Comienza Marcelo Gullo, argentino, doctor en Ciencias Políticas y escritor, nuestra conversación para IDEAS, recordando queabrió esta trilogía que desmonta la leyenda negra con Madre Patria, continuó con Nada por lo que pedir perdón y hoy la cierra con Lo que América le debe a España (Espasa), “porque hay una gigantesca falsificación de la historia universal”. Y, siempre terminamos asumiendo tópicos: “Hay una historia negra de España y de la conquista española de América que se enseña en todos los colegios y universidades del mundo y hay una historia rosa de Holanda, de Inglaterra, de Alemania, de los Estados Unidos y de sus respectivas conquistas que se enseña en todos los colegios y universidades del mundo. Hubo una guerra gigantesca, entre el protestantismo y el catolicismo, que ganó el bando protestante. Y como la historia la escriben los vencedores, las potencias protestantes falsificaron la historia”.
Estos días viaja por España presentando su último trabajo, Lo que América le debe a España, donde profundiza en la necesidad de comprender la historia común de España e Hispanoamérica. Para ello, es primordial huir de la historia falseada que nos han transmitido durante años.Sus libros son la otra cara de la moneda de esa historia falsificada.
Si la historia la escriben los que ganan quiere decir que hay otra historia…
Esa falsificación de la historia constituye hoy el nudo de lo políticamente correcto. Porque el que controla el pasado controla el presente y construye el futuro. El gran jurista argentino Juan Bautista Alberdi afirmaba: “Entre el pasado y el presente hay una filiación tan estrecha que juzgar el pasado no es otra cosa que ocuparse el presente. Si así no fuera, la historia no tendría interés ni objeto. Falsificad el sentido de la historia y pervertís por el hecho toda la política. La falsa historia es el origen de la falsa política”. Es decir, de la política perversa que hoy padecemos todos: la política de los Kirchner en Argentina, de los Boric en Chile, de los Petro en Colombia, de los Puigdemont en España. Como dijo Juan Domingo Perón, tras el juicio y condena, España, “como nuevo Prometeo, quedó amarrada durante siglos a la roca de la Historia”, desamarrarla es obligación de todo hombre de bien que ame la verdad y la justicia.
Lo que ocurrió en la conquista y colonización del Nuevo Mundo se podría resumir en una frase del escritor cubano Roberto Fernández Retamar: “Todas las conquistas han tenido sus horrores; lo que no han tenido las otras son hombres como fray Antón de Montesinos, fray Pedro de Córdoba, fray Bartolomé de las Casas…”, es decir, la evangelización
El encuentro de España con América fue un acontecimiento trascendental y el legado que nos quedó, una huella imperecedera. Con la creación de la Hispanidad, América recibió los valores de la cultura grecorromana católica, y no sólo sus clases ilustradas, sino también los sectores populares se hicieron legatarios del pensamiento de Sócrates, Platón, Aristóteles, Cicerón, San Agustín y Santo Tomás. El pensamiento grecorromano, también llamado “clásico”, tras ser purificado por el cristianismo, supuso el punto de partida desde el cual, dejando de lado todo mito o superstición, y a partir del procedimiento lógico de la razón, fue posible el comienzo de un conocimiento verdaderamente científico. Estos postulados llegarán posteriormente a América de la mano de España. Dicho de otro modo: con España llega a América lo mejor de Atenas, de Roma y de Jerusalén, los tres pilares de la civilización occidental. En este sentido, resulta incuestionable que la historia, la religión y el idioma ubican a Hispanoamérica en las coordenadas del mapa cultural occidental, una civilización que España llevó y cultivó en América.
Usted hace hincapié en que el cristianismo representó una liberación espiritual
Los gobiernos actuales de Hispanoamérica, que no son gobiernos de izquierda, son gobiernos progresistas, no son rojos sino rosados, son sirvientes de la oligarquía financiera mundial, el señor Gustavo Petro, el señor Evo Morales, el señor Gabriel Boric, el señor Pedro Castillo, que ahora está preso, no son nada más que la mano de obra más barata que ha tenido jamás el “imperialismo internacional del dinero”. Son caniches de la oligarquía financiera internacional. Todos ellos ocultan a su población que antes de que España llegara a América lo que había en América no era un paraíso terrenal, era un infierno donde reinaba el canibalismo y la antropofagia, la esclavitud, el machismo golpeador y la prostitución. En el actual territorio de Argentina, entre los indios mocovíes, cuando una familia con un hijo recién nacido debía emprender un viaje, el padre ordenaba a su mujer que diera muerte a la criatura para que no resultase una incómoda carga. En Colombia, cerca de la ciudad de Popayán, los indios pijaos tenían como práctica capturar a todas las mujeres de sus enemigos que pudieran para abusar de ellas y dejarlas embarazadas. A los hijos que nacían los alimentaban con mucho esmero hasta que cumplían 12 o 13 años, momento en el que, estando ya bien gorditos los comían con gran fruición. Entre los guaraníes la prostitución era impuesta por los padres a sus hijas e incluso a sus esposas. Los caciques disponían de todas las mujeres de su tribu, a las que utilizaban como objeto de trueque u ofrenda con otras tribus. Lo que vivían las naciones sometidas era un infierno.
