centro de Historia Colonial (de 1960 a 1968); el Departamento de Estudios Humanísticos (desde 1975 a 1976). Fue también Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma. Y, posteriormente, en 1977 ingresó con cátedra en el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. Asimismo, fue profesor visitante en las universidades de Colonia, Oxford y Yale.

Viajó por motivos académicos en diversas ocasiones a Europa: París, Madrid, Sevilla, Viena, etc. En sus viajes a París, asistió a los seminarios impartidos por Fernand Braudel (máximo exponente de la segunda generación de la Escuela de los Annales) en la École Pratique des Hautes Études. Del historiador francés, extrajo el concepto de “estructura”, que le permitió refinar el nivel de sus trabajos históricos a la hora de abstraer y generalizar. Tanto es así que en 1966, uno de sus estudios sobre el vagabundaje rural fue publicado en la revista Annales économies, sociétés, civilisations. Mantuvo un asiduo contacto personal y correspondencia con Braudel.

Muy influido por las corrientes historiográficas y filosóficas europeas, se interesó por los estratos de la historia de longue durée (larga duración) —pese a haber vivido en el “corto siglo XX” (ya que nació en 1915 y murió trágicamente en un accidente en 1985)— que han permanecido incólumes en Hispanoamérica tales como el lenguaje; el catolicismo; la práctica social regulada por valores éticos y jurídicos; la institución de la hacienda; la ausencia de un auténtico capitalismo y el folclore y las artes

En sus textos se percibe la densa malla de conceptos, ideas y terminología propia de autores como el ya citado Braudel, Spengler, Brunner, Dupront, Ranke, Burckhardt, Huizinga, Edwards, Dilthey, Herder, Vico o Nietzsche. Su modo de trabajar era sistemático y su sed de conocimiento lo empujó a devorar libros infatigablemente. Como reveló en 2013 el Diario Chañarcillo (Copiapó), Mario Góngora leyó 621 libros en 3 años[1]. Su discípulo Gabriel Salazar se asombraba de ver cómo Góngora “leía 2 o 3 libros al día”. La profesora Patricia Arancibia, hacia el final de su ensayo Mario Góngora. En busca de sí mismo 1915-1946 (1995), incluye un apéndice donde recoge minuciosamente las notas de los libros y autores que andaba leyendo el santiaguino[2] por aquella época.

Se trataba de un profesor difícilmente clasificable “con pocas aptitudes para el contacto personal”[3], rara avis ¿católico? ¿comunista? votante desencantado de Salvador Allende; díscolo del Gobierno Militar… En su juventud ingresó en la ANEC (Asociación Nacional de Estudiantes Católicos), militó en las Juventudes Conservadoras (1935-1937), pero también en las Juventudes Comunistas (1938-1941). Fue terriblemente crítico con el neoliberalismo, la tecnocracia y el desarrollismo del “Chicago-gremialismo”, pero igualmente crítico con el auge del socialismo ateo. De hecho, en su opinión, había una estrecha relación entre ambos fenómenos: “El racionalismo en que se basa todo ese complejo ideológico, su desprecio por las tradiciones locales y nacionales, su olvido de todo humanismo y de toda motivación espiritual o vital, arrasan con todas las resistencias profundas que precisamente serían los obstáculos para el marxismo”[4]. Cargó igualmente contra la mentalidad economicista y calculadora que impedía contrarrestar el utopismo propio del siglo XX: “El marxismo es ahora el conformismo y el oficialismo universitario en los países ‘libres’ de Occidente, gracias fundamentalmente a que no se pudo plantear ni una respuesta metafísica ni religiosa al marxismo”[5].

Crítica al concepto de autoridad impersonal de Alberto Edwards

Si bien el propio Góngora reconoció admirar a Arturo Prat como figura del héroe puro, la imagen del fundador Pedro de Valdivia, la madurez intelectual del “chileno adoptivo” Andrés Bello, así como la historiografía apasionada de Vicuña Mackenna, fue un fiel seguidor del intuicionismo ensayístico de Alberto Edwards. Sin embargo, hubo aspectos de fondo en los que difería del porteño y autor de “La fronda aristocrática en Chile” (1927).

En su entrevista con Simon Collier, hablando de la nueva generación de historiadores, afirmaba “lo que hicieron estos grupos (…) fue romper definitivamente con la mentalidad del Chile del siglo XIX”[6]. Pero, ¿en qué sentido pudo Mario Góngora desmarcarse de la tutela intelectual de sus predecesores? En sus propias palabras: “mis convicciones históricas —mis opiniones sobre lo que la historia es realmente— están muy lejos del positivismo historiográfico del Chile del siglo XIX”[7]. No en balde cargó tintas contra la idea de Edwards del “impersonal” Estado portaliano, por demasiado abstracta. En todo caso, a lo sumo podría considerarse un mito fundacional de la novísima república en forma. Bien mito, bien base legitimadora de los principios republicanos y del imperio de la ley (contra los intentos caudillistas de la Fronda que aquejaban al pueblo chileno), lo cierto es que Góngora se deslinda de Edwards en este punto.

