En México existe una historia poco conocida, una historia que ha tratado de ser borrada y olvidada por los gobiernos de izquierda: la incomprendida Epopeya Cristera.
Durante la época de la Revolución Mexicana, los políticos locales tuvieron una gran influencia de políticas socialistas que acrecentaron el discurso antirreligioso de muchos caudillos que encabezaban el movimiento del bando liberal.
Entre los años 1914 y 1917 comenzaron las purgas sangrientas y las políticas intolerantes, como el cierre forzoso de Colegios Católicos en el país, el asalto a templos y la quema de Santos en plazas públicas.
Aquellos hombres y mujeres fueron defensores de una fe inquebrantable que levantó en armas a un pueblo consciente de la trascendencia de defender la libertad de culto
Fue en el año 1926 cuando el presidente Plutarco Elías Calles, con todo el poder del Estado, impuso duras e injustas prohibiciones a la Iglesia Católica a través de la Ley Calles, modificando el Código Penal de la Constitución Política Mexicana de 1917; entre muchas otras cosas, ordenó la clausura de los templos, la represión de expresiones de fe en todos los espacios públicos y la expulsión inmediata de sacerdotes extranjeros.
Frente al avance de dichas políticas, que limitaban y violentaban la libertad de culto y la libertad de expresión, frente a la expropiación de propiedades y bienes de la Iglesia y a la destrucción de templos por parte de militares, el valiente pueblo mexicano conformado por hombres y mujeres de una convicción enorme en su religión, e incluso muchos no creyentes, iniciaron un movimiento de carácter cívico armado para defender a su Iglesia, para defender la libertad religiosa y las que de ella derivan.
Detrás de cada ¡Viva Cristo Rey! existe la historia de cada hombre que entregó su vida por defender nuestra libertad
Iniciaron su lucha a través de grupos organizados como la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, la Unión de Católicos encabezada por el Lic. Anacleto González Flores, la Asociación Católica de Juventud Mexicana (A.C.J.M.) fundada por Bernardo Borgoend y, principalmente, la voluntad de miles de mexicanos libres que dejaron su casa y familia para defender su fe al grito de ¡Viva Cristo Rey!
Fue en los estados de Jalisco, Guanajuato, Michoacán, San Luis Potosí, Zacatecas y Colima en donde la lucha tuvo mayor impacto. Grupos encabezados por generales Cristeros salían a caballo y con armas a enfrentarse con el Gobierno. Dispuestos a entregar a su vida y morir de forma trágica por las torturas de los militares.
Esta es una breve reseña de una lucha olvidada y manipulada por los que escriben la Historia
Las familias que también eran atacadas por el ejército Callista, integrado por hombres llenos de odio que violaban a las mujeres y asesinaban a sus familiares, tenían que huir de sus hogares para salvar la vida de los más pequeños de la casa; según se ha podido saber por varios testimonios de supervivientes de la Guerra Cristera, las familias pasaban meses escondidas en cuevas y peñascos de los Altos de Jalisco o en medio del árido cañón que pasa frente al volcán de fuego del Nevado de Colima.
Pero el sacrificio de las mujeres de ninguna manera fue estéril. Muchas de ellas también tomaron las armas y entregaron su vida tras el plomo de una bala; otras, encabezadas por la Organización de las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco, eran las encargadas de aprovisionar a los cristeros con alimentos y atenderlos médicamente.
No fue hasta después de tres años de enfrentamiento, de 1926 a 1929, cuando comenzaron los arreglos de paz, que finalmente serían incumplidos por el Gobierno mexicano.
Esta es una breve reseña de una lucha olvidada y manipulada por los que escriben la Historia. De una batalla armada que derramó la sangre de miles de hombres inocentes y valientes que dieron a México un ejemplo de lucha por nuestras libertades; que dieron a México mártires, beatos y al Santo José Sánchez del Río, mejor conocido como Joselito.
Aquellos hombres y mujeres fueron defensores de una fe inquebrantable que levantó en armas a un pueblo consciente de la trascendencia de defender la libertad de culto, y que marcó la historia de toda una Nación.
Detrás de cada ¡Viva Cristo Rey! existe la historia de cada hombre que entregó su vida por defender nuestra libertad.