Lo que existía en México era una nación, la azteca…
Una nación dominante, que oprimía a decenas de otras naciones de la peor forma posible, porque no les exigía materias primas sino vidas humanas para llevárselas a sus templos. No para sacrificarlos a los dioses, sino porque las élites aztecas habían hecho de la carne humana su principal alimentación. William Prescott calcula en 20.000 por año el número de las victimas sacrificadas por los aztecas, pero hay autores que dicen que mataban 150.000 personas por año. La situación no era mucho mejor en el Perú, donde la nación quechua dominaba de forma brutal a cientos de naciones, haciendo tambores de la piel de los vencidos y vasos de sus cráneos.
Y entonces, España…
Gracias a España se produjo la liberación espiritual de Hispanoamérica, porque los dioses, que obligaban a los americanos a vivir en un mundo caracterizado por el temor y el terror, fueron reemplazados por un Dios Padre, y los sacrificios humanos que se realizaban cada día para aplacar la sed de aquellos dioses por la obligación de asistir los domingos a misa y recibir de las manos del sacerdote la Sagrada Eucaristía. Para ocultar la deuda que Hispanoamérica tiene con España, los historiadores negrolegendarios evitan decir que la realidad social que los misioneros cristianos hallaron en el Nuevo Mundo se caracterizaba por la presencia de numerosos dioses de la Muerte que dieron origen a la cultura del terror, a la tiranía de un pueblo sobre otros, a la opresión de los ricos sobre los pobres, a la guerra permanente entre los pueblos y las tribus, a los sacrificios humanos masivos, a la antropofagia, a la esclavitud, a la prostitución y a toda suerte de crueldades infames.
Casi parece aquel martirio de los primeros cristianos…
Cuando el gobierno mexicano trató de extirpar de raíz la fe católica de las masas indígenas, la fe de aquellos indígenas —su martirio para seguir siendo fieles a la fe católica— sólo encuentra parangón en el martirio de los primeros cristianos. No hubo ningún pueblo en Hispanoamérica que vertiera tanta sangre en defensa de la fe católica como el mexicano, y no hubo en el pueblo mexicano ningún sector social que luchara con tanto fervor y heroísmo para seguir siendo hispano y católico contra las balas del ejército “mexicano” como las masas indígenas y campesinas harapientas, que combatieron desde el 1 de agosto de 1926 hasta el 21 de junio de 1929 al grito de “¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!”. Si la fe se prueba con la sangre, el pueblo mexicano probó la suya con creces, lo que sepulta definitivamente la interesada afirmación de que su cristianización fue “impuesta” y “superficial”: ningún pueblo da su vida por una creencia superficial e impuesta, sino que la dan sólo por las cosas en las que creen y por las cosas que aman. Esas masas amaron y abrazaron la nueva fe porque, como vimos, gracias a ella se terminó la “angustia del estar” y sus vidas dejaron de ser un infierno.
Usted hace un interesante recorrido desde Grecia, Roma… El viaje nos hace comprender la unidad y la diversidad. Aprender a conocer a los demás, decía Rodríguez Adrados. Es importante conocer ese recorrido, hoy que los colegios están apartando de los planes de estudio las Humanidades y los clásicos…
Los pueblos que no saben de dónde vienen no saben a dónde van y el pueblo español ha perdido su memoria histórica. Por eso comienzo mi libro en Grecia y Roma. Es importante comprender que, así como España hizo a Hispanoamérica, Roma hizo a España, a Francia y a Portugal, y el cristianismo purificó la obra de Roma consagrando que todos los hombres, convertidos a la verdad revelada, son hijos de un mismo padre y hermanos en Cristo Jesús. No todos los hombres, los convertidos a la verdad revelada. A la razón se le sumó la fe, a la idea de libertad, le sumó la idea de justicia.
