En nombre de la libertad se han estado cometiendo grandes desmanes últimamente, y en nombre de la libertad se estrechan en España la libertad de expresión y pensamiento, en lo que no deja de ser otra forma más de homologación con el mundo occidental. Se extiende a los dos lados del Atlántico una única forma de pensar cuya leve contravención expulsa al rincón de lo nefando, iliberal, conspiranoico o ultra.
Pero a veces ni siquiera se es sospechoso de tanto. A veces simplemente se está ya fuera del tiempo, caminando vías no transitadas, senderos olvidados lejos del siglo.
Las formas del ostracismo son varias, pero todas abocan al silencio. Hemos visto recientemente cómo la censura es más furiosa e implacable cuando llega en nombre del dogma que comparten, en temible matrimonio sonriente, el globalismo liberal y la izquierda identitaria y woke.
Bendecida por el dinero, esa alianza socioliberal ha impuesto por doquier, y en España especialmente, una corrección que se extiende a todos los ámbitos de la existencia: la moral, las costumbres, la historia, la geopolítica, la economía, la cultura o el gobierno, delimitado el conjunto por fronteras delicadísimas, finísima epidermis con aversión al discurso.
Así se ha ido estrechando el ámbito de lo decible hasta una unanimidad sin discrepancia que se dicta en las elites e instancias supranacionales y cae, como en cascada helada, hasta la última gacetilla provincial.
Con este panorama de editoriales únicos, opiniones replicadas, vigilantes de balconcillo y homogeneización por la vía de la moderación, la Fundación Disenso se nos aparece como un espacio excepcional donde aún pueden encontrar cobijo aquellas formas de pensar fuera del dogma imperante.
El suplemento IDEAS, que hoy presenta su rediseño, tiene el ánimo de dar voz a lo que ya no se puede leer fácilmente, a lo silenciado u olvidado, especialmente la tradición del pensamiento político español, sepultado en décadas de programada ignorancia. Con ello se contribuiría a la más pertinente hazaña política: sacar al español y al hispano del gran engaño en el que están sumidos.
Vivero de plantas delicadas, jardín tras laberinto, biblioteca en herencia, fascículo de insurgentes, corro de acentos diversos, claustro español, plazuela de dispares, cónclave de raros o, simplemente, optimista gavilla semanal, eso querría ser IDEAS.
Si no fuera palabra tan importante y manoseada, podría decirse que en España, ahora mismo, es en Disenso y en disentir donde cabe esperar algo de libertad. Un refugio para los que no se moderan, un paraguas cuando arrecia la lluvia del consenso. IDEAS, renovada y aun modesta, se presenta fiel a lo más hondo nuestro: lo popular, lo humano, lo hispano y lo cristiano, como candil obstinado hacia la gran libertad y la supervivencia.