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Memes, motes y carisma en la nominación republicana para 2024

Por lo que empezamos a atisbar en este proceso de nominación del Partido Republicano se avecina una nueva generación de memes políticos

Por lo que llevamos visto hasta el momento, las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos van camino de parecerse más a las de 2016 que a las últimas — excepcionalmente anómalas en muchos sentidos— y eso es algo que promete resultar interesante. La creatividad y frescura que tantas veces se echa en falta hoy día en el cine o la música se ha canalizado en internet y la guerra memética en redes sociales que llevó en volandas a Trump por entonces fue un buen ejemplo de ello: la sugerente estética vaporwave/retrowave, el humor troll y autoparódico, la apertura a nuevos temas de discusión política que antes estaban proscritos, la actitud desacomplejada frente a quienes intentaban silenciar aquello que no podían refutar a base de «-istas» y «-fobos» y, en definitiva, el populismo, no a la manera recriminatoria en que los medios usan el término sino como pulsión democrática de abajo hacia arriba, como cuestionamiento de unas élites que les (nos) habían llevado hasta esta sociedad a menudo distópica.

Hubo algunos de sus más insignes participantes que lo pagaron muy caro, como el bueno de Ricky Vaughn, pero aún hoy, 7 años después, seguimos viendo que se usan en el ámbito hispano expresiones y referencias de la cultura pop copiadas de allá como «basado», «redpilleado» o «rojopastilleado», las imágenes de la rana Pepe, etc. Que ahora hasta el mismo Pablo Iglesias las use para intentar conectar con los jóvenes es señal de que hasta el mejor chiste pierde la gracia al escucharlo cientos de veces y que las expresiones de moda… pasan de moda (o pasan a ser «cringe», aunque aquí optamos por decir «dar grima»).

Pues bien, por lo que empezamos a atisbar en este proceso de nominación del Partido Republicano para su próximo candidato electoral se avecina una nueva generación de memes políticos, en ocasiones de un talento deslumbrante, que sacan el máximo a la inteligencia artificial y a las tecnologías audiovisuales en torno al deep fake. Aquí tenemos un buen ejemplo de ello (también en televisión se hicieron eco de él y en su cuenta hay otras muchas muestras). No solamente es técnicamente perfecto, pues cualquiera que no esté familiarizado con ese rostro y voz, así como con la serie, no se dará cuenta de que es un montaje (¿cómo podremos distinguir lo real de la fabricación a partir de ahora?), también tiene mucha gracia —eso ayuda a hacerlo viral y a que quede grabado en la mente de muchos— y además está muy bien escogido el ángulo desde el que se quiere atacar al adversario. Para ponernos en contexto, Ron Desantis, actual gobernador de Florida, es el mayor rival de Trump para lograr la nominación, de manera que el meme lo sitúa como protagonista de la serie The Office que narra, precisamente, el fracaso de alguien escogido para un cargo más elevado de aquel en el que era competente: se concede así que es un buen gobernador, tal como lo creen la gran mayoría de los republicanos, pero negando su valía más allá. Otra característica del personaje eran sus infructuosos intentos por ejercer un liderazgo carismático y precisamente en ese flanco, en su rigidez de carácter y su falta de conexión con la gente, es donde Trump está atacándole con insistencia. Lo que nos lleva al siguiente punto.

La psicología del mote

Hemos aludido a las campañas propagandísticas en redes, pero ¿qué hay de los propios candidatos? Si algo destacó en las disputas entre ellos previas a aquellas elecciones de 2016 fue la desenvoltura de Trump en la confrontación personal, siempre dispuesto a bajar al barro en controversias poco elegantes, ciertamente, pero muy entretenidas para el público, como si el proceso de elección tuviera algo de esos reality shows en los que tanto se curtió previamente (dejaremos para analistas de altos vuelos teóricos la cuestión de si una democracia no ya debería si no si realmente podría ser algo más sofisticado e intelectual). Dotado de una gran penetración psicológica para detectar los puntos débiles del contrario y exponerlos de una manera directa y a menudo cómica, cada uno de sus rivales se llevó un mote que repetía siempre en lugar de su nombre, otras veces incluso recurrió a hacer imitaciones de ellos en mítines. Algunos acusaron el golpe, como Jeb «Low-Energy» Bush, que intentó mostrarse más enérgico y espontáneo de lo que su personalidad le permitía y eso terminaba causando extrañeza en la audiencia. Como si Trump se hubiera metido dentro de su cabeza a la manera de un diablillo y estuviera saboteándolo.