La forma de amar, de vivir y de morir de los pueblos católicos será sustancialmente distinta de la de los pueblos protestantes. La reforma fue, en esencia, un proceso de descristianización que infectó luego, a la propia Francia con la Revolución francesa. Cuya máxima no fue en realidad “Libertad, Igualdad y Fraternidad” sino: Descristianización o Guillotina. Por ello, aquellos supuestos “revolucionarios” cometieron el primer genocidio de la llamada era moderna que fue el Genocidio de Vendée, el Genocidio de los católicos franceses que se negaban a dejar de ser sustancialmente católicos.
Paulatinamente, Europa se fue vaciando de contenido, de realidad sustancial y hoy, abrazarse a Europa es abrazarse a una moribunda, porque el estado laico francés, el estado laico alemán, el estado laico italiano, tienen fecha de defunción. Las inexorables leyes de la demografía determinan que, salvo un milagro, en un plazo no menor de veinte años y no mayor de cincuenta años, de las mujeres francesas, alemanas o italianas solo veremos sus ojos, y del vino francés o italiano solo tendremos un tenue recuerdo. España podrá salvarse de ese trágico destino solo por la llegada masiva de hispanoamericanos. Y será esa la deuda vital que España tendrá con América, nada más y nada menos que seguir siendo España.
Y, tenemos que escuchar atrocidades como las de López Obrador exigiendo al rey Felipe VI que pidiera disculpas por la conquista de América. México ha merecido, desde luego, un capítulo importante…
Si hay un lugar donde se ha falsificado la historia y se comprueba que el origen de la mala política es la falsa historia, es México. México es el lugar por antonomasia de la falsificación de la historia en Hispanoamérica y de la leyenda negra. Los presidentes mexicanos dicen que la culpa de su subdesarrollo la tiene España, pero lo cierto es que, cuando se independizan, no hay ninguna ciudad en EEUU –ni Boston, ni Filadelfia, ni Nueva York– que se pueda comparar con Ciudad de México. Humboldt, que era antiespañol y anticatólico, cuando va en 1808 a México dice que es la ciudad más importante del mundo y que allí se comía mejor que en París. Pero no lo dice con respecto a las clases altas, sino con respecto a las populares. Afirma que un minero indio gana más que un minero en Alemania o Inglaterra. México era una potencia cuando EEUU eran 13 colonias miserables. Lo que hicieron los presidentes mexicanos es lo que esos nietos que dilapidan la herencia de sus abuelos y después le echan la culpa al abuelo.
Y, tiró por la borda la herencia de España…
Porque se dejó robar por los EEUU el 60% de su territorio. No se dejó robar piedras y arena, sino California. La perdió en 1848 y un año después EE.UU era, gracias a este territorio, el primer productor de oro del mundo. Y en 1910 EE.UU era el principal productor de petróleo del mundo, gracias a Texas. La culpa del subdesarrollo de México no la tiene España, sino la clase política mexicana, que no fue capaz de mantener la herencia recibida. Me permito sugerirle al presidente de México, con todo respeto, que el próximo 2 de febrero, cuando se cumpla un nuevo aniversario del ignominioso tratado de Guadalupe Hidalgo –por el cual los Estados Unidos arrebataron a México 2.378.539 kilómetros cuadrados de su territorio– invite al presidente de los Estados Unidos Joseph Biden, y en un gran discurso, cuando esté ante el presidente estadounidense, le exija que pida perdón al pueblo mexicano por haberle robado Texas, California, Nuevo México, Nevada, Utah, Colorado y Arizona, tierras que fueron indiscutiblemente parte de México. Así comprobará ante el mundo que es tan valiente delante del presidente de los Estados Unidos como delante del rey de España.
¿Qué es lo que pasa hoy en día para caer en estas falsedades: falta de rigor, de información, de estudios…? ¿O más bien lo que falta a algunos es un poco de vergüenza?
La leyenda negra es la falsa historia de España contada por los enemigos de España: Holanda, Inglaterra, Francia y hasta los Estados Unidos y la Unión Soviética como demuestro en mi libro Madre Patria. Sin embargo, la principal responsabilidad la tiene España porque es el único país del mundo que ha creído la historia que sus enemigos cuentan sobre su nación. Es imposible imaginar a un francés de 1914 creyendo la Historia de Francia contada por un alemán. España cree la historia que sus enemigos escriben de ella e internacionaliza la leyenda negra. Hay militantes políticos disfrazados de profesores que odian a España. Odian la conquista de América y la reconquista. Creen que la conquista de América fue un error y un horror porque creen también que la reconquista fue un error y un horror, piensan, en su fuero íntimo, que la misma España es un error y un horror, que no debería haber existido y trabajan para que deje de existir.
