A estas alturas tiendo a pensar que jamás sabré pronunciar «Puy du Fou» correctamente. Siempre me ha llamado la atención que exista en Toledo un espectáculo impronunciable. Pero este asunto de mi pronunciación es baladí para lo que hoy vengo a contarles. Ustedes habrán oído hablar de Puy du Fou desde hace apenas un par de años, como mucho. Montaron en Toledo un parque temático gigantesco sobre la historia de España y ahí queda una de las iniciativas históricas que más ha recaudado en nuestro país en la última década. Muchos habrán ido, claro, y todos sabrán al menos de qué se trata. Pienso que tiene gracia que vinieran los franceses a contarnos nuestra Historia desde el sano orgullo y la equilibrada objetividad. Porque así es, querido lector. Ha sido una empresa francesa, nacida hace décadas, la que ha venido a recordarnos la grandeza de nuestro pasado, exportando un modelo de entretenimiento tan rudimentario como el de ganar dinero contando la verdad de forma atractiva.
Le Puy du Fou, impronunciable ella, es una empresa que hace ya casi medio siglo montó en el sur de Francia un parque temático relacionado con la Historia de la nación gala. Por cuestiones ajenas a los complejos, desde sus inicios la empresa cosechó un gran apoyo. Andábamos nosotros votando la Constitución Española y en el bosque de Les Epesses, junto a las ruinas del castillo renacentista de Puy du Fou, inauguraban la mayor recreación histórica del continente. La ubicación no fue elegida aleatoriamente, claro, porque aquel castillo, precisamente, fue destruido durante la guerra francesa de la Vendee. Y nada como conservar la memoria –en forma de fuego, diría Chesterton– allí donde se esmeraron en hacerlo todo cenizas.
Les cuento esto ahora porque la empresa de entretenimiento se ha lanzado, por fin, al mundo audiovisual. El próximo 25 de enero saldrá, en los mejores cines de la Francia, su primera película. Y como en Le Puy du Fou entienden de éxitos, han querido estrenarse en la gran pantalla haciendo algo muy sencillo: volver a los orígenes. «Vencer o morir», que así se llama el primer largometraje de la productora, trata providencialmente la Guerra de la Vendee. Y basta con los dos meros minutos del tráiler para preconizar el triunfo de esta épica película. Dirigida por Paul Mignot y Vincent Mottez, el filme indaga en el destino trágico de François-Athanase Charette de La Contrie, un general monárquico de la guerra de la Vendée. Y puedo aquí adelantar que el destino de Charette es grandioso.
La mayoría de ustedes ya sabrá que esta Guerra Civil apenas duró 3 años (1793-1796), paralelos a la Revolución que Francia vivía. Y en ella se enfrentaron, al sur del país, los partidarios de la nueva República (a quienes se les conocía como «los azules»), y los realistas, partidarios del antiguo sistema monárquico (llamados «los blancos»). El conflicto terminó por plebiscitar la fe católica y esa nueva fe del afrancesamiento republicano, y Charette, protagonista de la película, lideró a los campesinos, pobres insurgentes y fervientes católicos, en la defensa de su fe. La fe católica. Fue justamente frente a ellos donde Charette pronunció su famoso epitafio: «Sólo volveré muerto o victorioso». Y aunque yo no voy a destriparles el argumento, puedo decir que la película de Puy du Fou hoy nos enseña que en la muerte también hay victoria.
Con estos mimbres, la ópera prima de la productora Puy du Fou se nos presenta como un «documental de inspiración histórica» que, sin duda, pasará a la historia. Y ojalá sea la primera de muchas. Además, el cartel de la película, con el imponente Hugo Becker como Charette, termina por animar al espectador. La productora francesa ha llevado al cine ciento diez minutos de pura adrenalina en el que un viejo marino, ya retirado, toma enérgicamente las riendas de la insurgencia católica en la Francia de la revolución. Un líder que, luchando junto a mujeres, campesinos, desertores y niños, inicia en la Vendee el camino de la libertad. Un hombre que enseña, cuando más es necesario, que en la vida hay que vencer o morir.