Veinticinco millones de muertos después, el debate sobre el origen del Covid-19 sigue siendo extraordinariamente importante y complejo desde un punto de vista técnico, y ha dividido a los expertos y estudiosos en dos bandos: los que argumentan, con pruebas sólidas, que el virus escapó del laboratorio de Wuhan, y los que presentan pruebas igualmente sólidas de lo contrario.
El argumento en favor de que el virus es un producto humano, en lugar de zoonótico (de origen animal) es más obvio, y hace ya cuatro años que se está presentando sobre la base de una serie de pruebas de peso.
Para empezar, el virus fue detectado primero en la única ciudad de China con un laboratorio donde se investigan virus de alto riesgo, con un largo historial de fallos de seguridad (ojo, como muchos, o incluso todos, los demás laboratorios del resto del mundo), que llevaba años subcontratando investigaciones peligrosas con expertos estadounidenses.
Como explica este largo reporte del New York Times, es difícil explicar cómo el virus podría haber llegado a Wuhan sin pasar antes por el laboratorio. Los virus naturales más parecidos al SARS-CoV-2 que provocó la pandemia se encuentran en murciélagos que viven a más de 1.000 kilómetros de Wuhan.
Precisamente, fueron ayudantes de la viróloga china Shi Zhengli (premiada en 2020 con el dudoso título de una de las 100 personas más influyentes del año por la revista Time) quienes viajaron a la remota provincia china de Yunnan y el aún más remoto país de Laos para recoger estos virus y estudiarlos.
Debemos tener en cuenta que los contagios de humanos con virus de murciélago son bastante raros, aunque el SARS-CoV-2 resultó ser extremadamente contagioso —pero solo desde que llegó a Wuhan, porque parece haber viajado hasta aquella ciudad sin haber dejado un reguero de otros focos de infección por toda China (y Laos).
En el otro lado del ring tenemos, por ejemplo, este interminable reporte compilado por el famoso bloguero Scott Alexander, una persona de enorme capacidad cognitiva y capacidad para balancear diferentes lados de un argumento, después de haber estudiado un debate entre expertos, disponible en Youtube, durante el que se intercambiaron argumentos, datos e hipótesis durante 15 horas.
El debate enfrentó a Peter Miller, una persona semi-anónima con formación científica que ha dedicado años a informarse sobre toda la información disponible sobre el Covid, y empresario del sector de la biotecnología Yuri Deigin. Si creen que el empresario, con todos sus recursos y conocimientos del sector, le pateó el culo al pobre Peter se equivocan: y también si piensan que Peter ha concluido que el virus salió del laboratorio de Wuhan.
El argumento central en el que se basa Peter para defender el origen zoonótico del SARS-CoV-2 es que el tipo específico de mutación que muestra, para poder “engancharse” a las células humanas y poder extenderse entre nosotros, no es el tipo de mutación que uno podría esperar de una manipulación en laboratorio.
Hay que entender que la narrativa en favor de la idea de un escape de laboratorio se basa en que el SARS-CoV-2 era originalmente un virus de murciélago, llevado hasta Wuhan, donde se le aplicó lo que los virólogos llaman “ganancia de función”: manipular genéticamente un virus preexistente, para que adquiera una nueva “función” que luego es estudiada. Muy frecuentemente, esta función es hacer que el virus sea más dañino y/o transmisible a los humanos.
Esta hipótesis se basa en que un equipo de científicos estadounidenses que trabajaba con contrapartes chinas en Wuhan presentó en 2018 una petición de subvención para llevar a cabo experimentos de ganancia de función con virus de murciélago; esta subvención jamás fue concedida, pero no sabemos si los experimentos igualmente se llevaron a cabo.
Lo que sabemos es que la petición contemplaba la inserción de “ganchos” en los virus para que pudieran infectar más fácilmente a los humanos: y que un virus con gancho fue el que causó la pandemia que se desencadenó en 2020.
El argumento de Peter es que el gancho que los virólogos suelen añadir a los virus en laboratorio, y el gancho que específicamente se propuso en 2018, no es para nada similar al gancho que presenta el SARS-CoV-2. De hecho, el gancho de nuestro famoso coronavirus es muy diferente de cualquier otra cosa que se haya hecho en laboratorio.
Éste no es el único argumento de Peter, aunque es la basa de toda su narrativa zoonótica. Otros argumentos que presenta son menos sólidos. Por ejemplo, subraya que todos los casos de infección por Covid que se registraron en el mercado de Wuhan (donde, según la hipótesis zoonótica, se vendió carne de murciélago contaminada por el virus) se centraron en una zona específica donde se vendía carne de animales salvajes, y no en ninguna otra zona.
Un argumento adicional es que todos los casos de contaminación por Covid antes de que empezara a circular por Wuhan, muy aireados por la prensa internacional, han demostrado ser falsos, como se ha visto tras análisis internacionales del tejido recabado en China de las presuntas víctimas.
¿Vieron como escribí “presuntas”? He vivido tres años en China, donde trabajé para el gobierno, y me consta que el gobierno chino es experto en ofuscar lo que quiere ofuscar y engañar a los extranjeros. Sería cómicamente fácil para el gobierno chino crear un mapa falso de contagios en un mercado provincial, si eso le interesa; y aún más fácil enviar muestras convenientes, y no auténticas, a los expertos internacionales, si eso le interesa.
¿Le interesaría al gobierno chino que todo el planeta culpe a un laboratorio chino de haber permitido que se escape el virus que provocó pandemia global? ¿Le interesaría a EE.UU que todo el planeta descubra que fueron científicos estadounidenses, protegidos desde las más altas instancias, los que crearon el virus? ¿Le interesaría a la Organización Mundial de la Salud que todo este pasteleo, que han financiado y protegido durante años, quede en evidencia? Creo que la respuesta a todas estas preguntas es no.
Con todo, personalmente no les puedo decir que esté convencido de que la pandemia fue provocada por un escape de virus modificado por humanos. Los argumentos en ese sentido son muy sólidos; pero los argumentos que presenta Peter Miller, y que otras muchas personas defienden, también lo son, sobre todo cuando se centran en el tipo específico de virus que provocó la pandemia.
Como Scott Alexander, diría que mi nivel de confianza sobre la hipótesis de fuga de laboratorio bajó del 80% al 50%, después de leer los argumentos de Peter. Estos debates son muy importantes, y deberían continuar. Confiemos en que sigan las investigaciones y podamos un día saber la verdad.