Quizá movido por el realismo, asumió que “ninguna forma de gobierno es totalmente impersonal (…), Más que eso todavía, me mueve la reflexión de que el régimen portaliano, su ‘proyecto político’, consistía en un gobierno fuerte apoyado por los ‘hombres de juicio’ (…) Ahora bien, una sociedad aristocrática, unos estratos aristocráticos, no son nunca ‘impersonales’. Todas las familias y linajes están más o menos emparentados o tienen lazos de amistad o están separados por odios; todos se conocen. ¿Se puede creer entonces que un medio social de ese carácter se ‘impersonalice’ por el hecho de ocupar cargos públicos’”[8]. Aunque, no dejó de reconocer el hecho de que “los principios de Portales tuvieron la virtud de impregnar de espíritu público a algunas personalidades de la clase dirigente”[9].

Otro tanto tuvo que decir a propósito de la invocación de Edwards al aparente principio monárquico restaurado por Diego Portales. En su clásico ensayo de 1927, Edwards sentenciaba: “La obra de Portales fue la restauración de un hecho y un sentimiento, que habían servido de base al orden público, durante la paz octaviana de los tres siglos de la colonia; el hecho, era la existencia de un poder fuerte y duradero, superior al prestigio de un caudillo o la fuerza de una facción; el sentimiento era el respeto tradicional por la autoridad en abstracto, por el poder legítimamente establecido con independencia de quienes lo ejercían. Su idea era nueva de puro vieja; lo que hizo fue restaurar material y moralmente la monarquía”[10]. Frente a tal afirmación Góngora replicaba: “Habría que preguntarse primero si se vivió auténticamente en Chile el sentimiento monárquico[11], con un rey siempre lejanísimo y representado por una burocracia. ¿Fue Chile alguna vez un país monárquico?”[12].

Por ende, Góngora mostró ser un historiador de raza, con el carácter y la determinación suficientes para salir del cánon establecido y de la mirada reverencial respecto de sus mayores que “necesitó romper con ellos, para no ser mero epígono”, como confesó en su entrevista con Rosario Guzmán para “Qué Pasa”, de 1976.

La noción de Estado en Mario Góngora

No obstante, ¿por qué a día de hoy, a prácticamente cuarenta años de su muerte, seguimos hablando de él? El interés renovado por la figura de Góngora tiene que ver con la vigencia de sus reflexiones en torno a la noción de Estado en el contexto de la globalización neoliberal que ha deteriorado paulatinamente los rasgos de estatalidad[13]. De ahí que autores tan dispares hayan dedicado esfuerzos por seguir dialogando con la obra de Góngora. Hugo Herrera, Juan Carlos Vergara, Patricia Arancibia, Joaquín Fermandois, José Díaz Nieva, Alejandro San Francisco, José Ignacio Vásquez, Alfredo Jocelyn-Holt, Rodrigo Karmy Bolton, Gabriel Salazar o Erwin Robertson son clara muestra de ello…

Fue principalmente su Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (1981) lo que mantuvo candente la llama de la discusión con aportaciones notables y actuales en obras colectivas. Pensemos en Mario Góngora: el diálogo continúa… (2017)., Editorial Historia Chilena, libro editado por Gonzalo Geraldo y Juan Carlos Vergara o Mario Góngora revisitado (2023)., Ediciones Democracia y Libertad, editado por Valentina Verbal.

En opinión de Góngora, el Estado tuvo un papel “fundacional” para Chile. ¿En qué sentido? Veamos: “pienso que es posible hablar de ‘nación’ cuando hay un destino común, un ‘nosotros’, de tal fuerza, que el ciudadano va a defender con las armas un territorio y unas fronteras a veces alejadas de su hogar y que nunca ha visto. Esa comunidad, ese ‘nosotros’, ha sido creado en Chile a partir del momento que hay un Estado independiente. No siempre ocurre así en Hispanoamérica, continúa (…) México y Perú eran sedes de imperios precolombinos (…) Allí existe un pueblo formado antes de la Conquista. No es el caso de las tribus de ‘indios bravos’, como los mapuches. Me parece que son más o menos semejantes a Chile, en cuanto a este punto, el Uruguay, Venezuela y Ecuador (…) No es algo tan singular de Chile el que el Estado configure una nación antes inexistente. Tenemos también muchos ejemplos en Europa”[14].

