El truco del PIB

Cómo la mentira del crecimiento económico mantiene la industria de la inmigración ilegal

Si han visto cualquier debate sobre inmigración ilegal, habrán observado que inevitablemente la gente con cierta sofisticación utiliza un solo argumento, uno, para defenderla: que en ausencia de inmigración ilegal no habría apenas (o ningún) crecimiento económico en los países desarrollados.

Hace ya tiempo que ha quedado claro que la inmigración ilegal no paga las pensiones porque la gran mayoría de inmigrantes (quitando los que vienen de sociedades estructuradas en América o Asia Oriental) son cobradores netos de prestaciones en lugar de pagadores netos, debido a su patética productividad, proclividad por el ni-nismo y afición a la economía sumergida y a prejubilarse lo antes posible bajo cualquier excusa posible.

Esto es ya tan obvio que hasta economistas de centro centrado que pasaron décadas ofreciendo sesudos argumentos económicos en favor de la inmigración (como Luis Garicano y Jesús Fernández-Villaverde) han dado a su brazo a torcer: la inmigración ilegal no solo no ayuda a pagar las pensiones, sino que dificulta aún más su pago.

Así que solo que nos queda el Producto Interior Bruto (PIB) y este argumento es tan falaz como el de las pensiones.

Recordemos que el PIB no es una constante universal, sino un invento de una persona, el emigrante ruso (legal) a EEUU Simon Kuznets (en la foto), a quien se le encargó una estimación de la producción anual total de aquel país, que fuera extrapolable para otros países y para diferentes estados de EEUU. Kuznets diseñó el cálculo que aún se usa de sumar la producción de bienes y servicios, restando cualesquiera déficits comerciales netos, y se lo presentó al gobierno estadounidense.

Esto era 1934, y el gobierno estadounidense estaba controlado con mano de hierro por el izquierdista Franklin Delano Roosevelt, el único presidente con tres mandatos en la historia de aquel país. FDR, como se le conoce allá, encontró la propuesta de Kuznets deficiente porque su cálculo no incluía el gasto estatal, y FDR había apostado su carrera política a sacar a EEUU de la Gran Depresión vía gasto estatal, a través del programa New Deal.

Antes de que el nuevo PIB de Kuznets dejara en ridículo a la administración, FDR le obligó a incluir el gasto estatal en las estimaciones de PIB, lo que el economista solo aceptó después de mucha protesta. Por eso, desde entonces los cálculos de producción incluyen cálculos de gasto, lo que tiene bastante poco sentido. Las quejas a FDR.

Pedro Sánchez, y la izquierda en general, no se van a quejar. La manipulación de FDR explica por qué el gobierno de Pedro Sánchez ha podido presentar cifras de crecimiento económico en los últimos años.

La renta per cápita española (PIB por habitante) está aún bastante por debajo del pico que alcanzó en 2008, hace diecisiete años, pero un desmedido gasto estatal que ha llevado la deuda española a máximos desde el siglo XIX y el crecimiento poblacional logrado gracias a una inmigración fuera de control permite a los ministros de economía del PSOE salir de vez en cuando a explicar que la economía ha crecido este trimestre un 0,2% o un 0,3%. España es cada vez más pobre y menos productiva pero, como contiene más pobres improductivos que nunca, el PSOE puede salir a sacar pecho.

Estos trucos baratos de trileros de andar por casa no son exclusividad del PSOE, o siquiera de la izquierda europea, ya que el PP y otros partidos de centroderecha también los han utilizado. Pero son mucho más comunes entre la izquierda: el motivo fundamental por el que Justin Trudeau, el niño bonito del globalismo, no se pudo presentar a la reelección en Canadá fue que los votantes, después de años manipulaciones, acabaron de entender que aquel país lleva una década con la renta per cápita cayendo en picado. ¿Y cuántas veces han escuchado a gente citando a Canadá como ejemplo de economía productiva?

Si alguna vez se preguntaron por qué Occidente es incapaz de fabricar siquiera municiones para Ucrania, ésta es una explicación clave. Occidente, fundamentalmente, es mucho más ineficiente e improductivo que en la Primera Guerra Mundial, cuando hasta Portugal pudo enviar divisiones armadas hasta los dientes a los frentes de Flandes. Ahora mismo ni España ni Portugal podrían enviar una brigada a Ucrania, aunque Ryanair nos ofreciera descuentos en los billetes.

Madrid, 1973. Tras una corta y penosa carrera como surfista en Australia, acabó como empleado del Partido Comunista Chino en Pekín, antes de convertirse en corresponsal en Asia-Pacífico y en Europa del Wall Street Journal y Bloomberg News. Ha publicado cuatro libros en inglés y español, incluyendo 'Podemos en Venezuela', sobre los orígenes del partido morado en el chavismo bolivariano. En la actualidad reside en Washington, DC.

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