De esta misma manera, lo que ahora estamos viendo en la actual carrera por la nominación es el mismo guion y, de nuevo, parece estar dándole resultado. A Desantis le ha caído el mote «Desantimonious» (sanctimonious puede traducirse como santurrón o mojigato) y de él dice que «necesita un trasplante de personalidad», exponiendo así lo que muchos empiezan a ver como su principal defecto. Hasta ahora había desarrollado una labor como gobernador de Florida muy apreciada por los votantes republicanos por su rechazo a la agenda progresista o woke, pero tenía actitudes un tanto extrañas que ya han dejado de pasar desapercibidas. En sus ruedas de prensa aparecía siempre rodeado de afines, como si necesitara ser respaldado, y se negaba a dar entrevistas a medios hostiles en lo que ahora muchos interpretan como una flaqueza por no poder enfrentarse cara a cara a un periodista. Un estrecho aliado de Trump desde hace mucho tiempo como Steve Bannon ha lanzado la observación envenenada de que Desantis tendría una personalidad dentro del espectro autista, logrado con ello eco en los medios. Ese carácter anodino y rígido era, como veíamos anteriormente, lo que se parodiaba en el meme sobre The Office. Como pasó con Jeb Bush hace 7 años, su nueva víctima se duele del ataque y al tratar de protegerse lo hace aún más evidente. Así que ahora Desantis quiere que su apellido se pronuncie de otra manera (¿tal vez para sortear el mote?) e intenta hacer comentarios ocurrentes y mostrarse más humano con la incomodidad que provoca quien intenta ser divertido sin lograrlo. Tampoco ayuda que el proyecto político que enarbola sea casi calcado del de Trump, lo que ha llevado al presentador Bill Maher a señalar que votar por Desantis en las primarias sería como preferir a una banda tributo cuando la original aún está en activo.

Obstáculos más allá de los rivales

Por uno u otro motivo lo cierto es queTrump se mantiene imbatible en todas las encuestas. Según el promedio realizado por Real Clear Politics durante mayo Trump tenía un apoyo del 53,2% y Desantis 22,4%, mientras que el resto de los candidatos se encontraban entre el 1% y el 7%. En otras encuestas la diferencia es de más de 33 puntos, sin que el anuncio de Desantis ante Musk en Twitter de lanzarse a la carrera electoral haya tenido impacto alguno. Incluso en el Estado de Florida Trump le aventaja con claridad. Bien es cierto que aún queda mucho tiempo por delante y quedan por celebrarse los debates, pero cómo hemos visto es en ese terreno donde más destaca Trump y donde más tendría que perder Desantis. Cabe señalar que ahí el más beneficiado proporcionalmente será con toda seguridad Vivek Ramaswamy (del que ya hablamos aquí) y logrará duplicar o triplicar sus cifras actuales, pero aun así quedará lejos de la primera posición.

Cabe concluir que el mayor adversario que tendrá Trump de aquí a las elecciones de noviembre de 2024 no lo encontrará en otros candidatos republicanos, ni tan siquiera en los demócratas. Respecto a Biden, sus capacidades físicas y mentales están siendo seriamente cuestionadas y no queda claro que esté en condiciones de volver a presentarse, la vicepresidenta Kamala Harris es muy impopular y el candidato mejor posicionado, Robert Kennedy Jr, mantiene unas posiciones tan a contracorriente respecto a la industria farmacéutica y, especialmente, respecto a la política exterior estadounidense, que hacen muy complicado que los sectores oficiales consientan en apoyarle. Así que el mayor obstáculo de Trump será lo que Theodore Roosevelt llamaba «gobierno invisible», luego pasó a denominarse Estado Profundo o Deep State y también —más concretamente el aparato burocrático que controla la política exterior— The Blob. Resumiendo: El sistema. Un juicio civil lo encontró culpable hace un mes en un extravagante caso de abuso sexual que habría ocurrido hace 26 años, recientemente ha sido imputado en otro caso en relación a la financiación de su campaña en 2016 y los pagos a la actriz porno Stormy Daniels y, por lo visto, en los próximos días será acusado en relación al tratamiento que dio a documentos relacionados con la defensa nacional. Es previsible que si todas esas causas no funcionan se fabricarán otras y desde ciertos poderes buscarán alguna manera, por vías legales u otros medios, de impedir que Trump vuelva a la Casa Blanca… ¿Lo conseguirán?

Nacido en Baracaldo como buen bilbaíno, estudió en San Sebastián y encontró su sitio en internet y en Madrid. Ha trabajado en varias agencias de comunicación y escribió en Jot Down durante una década, donde adquirió el vicio de divagar sobre cultura/historia/política. Se ve que lo suyo ya no tiene arreglo.

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