Siguiendo a Juan Carlos Vergara, podemos decir por ir concluyendo que “La noción de Estado de Mario Góngora es organicista, y encuentra antecedentes remotos y modernos; en cuanto a los primeros, en Aristóteles, Santo Tomás, la tradición hispánica medieval de Isidoro de Sevilla y Alfonso X, y la formulación neoescolástica de la Escuela de Salamanca, en especial Francisco de Vitoria. En cuanto a los modernos, en Edmund Burke, Adam Müller y el romanticismo alemán en general. El Estado, en esta perspectiva organicista, no puede ser reducido simplemente a una máquina o entelequia abstracta, por el contrario, porta un impulso vital que le otorga su espontaneidad propia, haciendo de él una realidad espiritual cuya finalidad es la mediación general entre todos los intereses que se expresan en su interior, dando cauce a la vida comunitaria”[15].

Cabría preguntarse si, en el contexto de la hegemonía de las fuerzas transnacionales, el capitalismo financiero y la gobernanza globalista, convienen los experimentos libertarios… Mario Góngora, destacado autor del nacionalismo chileno se opuso frontalmente al Chicago-gremialismo por su intento de desguazar el Estado y con él la nación. La idea del Estado mínimo en un contexto como el nuestro supone el suicidio nacional y esto lo supo ver el santiaguino allá por los años 70. Época en que la glocalización o el credo neoliberal del “pensar global, actuar local” por abajo y la lógica supraestatal por arriba, han laminado la soberanía de los pueblos. Sus reflexiones pueden dar aliento a quienes como él se niegan a ser “meros epígonos” de la generación precedente. Si bien él consideraba a Solzhenitsyin “la mayor autoridad moral del mundo de hoy” por su “libertad espiritual”, nosotros podemos considerar a Góngora como una de las mayores autoridades historiográficas de Chile por su “libertad intelectual”.

Bibliografía

Arancibia, P. (1995). Mario Góngora. En busca de sí mismo 1915-1946. Santiago de Chile: Fundación Mario Góngora. Disponible en: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-10112.html.

Collier, S. (1983). “An Interview with Mario Góngora”. En The Hispanic American Review, vol.63, Nº 4, nov 1983. Disponible en: https://read.dukeupress.edu/hahr/article/63/4/663/148810/An-Interview-with-Mario-Gongora

Diario Chañarcillo (Diario : Copiapó) jul. 8, 2013. Disponible en: https://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/628/w3-article-571374.html.

Edwards, A (2022). La fronda aristocrática en Chile. Santiago de Chile: Editorial Universitaria

Góngora, M. (1987). Civilización de masas y esperanza. Y otros ensayos. Santiago de Chile: Editorial Vivaria.

Vergara, J.C. (2024). “Mario Góngora, un pensador chileno crítico de la razón moderna”, 2 mar de 2024. Disponible en El Debate: https://www.eldebate.com/cultura/20240302/mario-gongora-pensador-chileno-critico-razon-moderna_178623.html.


[1] Diario Chañarcillo (Diario : Copiapó) jul. 8, 2013, p.28. Disponible en: https://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/628/w3-article-571374.html

[2] Patricia Arancibia, Mario Góngora. En busca de sí mismo 1915-1946 (Fundación Mario Góngora, 1995) pp.269-312. Disponible en: https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-10112.html.

[3] Como confesó en la entrevista con Simon Collier de 1982. En The Hispanic American Review, vol.63, Nº 4, nov 1983. Disponible en: https://read.dukeupress.edu/hahr/article/63/4/663/148810/An-Interview-with-Mario-Gongora.

[4] Mario Góngora, Civilización de masas y esperanza. Y otros ensayos (Editorial Vivaria, 1987) pp.37-38.

[5] Íbid., p.38.

[6] Íbid., p.14.

[7] Íbid., p.22.

[8] Íbid., p.35.

[9] Íbid., p.35.

[10] Alberto Edwards, La fronda aristocrática en Chile (Editorial Universitaria, 2022) p.61.

[11] Huelga decir que Chile recibió en el período hispánico el estatus de Capitanía General o gobernación, inferior al estatus del Virreinato del Perú o el Virreinato de la Nueva España (de hecho formó parte del Virreinato del Perú hasta 1798; cosa que influyó en la percepción de lejanía (mediada por la burocracia) de los chilenos con respecto al Rey de España.

[12] Mario Góngora, Civilización de masas y esperanza. Y otros ensayos (Editorial Vivaria, 1987) p.36.

[13] Según los autores clásicos de la Allgemeine Staatslehre (Teoría general del Estado) como Georg Jellinek, los rasgos de estatalidad son: 1) el Staatsgewalt (el aparato del Estado o instituciones efectivas de gobierno); 2) el Staatsvolk (la población); 3) el Staatsgebiet (el territorio).

[14] Mario Góngora, Civilización de masas y esperanza. Y otros ensayos (Editorial Vivaria, 1987), p.34.

[15] Juan Carlos Vergara, “Mario Góngora, un pensador chileno crítico de la razón moderna”, 2 de marzo de 2024. Disponible en El Debate: https://www.eldebate.com/cultura/20240302/mario-gongora-pensador-chileno-critico-razon-moderna_178623.html

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