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¿Cuál es la diferencia entre una revolución y un golpe de estado?

Cuando gente armada se alza con el objetivo de mover el régimen en una dirección liberal-progresista, se habla de revolución

Un golpe de estado sólo se llama así (lo que supone un etiquetado negativo) si se percibe como contrario a los intereses de la ideología dominante; si es favorable, se llama “revolución”.

Usemos un ejemplo cercano a España: Portugal, y la herramienta de referencia favorita de todo estudiante, Wikipedia. En el siglo XX, Portugal tuvo tres golpes de estado militares, tres:

-En 1910, un alzamiento militar acaba con la monarquía portuguesa (previo asesinato del rey y su heredero) y lo llamamos Revolución del 5 de Octubre.

-En 1926, un alzamiento militar acaba con la república para imponer la dictadura derechista de Antonio de Oliveira Salazar, y lo llamamos Golpe de estado del 28 de Mayo.

-En 1974, un alzamiento militar con la complicidad del Partido Comunista de Portugal y sus compadres de la extrema izquierda acaba con el régimen del ya fallecido Salazar, y lo llamamos Revolución de los Claveles.

Los ejemplos españoles son un poco más complejos: la historia de España en los últimos dos siglos, desde la Constitución de Cádiz en 1812, ha dado más bandazos y ha tenido (incluso aún) más drama que la portuguesa. De todos modos, se puede observar una tendencia general similar: cuando gente armada se alza con el objetivo de mover el régimen en una dirección liberal-progresista, se habla de revolución. Cuando el objetivo es el contrario, siempre se habla de golpe de estado.

Un ejemplo que es obvio para quien conozca bien la historia del reinado de Alfonso XIII es la “Proclamación de la Segunda República” el 14 de Abril de 1931. Esto llegó después de unas elecciones municipales (no parlamentarias) que los partidos republicanos parecieron haber ganado (no está claro si ese fue el caso) y una serie de alzamientos y pronunciamientos armados en varias partes del país.

Como él mismo explicó, Alfonso XIII se fue de España sin abdicar para evitar lo que veía como inevitable derramamiento de sangre.

El 14 de abril no fue un triunfo de la democracia, y casi nunca es calificado de “revolución”. Pero tampoco es definido como “golpe de estado”, lo que estrictamente fue.

Lo que sí se califica de revolución es la “Revolución Gloriosa”, resultado directo de un golpe de estado que primero puso en el trono a un incompetente sin apoyos, Amadeo I de Saboya, y luego resultó en una I República que es una tragicomedia de errores y bandazos.

Los historiadores del régimen actual tampoco se atreven a llamar “golpe de estado” a lo que prefieren calificar como “Pronunciamiento de Riego” o incluso “Revolución de Cabezas de San Juán”, un alzamiento armado que obligó al rey Fernando VII, bajo amenaza de muerte o exilio, a aceptar la constitución de Cádiz — y, esencialmente, la independencia de las provincias americanas cuya insurrección iba a ser aplastada por las tropas con las que se pronunció Riego, e incluso la de provincias como México y Perú que estaban bajo pleno control realista cuando Riego y sus compadres destruyeron el imperio español.

Es fácil de pillar, el procedimiento. El 15 de Mayo de 2011 se organizan protestas contra el bipartidismo en España que desembocan en coaliciones dedicadas a mantener a uno de los pilares del bipartidismo – el PSOE – en el poder por los siglos de los siglos. Y a esta traición a la lógica y la decencia organizada para apoyar a tal partido, especialmente cuando pierde elecciones o no tiene siquiera mayorías simples para lanzar mociones de censura, la llamamos Movimiento 15-M.

Cuando parte de ese movimiento asalta el parlamento catalán con tal violencia que el presidente Artur Mas tiene que entrar en helicóptero para que no le asalten y escupan, como le ocurrió a muchos otros políticos, preferimos no darle ni nombre a este tema. Y al golpe de estado separatista que llega después, por cierto, lo llamamos “Proceso Soberanista”. Durante años, el parlamento español fue asaltado en varias ocasiones por turbas violentas de extrema izquierda organizadas por el mismo entorno del 15M, y eso tampoco tiene nombre, pero lo que sí que tiene nombre (January 6 en inglés y Asalto al Capitolio en español) es el tumulto en el que algunos seguidores de Donald Trump brevemente ocuparon el Capitolio; aunque preferimos no hablar mucho de las decenas de años de cárcel que les han caído por sedición, uno de los crímenes que anuló Pedro Sánchez para darle satisfacción a nuestros golpistas separatistas.  

Madrid, 1973. Tras una corta y penosa carrera como surfista en Australia, acabó como empleado del Partido Comunista Chino en Pekín, antes de convertirse en corresponsal en Asia-Pacífico y en Europa del Wall Street Journal y Bloomberg News. Ha publicado cuatro libros en inglés y español, incluyendo 'Podemos en Venezuela', sobre los orígenes del partido morado en el chavismo bolivariano. En la actualidad reside en Washington, DC.

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