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Pureza de espíritu es esperanza

Pureza cae por derecho propio en la corriente de nueva literatura escrita por jóvenes que reivindica sus raíces y que echa una mirada crítica sobre la realidad socioeconómica que les ha «regalado» el sistema

Irene Domínguez (Toledo, 1996) ganó un accésit en la última edición del premio Adonáis. Un libro de poesía que se llama Pureza y que se acoge al patronazgo de Camarón de la Isla tiene mucho ganado de antemano. Ya dijo Camarón: «La pureza no se puede perder nunca cuando uno la lleve dentro de verdad». Lo ya ganado de antemano, lo imperdible, luego lo conquista ella a pulso.

De la calidad de sus poemas dejarán constancia los versos que el barbero les recortará a continuación. Antes, sin embargo, quiero destacar tres aspectos parapoéticos de este libro que tienen mucho interés para un suplemento que se llama Ideas. Son tres esperanzas, además.

La primera es que Pureza cae por derecho propio en la corriente de nueva literatura escrita por jóvenes que reivindica sus raíces y que echa una mirada crítica sobre la realidad socioeconómica que les ha «regalado» el sistema. No cuesta nada ver los paralelismos con Feria de Ana Iris Simón. Contra esta situación se yergue, también en el caso de Irene Domínguez, el modelo de su padre, muy humilde trabajador prematuramente fallecido, pero que les dejó a ella, a su hermana y a su madre un ejemplo inolvidable de hombría de bien. Y el amor a la literatura, cuando les obligaba a memorizar poemas. Y la constancia de que el amor conyugal es posible. Frente a tanta deconstrucción del hombre en general y del padre en particular, Pureza. La famosa autoficción de moda en el ensayo y en la novela extraña mucho menos en la poesía, donde ha sido así de siempre, pero Irene Domínguez le da un giro radicalmente contemporáneo.

La segunda idea es el atractivo de Madrid, que adquiere en estos versos dimensiones de mito, a ratos inalcanzable, a ratos vivible. El amor a la España vaciada está muy bien, pero Irene Domínguez no cae en un maniqueísmo o en una lucha de clases geográfica. Esto tiene interés como dato sociológico —el magnetismo de la capital— y como elemento poético. Literariamente funciona de maravilla, insuflando cierta épica homérica a esa Ítaca contemporánea, alcanzada y perdida, perdida y alcanzada. Para que la semejanza con Ulises sea completa, en Madrid le aguarda el amor. Una clave escondida es que Camarón hizo su defensa de la pureza que da título al libro cuando un entrevistador le contó que decían que, desde que vivía en Madrid, la había perdido.

La tercera idea también viene anunciada por la entrevista de Camarón. Ante las críticas, dice el cantaor: «Yo no les echo cuenta, yo voy a mi aire». La poesía de Irene Domínguez va a su aire, y no se preocupa más que de mostrar su dolorida verdad salvífica. Incluso en un subtema que cruza el libro y que no debe pasar desapercibido al lector atento: la virginidad. Tanto aire propio es una noticia espléndida, porque el afán de seguir las modas y de hacer uno lo que hacen todos estraga muchas vocaciones auténticas. Irene Domínguez muestra que la poesía, cuando se lleva dentro, no hay más que dejarla salir. Véase:

***

A los niños nos tocaba memorizar poemas infantiles. […] Era esa la única herencia que dejaba.

*

[Tras la muerte de su padre] y entre tanta injusticia y tanta barbarie dos niñas hoy creen en el amor para siempre.

*

(¡tú estabas tan guapo y yo estaba tan triste!).

*

Quise morderte a ti también, pero ese día no lo hice. En su lugar cogí y te besé en la frente.

*

Paso por la fecha de mi muerte todos los años sin saberlo.

*

Me come la pobreza—.

*

Hice una escultura de palabras que me recordaban a ti/ cáscara de fruta risueño marido/ ojos amables/ pompas de jabón/ manos de hombre con el que quiero casarme/ chico maltratado injustamente por la vida/ amor joven amor viejo/ hijos salud riqueza moderada/ ojos que se achinan cuando ríen/ sonrisa de estar a punto de llorar emocionado/ chico que me espera a la puerta de casa con dellafuente sonando en el coche/ chico que tiene un cuaderno donde escribió su primer verso/ chico que necesitó mi abrazo cuando no nos conocíamos/ chico que me miró de forma extraña la primera vez que me vio/ chico que reconoció en mi cara una expresión ya familiar

*

Ser cursi es necesario a veces.

*

Matarnos juntos será la única manera de dejarnos de amar a la vez.

*

 [Volverá a Madrid] No sé si por un tiempo o ya para morirme.

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