Publicado originalmente en 2002, El privilegio de ser mujer es algo así como un manual contemporáneo antifeminista. Lo escribe Alice von Hildebrand, filósofa, teóloga y profesora de universidad. Von Hildebrand nació en Bélgica y llegó como refugiada de guerra en 1940 a Nueva York, donde falleció el pasado enero. Fue la esposa del reconocido filósofo Dietrich von Hildebrand y, al enviudar en 1977, se dedicó a difundir su legado y a desarrollarlo, con significativas contribuciones a la interpretación católica del matrimonio y de la familia.
‘El privilegio de ser mujer‘ es algo así como un manual contemporáneo antifeminista (…). Está escrito en un estilo divulgativo, sin dejar de ser un texto profundo y que invita constantemente a la reflexión
El privilegio de ser mujer es un ensayo corto y está escrito en un estilo divulgativo, sin dejar de ser un texto profundo y que invita constantemente a la reflexión. La prosa es cuidada, ligera de leer y discreta; la estructura del libro, ordenada y lógica. El contenido se expone de forma muy clara y con la autoridad de quien se sabe en la Verdad. Tal vez, sea este uno de los aspectos que más destacan: la autora no disfraza su tesis ni se mueve con cuidado para no sobrepasar los límites de lo socialmente establecido como correcto. Sorprende hoy, entre tantas publicaciones entibiadas bajo el temor de poder llegar a ofender a alguien, una voz que se expresa libremente y, a la vez, sin caer en groserías ni moralinas con regusto a desdén.
Alice von Hildebrand señala como dañina la tendencia hacia una sociedad sin género, en la que (…) se hace caso omiso a la naturaleza distinta del hombre y de la mujer
El libro arranca con una exposición sobre qué es el sexo femenino desde el punto de vista secular, sobre el que se construye la corriente feminista. Analiza los argumentos que parecen sostener esta ideología (especialmente la promulgada por Simone de Beauvoir en El segundo sexo) y los desmonta acudiendo a las mismas fuentes.
Von Hildebrand escribe bajo la luz de la verdad enseñada por la Iglesia católica. Lo hace en todo momento sin titubeos y sin dar paso a que el lector se confunda
Alice von Hildebrand señala como dañina la tendencia hacia una sociedad sin género, en la que, bajo la máscara de la igualdad, se hace caso omiso a la naturaleza distinta del hombre y de la mujer. Y arrebatados los roles propios de cada sexo, la misión de cada uno, se genera el caos y es entonces inevitable el daño y las consecuencias negativas. La autora se detiene a perfilar el misterio y la reverencia de los cuerpos -hechos a imagen y semejanza de Dios- y aclama la hermosa complementariedad que existe entre ambos sexos.
Von Hildebrand escribe bajo la luz de la verdad enseñada por la Iglesia católica. Lo hace en todo momento sin titubeos y sin dar paso a que el lector se confunda y piense que la fe es materia secundaria en este tema. «Con tal de comprender la grandeza de la misión de la mujer, es imprescindible abrir la mente y el corazón al mensaje de lo sobrenatural. Esta es la clave que nos revelará la grandeza de la feminidad». Para la autora, entender el lugar de la mujer en la creación y en la obra de Dios es crucial para refutar el credo feminista.
Al querer ser como hombres, despreciando las cualidades femeninas, las feministas contemplan, de alguna forma, una superioridad del sexo masculino y, por eso, Alice von Hildebrand sentencia que las feministas son el mayor enemigo de la mujer. Sin duda, es una ideología contaminada por otros males. «El mundo en el que vivimos ahora es un mundo cuya perspectiva está tan distorsionada que se absolutiza lo relativo (el éxito, el poder, el dinero) y se relativiza lo absoluto (la verdad, la moral y Dios). Se idolatran el poder, la riqueza, la fama, el éxito y el dominio; la humildad, la castidad, la modestia, el sacrificio y el servicio son menospreciados como signos de debilidad».
Alice von Hildebrand sentencia que las feministas son el mayor enemigo de la mujer (…). La tesis de la autora se reafirma en la contemplación de la figura de María -madre de Cristo-
Como no podía ser de otra manera, la tesis de la autora se reafirma en la contemplación de la figura de María -madre de Cristo-, en la que se hacen evidentes los dones que caracterizan a la mujer y que revelan su verdadero privilegio. En el momento de la Encarnación, donde se conjugan maternidad y virginidad, relucen la pureza, la entrega y el servicio, la receptividad a la voz de Dios y la capacidad de dar vida y nutrirla.
«»No he venido a ser servido, sino a servir». ¿Cómo puede alguien que medite estas palabras llegar a la conclusión de que servir, que es una forma de amar, es degradante?».