Las manipulaciones históricas sobre la Liberación de París por los aliados el 25 de agosto de 1944 retornan anualmente como las golondrinas, y no hay ninguna que sea más tonta que el mito de La Nueve, la unidad compuesta por republicanos españoles que fue presuntamente decisiva en la toma de la ciudad.
En estos casos, es mejor ir al grano: la contribución de los exiliados republicanos españoles a la derrota del nazismo fue entre minúscula e infinitesimal, y el hecho de que una compañía de republicanos españoles marchara en lugar prominente por la Avenida de los Campos Elíseos durante el primer desfile de la Liberación es una pura casualidad.
Entendamos que “La Nueve”, la famosa compañía, era la novena compañía del Tercer Regimiento de Chad de la Segunda División acorazada del ejército francés. Es decir, un grupo de tanquetas al mando de oficiales franceses, manejadas por republicanos españoles que se unieron al ejército francés después de que la División luchara contra los alemanes en la dura y difícil campaña de Normandía, a tiempo para avanzar sin mayores problemas hacia París mientras el ejército nazi se replegaba hacia la Línea Sigfrido de defensa más allá de la capital.
Hitler había ordenado la defensa de París hasta el último hombre, incluyendo la destrucción de puentes para dificultar la entrada de tropas enemigas. Pero ni los escasos defensores alemanes que quedaban en París estaban muy entusiastas, ni una ciudad hostil y plana con un enorme perímetro defensivo, llena de monumentos por todos apreciados, era un lugar muy prometedor para establecer una posición fortificada.
Algunas unidades de la Segunda División francesa (con La Nueve) fueron las primeras de todas las aliadas en entrar en la ciudad, pero todo esto fue mayormente un montaje propagandístico. El alto mando aliado había ordenado que todas sus fuerzas esperaran, pero era fundamental para Charles De Gaulle –el líder de la Francia Libre– que fueran franceses los que aparecieran liberando su capital, con lo que se colaron antes que nadie, dispararon unos cuantos tiros y quedaron envueltos en gloria ficticia para eternidad.
Los intereses propagandísticos siguieron primando en el momento del primer desfile de Liberación, el 26 de agosto. Como corresponde a un regimiento de Chad, casi todas las unidades del tercero eran sub-saharianos y ni el alto mando francés ni los estadounidenses querían que aparecieran los primeros en las fotos de la Liberación. Así que, por puro racismo y conveniencia, pusieron a los menos de 200 soldados de La Nueve en sus tanquetas por delante, para eterno éxtasis del republicanismo español.
Todo esto es bien sabido y lo ha sido desde siempre; los detalles sobre el tira y afloja para sacar a los subsaharianos de la foto son explicados en este ensayo de 2016 en el New York Review of Books. Yo entiendo que la propaganda a favor del republicanismo español tiene que agarrarse a cualquier clavo ardiendo, dado que, cuando hablamos de las dos repúblicas, hablamos de dos de los regímenes más incompetentes y patéticos no ya de la historia española, sino de la europea. Pero no olvidemos que en La Nueve había unos 140 españoles. Y en la División Azul lucharon 45.000 a favor de Hitler.
Dado que afrontamos el 80 aniversario de la Liberación este año, y el ruido mediático será incluso algo mayor y más irritante de lo habitual, les dejo con un detalle más sobre la mitología en torno al evento.
Después de la guerra, el comandante alemán Dietrich Von Choltitz fue apodado el «Salvador de París» tras la publicación de sus memorias de 1951 De Sebastopol a París: un soldado entre los soldados, en las que afirmaba haber hecho el llamado, desobedeciendo las órdenes de Hitler. órdenes que pedían el incendio y la destrucción de la ciudad.
La afirmación de Choltitz, al mando de las tropas en París, se volvió popular e indiscutible, a pesar de ser un montón de mentiras: la realidad es que colocó explosivos en algunos edificios y puentes estratégicos como se le había dicho que hiciera, pero el rápido avance aliado probablemente dejó poco tiempo para activar cualquier tipo de plan de destrucción coordinado.
No está realmente claro que Hitler jamás ordenara destruir la ciudad. Sin embargo, una escena de la película de 1966 Is Paris Burning, en parte basada en sus memorias, muestra a soldados nazis llevando cajas de explosivos a la Torre Eiffel.
La historia se embelleció aún más con los años, y en la película de 2004 Diplomacy, se le atribuye al cónsul general sueco Raoul Nordling haber persuadido a Choltitz para que perdonara a París, una afirmación sin base histórica: como explicó el propio director de la película, Volker Schlöndorff, “todo, o casi todo, es ficción» en Diplomacy. Algo parecido puede decirse sobre la mitología de los republicanos españoles.