Y la clase política…
La principal responsabilidad la tiene la clase política española por acción u omisión. La izquierda por acción y la derecha por omisión. La izquierda que hoy gobierna España no es más que un caniche de la oligarquía financiera mundial. Con ese sector no hay nada que hacer. Porque es como querer hablar de colores con los ciegos. ¡No hay nada que discutir! Ellos parten de la idea de que España es un mito, que no existe. Tampoco tienen buena voluntad, ni predisposición de llegar a la verdad. La izquierda española que hoy se ha hecho con el gobierno de España, entregando a España, piensa que toda la historia de España fue un error, que no debería haberse producido la unidad entre Castilla y Aragón, que no se debería haber reconquistado Granada y trabajan ahora para que España se divida y balcanice.
Usted dice que lo primero que hay que hacer es eliminar la leyenda negra, la que provoca que exista el odio, y lograr que entiendan que “sean de donde sean serán tratados como hermanos porque no hay extranjero en la tierra de Isabel y Fernando”…
Si los españoles no entienden que no hay hispanoamericano, indio, criollo, negro o blanco que sea extranjero en España entonces España está condenada a muerte. No cabe ninguna duda de que España tiene una pirámide poblacional funeraria. No cabe duda, tampoco, que estamos ante el inicio de un largo ciclo migratorio. Un ciclo migratorio cuya corriente central va desde Asia y África, hacia la península europea. Y puesto que las sociedades europeas han perdido el sentido de la trascendencia -una trascendencia que comienza con la prole, con los hijos propios, que ya no tienen, ni parecen querer tener-, son sociedades que no tienen modo alguno de solucionar los problemas originados por el envejecimiento de su población, sin recurrir a la inmigración. Ahora bien, teniendo en cuenta la dirección que lleva esta corriente inmigratoria central, este flujo inmigratorio hacia Europa en general y hacia España en particular, surge de inmediato a la consideración, el problema de la incorporación de ese proletariado externo a la sociedad de acogida.
¿Cómo es esa incorporación…?
Proveniente de Asia y de África, tiene un sentido de la existencia y una visión acerca de cómo organizar la sociedad y el estado, totalmente antagónica con la reinante en la sociedad española. Son descendientes del antiguo invasor y caminando con sus hijos por las calles de Granada o Sevilla le dicen en su lengua, “estas ciudades fueron nuestras y volverán a ser nuestras”. Resulta claro que, si los descendientes de estos inmigrantes mantienen el mismo sentido y la misma visión que sus progenitores, es de estricta lógica que, cuando los descendientes de ese proletariado externo constituyan la mayoría de la población tiendan, naturalmente, a querer modificar, pacífica o violentamente, la organización política y social en la cual se encuentran. Esta visión de cómo se debe organizar la sociedad -reitero-, completamente opuesta a la que tiene España, se contrapone diametralmente a la idea de cómo ellos piensan que debe organizarse la sociedad y el estado. Siendo así y siendo mayoría, en un futuro, cambiarán completamente el modo de vida, las leyes, y la organización de cada relación entre las personas. Ese día España dejará de ser España. Dejará de ser lo que es, para ser otra cosa. Es evidente, pues, que sólo a través de la llegada masiva de hondureños, colombianos, peruanos, mexicanos, ecuatorianos, chilenos…podría España resolver su problema demográfico sin dejar de ser España, sin perder su ser, su esencia, aquello que la hace ser lo que es y no otra cosa.
¿Qué hicimos mal para entrar en la leyenda negra? ¿Qué hemos hecho realmente bien?
Cuando me convertí en profesor universitario y comencé a recorrer el mundo y a conocer grandes intelectuales de derechas y de izquierdas, cada vez que alguien me presentaba como argentino, al rato venía otro a decirme: Qué mala suerte tuvieron con los españoles que mataron a todas las personas, que les robaron el oro, etc. La leyenda negra era absolutamente hegemónica en muchas de las universidades del mundo, cuando en realidad no es otra cosa que la falsa historia de España contada por los enemigos de España; primero por Holanda, después por Inglaterra que la hace política de Estado, después por los Estados Unidos, e incluso por la Unión Soviética. Hasta chinos y japoneses me hablaban de violaciones, muertes, asesinatos y, por supuesto, del oro, el oro que robaron de América.
