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Treinta años de Waco, el mayor golpe al estado de derecho estadounidense

Los davidianos, jamás acusados de ningún crimen, acabaron siendo masacrados, sin juicio, por el estado que creían defensor de sus derechos

El 19 de abril de 1993, el FBI y la policía estadounidense asaltaron un complejo residencial donde se había escondido un grupo de forajidos cristianos armados hasta los dientes. Como resultado del asalto, la mayor parte de éstos resultaron muertos y todo el mundo en la región de Waco, Texas, durmió más tranquilo en años venideros.

Ésa, al menos, es la historia que les han estado contando durante tres décadas. Es una historia simple, sin mayores complicaciones, que solo tiene el inconveniente de ser mentira, y además ocultar cómo aquel incidente empezó a resquebrajar el consenso político en el que se había basado la república estadounidense desde la Guerra de Secesión.

Para percibir las implicaciones del asalto de Waco, hay que entender el panorama político-legal en EEUU en la década de los 1980. Una combinación desastrosa de medidas progresistas para vaciar prisiones y manicomios, y convertir a la minoría afroamericana en un bloque agradecido de votantes “pan y circo” del Partido Demócrata, había llevado a un aumento masivo de la delincuencia que elevó a la presidencia al republicano Ronald Reagan, con promesas de mano dura contra el crimen.

En lugares como Texas e incluso bastiones progresistas como California y Nueva York, similares políticos con similares propuestas llegaron al poder e incrementaron los presupuestos y atribuciones de la policía y FBI, que se llenaron de veteranos de la guerra de Vietnam y material excedente de la guerra.

Poco después de los incidentes raciales en Los Angeles causados por la paliza policial grabada en vídeo a Rodney King, un afroamericano, la atención policial se centró en la Rama Davidiana, una escisión de cristianos adventistas (decenas de negros y blancos, estadounidenses y extranjeros, adultos y niños) que llevaban una vida completamente pacífica en su complejo de Waco, gestionado por este grupo desde la década de 1930.

Los davidianos estaban siendo investigados por la ATF, una agencia federal que compite con el FBI por fondos y poder. La investigación era del todo absurda y centrada en la compra de granadas militares vacías (sin carga explosiva) por parte de los davidianos y la conversión de rifles semiautomáticos en rifles automáticos sin pagar el (pequeño) impuesto correspondiente.

Estas actividades pueden sonar siniestras, pero solo proporcionaban a los davidianos material para vender en convenciones y festivales de amantes de las armas, su principal modo de financiación. Las granadas, por ejemplo, se cosían en chalecos de aspecto militar. Todo ello era absolutamente legal y jamás había causado conflicto alguno en Waco o ningún otro lugar donde operaran los davidianos.

Mientras, el FBI estaba investigando por separado a un buscavidas que había logrado embaucar a los davidianos y convertirse en líder del grupo, llamado David Koresh: un charlatán pedófilo que había embarazado a varias menores en el complejo. En lugar de detener a Koresh en un supermercado o en un banco del pueblo, donde acudía con frecuencia, la ATF informó al FBI de que prefería apuntarse un tanto y lanzar un asalto al complejo davidiano, ante las sospechas (que alguien se había inventado) de que el grupo tenía un laboratorio oculto para fabricar drogas ilegales.

El primer asalto de la ATF, con poca experiencia en operaciones complejas, resultó en un caótico tiroteo que resultó en la muerte de varios agentes y davidianos, y dejó el complejo rodeado por la policía. Durante las semanas siguientes, el asedio de Waco se convirtió en la principal noticia en EEUU y en el mundo, al ser televisado casi en directo y contener múltiples momentos tragicómicos.

Koresh, quien apenas había acabado la secundaria, se erigió en figura mesiánica. En televisión, le resultó fácil presentarse como líder de la resistencia cristiana contra un estado opresor que había rodeado a un grupo de gente pacífica con no menos de 16 tanques, incluyendo dos Abrams de combate como los que recientemente habían liberado Kuwait de una invasión iraquí.

Para sorpresa de los davidianos, el FBI se aburrió de negociar a finales de abril y lanzó un asalto armado por sorpresa, con armas de fuego y gas tóxico, que acabó con la muerte de 82 davidianos, incluyendo 28 menores de edad y el propio Koresh. Los davidianos, jamás acusados de ningún crimen, acabaron siendo masacrados, sin juicio, por el estado que creían defensor de sus derechos.

El drama de Waco tuvo repercusiones significativas del lado del activismo antigubernamental. Dos años después de que el FBI destruyera el complejo, Timothy McVeigh, un veterano condecorado de la Guerra del Golfo que había visitado el asedio, destruyó un edificio federal en la Ciudad de Oklahoma en el mayor atentado en EEUU hasta la fecha. Alex Jones, más tarde popular promulgador de varias teorías conspiranoicas (algunas de las cuales resultaron ser ciertas) lanzó su popular página web Infowars como resultado del mismo evento.

A medida que varios grupos de milicias armadas inspirados en Waco surgieron en los EEUU, en 1999 Eric Harris y Dylan Klebold, inspirados por McVeigh, atacaron su propia escuela secundaria en Columbine, Colorado. En un principio, habían marcado el sexto aniversario del asalto de Waco y el cuarto del bombardeo de McVeigh, como el «Día del Juicio», aunque los problemas para asegurar el suministro de municiones lo retrasaron hasta el 20 de abril. Casi lograron su objetivo de matar a más personas que McVeigh; por suerte, las bombas que colocaron no detonaron.

Por otro lado, las repercusiones entre las agencias estatales de seguridad que manipularon la investigación del caso, mintieron, engañaron y finalmente asesinaron a decenas de cristianos inocentes fueron completamente inexistentes. Hasta ahora.

Madrid, 1973. Tras una corta y penosa carrera como surfista en Australia, acabó como empleado del Partido Comunista Chino en Pekín, antes de convertirse en corresponsal en Asia-Pacífico y en Europa del Wall Street Journal y Bloomberg News. Ha publicado cuatro libros en inglés y español, incluyendo 'Podemos en Venezuela', sobre los orígenes del partido morado en el chavismo bolivariano. En la actualidad reside en Washington, DC.

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