Me preguntaba, “si a España sólo le interesaba el oro, ¿por qué decide fundar en América un rosario de hospitales, de universidades, de ciudades?,… ¿por qué una potencia a la que sólo le interesa el oro, robar, expoliar y que es una potencia asesina, decide fundarlas?
La Universidad de San Marcos, en Lima, se funda ochenta y pico años antes de que se fundase la Universidad -en realidad College- de Harvard. Y a estas universidades españolas iban los mestizos, los indios. Si España vino a robar, asesinar, violar, ¿cómo se le ocurre hacer esto? ¿Y por qué la asistencia sanitaria era gratuita en Lima, y para blancos, indios, mulatos, negros, pobres, ricos? Bastaba llegar al hospital para ser atendido. Y algunos me decían: esos hospitales debían ser horribles. Yo decía que no tanto, pues los ricos de Europa viajaban a México y a Lima para curarse, porque la quinina, no se olviden ustedes, se descubre en Perú y Ecuador, y cuando no se podía curar la malaria en ninguna parte del mundo, hacía ya tiempo atrás que se curaba en esos hospitales españoles. Y también se fundan colegios, pues el de San Pablo en Lima tiene 4000 libros en su biblioteca, mientras que el de Harvard cuenta con 400 libros. Y también lleva imprentas, y se le ocurre tomar las lenguas quechua, náhuatl de los aztecas y enseñarles a escribir en su propia lengua, y dar su propia gramática 15 años antes que existiese la gramática inglesa. Y envió a sus mejores profesores, que impartían lo que hoy llamaríamos abogacía, teología, medicina, y también teoría política. Piensen, ¿a qué potencia colonialista que sólo le interesa robar y asesinar, se le va a ocurrir donar este legado y esfuerzo?
Por ello, los enemigos de España y de Hispanoamérica crearon ‘la leyenda negra’, y formaron un tribunal de la historia. Sin ir más lejos, hombres del ejército francés revolucionario tomaban a las mujeres y a los niños católicos y los tiraban para que se quemasen en hornos mientras disfrutaban de sus gritos. Esto está recogido en los partes policiales de las mismas autoridades revolucionarias francesas, asqueadas e indignadas por lo que hacían esas tropas. Pero Francia es el país de la tolerancia, de la libertad, la igualdad. No tiene leyenda negra, todo está bien, todo es leyenda rosa. E Inglaterra, que llegó a América diciendo que el mejor indio era el indio muerto. O peor aún en Australia, que censaron 900.000 personas, después se arrepintieron diciendo que no eran seres humanos y por tanto podían ser eliminados como fauna. En Tasmania sobrevivió una sola mujer al genocidio. Todos tienen las manos manchadas de sangre. España no tiene en sus manos manchas de sangre, no tiene nada por lo que pedir perdón.
Casi 600 millones de personas hablando español y otros deseando aprender nuestro idioma y, sin embargo, el actual Gobierno español impone ¡en el Congreso! que se hable en las lenguas de provincias (vasco, gallego, catalán…) y nadie se entienda en nuestra lengua común…
Hoy en España como en Hispanoamérica intentan destruir la lengua común, es decir el español. En Hispanoamérica la intentan destruir con el indigenismo, introduciendo el estudio de lenguas indígenas para conseguir la fragmentación lingüística. Como afirmó el socialista argentino Manuel Ugarte, la fragmentación lingüística es siempre una herramienta de las potencias hegemónicas para romper la unidad de los otros Estados. Cuando se pretende dividir una nación, que tiene una lengua común establecida, se comienza introduciendo en distintas regiones de esa nación la pluralidad lingüística, tanto en las escuelas como en las universidades. Luego, poco a poco, se excluye de esas mismas escuelas y universidades la lengua común del Estado, tras lo cual las distintas regiones que han establecido una nueva lengua o restablecido una antigua y excluido la común comienzan a sentir como extranjeros a los que antes consideraban como sus connacionales y empiezan a pensar en la independencia del Estado del que formaban parte. Curiosamente, lo que Ugarte temía para Hispanoamérica está sucediendo en nuestros días en la propia España. Cataluña es la prueba más palpable de lo que acabo de afirmar. Por eso España está hoy en peligro de muerte.