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23J: ¿Por qué?

Cuando una relación se ha polarizado hasta el punto de convertirse en política, la moral pasa a ser un asunto de tercer orden

¿Por qué Sánchez quiere pactar con Otegui y Puigdemont, y no con el PP? ¿Qué virtudes democráticas tienen los secesionistas que no tenga Feijoo?

Gran parte de la intelectualidad patria y de los políticos de derechas no consiguen encontrar una respuesta política a estas preguntas.

Hablan de ausencia moral, de oscuras conspiraciones internacionales, de fraude electoral. 

En este artículo voy a intentar darles una explicación únicamente política amparado en la sabiduría de dos extraordinarios pensadores.  

Empecemos.

«Enemigo: 

mi destino,

lo quieras tú o no».

«Enemigo: 

mi destino, 

aunque no lo quiera yo». 

Esta rotunda verdad debida al talento del profesor Jerónimo Molina («Nada en las manos», Ed. «Los papeles del sitio», 2013) es la que nunca debería olvidar ningún político.

Parece ser que en el PP ni siquiera la conocen y en el pecado llevan la penitencia, antes y después de las elecciones generales del 23-J.

Para completar el luminoso pensamiento de Molina traigo unas gotas de la sabiduría de Raymond Aron, que rescato de sus fascinantes «Memorias»: «Respondí a quienes me reprochaban mis compañeros dudosos: escogemos a nuestros adversarios, no a nuestros aliados».

En estas dos sencillas máximas se condensan los motivos políticos por los que al Partido Popular no le quiere casi nadie, aunque sus dirigentes se empeñen en ser amigos de casi todos. 

No obstante, a pesar de que la claridad de los argumentos de los maestros haría innecesario un desarrollo, vamos a hacerles una glosa para terminar de revelar un arcano que, en realidad, nunca lo ha sido.

Es el enemigo, ¡estúpido!

Varios, si no todos, los presidentes del PP se han empeñado en fomentar la amistad con los secretarios generales del PSOE. Quieren pactar con ellos, les ofrecen todo el sostén que necesiten.

El ejemplo más gráfico nos lo ofreció Feijoo en el debate con Sánchez en la última campaña electoral, al comprometerse con éste, por escrito, que le apoyaría si la lista del PSOE fuese la más votada. Le exigió reciprocidad, a lo que Sánchez ni le contestó. O lo hizo por persona interpuesta, Zapatero.

En una entrevista televisada el expresidente declaró que lo preocupante no era que VOX entrase en el Gobierno, sino que el PP pudiese gobernar. Es decir, el PP es el enemigo para el PSOE.

Para el antiguo mandatario socialista, simpatizante declarado de delincuentes, corruptos y tiranos que tienen a media población de su país en el exilio, el problema que oscurece el futuro de España es el PP. Para justificarlo, el «supervisor de nubes» (Zapatero dixit) alega un argumentario tan gracioso como sus sonrisas forzadas, pero que sólo aplica al partido de Feijoo, jamás a sus queridos asesinos.

El núcleo «pepero» no alcanza a comprender esta animadversión del PSOE, desde los tiempos de Zapatero, cuando ellos les ofrecen su mano extendida.

Entrar a discutir la veracidad o la justicia de los motivos que se alegan para justificar ese desdén (desde que el PP representa la añoranza del franquismo o que es el partido corrupto por excelencia) lo considero irrelevante, ¿pues acaso tiene que haber algún fundamento para mostrar enemistad a alguien?

¿Acaso los yihadistas que asesinan a turistas occidentales tienen motivos racionales para considerarlos sus enemigos hasta matarlos?

¿El húsar francés Gabriel Feraud necesitaba una causa para retar a duelo una y mil veces al que consideraba su enemigo, el también húsar Armand d´Hubert? (“Los duelistas”, Ridley Scott, 1977).

Obviamente, no.

Por tanto, que el PP muestre su afecto al PSOE y éste lo rechace no debería suponer ninguna sorpresa. 

El único misterio es que el PP se niegue aceptar su condición de enemigo por parte de quien el PP quiere que sea su amigo. 

Intentar eludir que el PSOE no quiere al PP porque aquél ya tiene su “banda” (Albert Rivera acertó) le impide al partido de Feijoo asumir su destino, que no es otro que el expresado al inicio con la poesía en dos estrofas de Jerónimo Molina: el PSOE es tu enemigo, “lo quieras tú o no”.

Eliges a tus enemigos, nunca a tus amigos

Aparte de saber si algún adversario te considera, además, su enemigo (cuando la rivalidad alcanza el mayor grado de intensidad) en política hay otro elemento esencial que jamás puedes perder de vista si pretendes tener éxito: elegir al contrincante o al enemigo (jamás al aliado) es la única opción.   

Este recordatorio viene a cuento porque los votantes y la dirigencia del PP se hacen cruces por el hecho de que Sánchez sea amigo político de comunistas, antiguos terroristas o golpistas convictos y confesos.

Sin embargo, para el “mundo PSOE” resulta indiferente que su líder tenga como aliados a facinerosos o a liberticidas si éstos le permiten derrotar a su enemigo, pues cuando una relación se ha polarizado hasta el punto de convertirse en política, la moral pasa a ser un asunto de tercer orden dado que lo único que importa es la victoria frente al enemigo.

Precisamente por eso la consigna “que te vote Txapote” no hizo suficiente mella en los votantes socialistas, pues para éstos lo trascendente no son los amigos rufianescos de toda laya que puedan defender a su partido, sino que el enemigo que ellos han elegido pueda vencerlos.

Ese es el motivo por el que al enemigo jamás se le presta un báculo, y menos si la justificación para el auxilio es la maldad de nuestros aliados, pues como dijo Roosevelt sobre el dictador nicaragüense Tacho Somoza: «sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta».

Volvamos a Aron para refrendar lo expuesto: «Respondí a quienes me reprochaban mis compañeros dudosos: escogemos a nuestros adversarios, no a nuestros aliados».

¿Entienden ahora que esta sentencia de Aron es el fundamento político que la conciencia ofrece a los ciudadanos que votan al PSOE o a Sumar, sabiendo que a sus partidos les da cobijo el «mundo Txapote»?

En este artículo sobre amigos y enemigos sólo nos queda resolver una importante incógnita: ¿quién es el enemigo del PP? ¿el PSOE? ¿Sánchez? ¿VOX?

Si sólo se elige al enemigo, ¿cuál es la elección de la «leal oposición»?

Todo el arco parlamentario, salvo algún grupúsculo insignificante, considera al PP su enemigo, no su legítimo rival. Desde la derecha independentista catalana o vasca a la extrema izquierda bolivariana o independentista.

Respecto a los aliados, tiene uno, aunque le disguste, pero ya sabemos que en política los amigos no se eligen, ¿pues cómo evitar que coincidan con el sentido de tu votación?

En definitiva, el PP tiene un aliado y el resto son enemigos.

¿Pero sabemos quién es para el PP su enemigo?

Su anhelo es no tenerlo, pues sueña con un fluido pacto con el PSOE al estilo de la “Grosse Koalition” alemana entre los socialdemócratas y los conservadores.

Lo que impide que el anhelo “pepero” se consume reside en que para el SPD, la CDU no es su enemigo, la oposición no alcanza el nivel de intensidad para considerarlo su enemigo, sino sólo su legítimo adversario con el que pactar es lo natural.

Pueda o no, resulta evidente que el líder de los populares ha manifestado preferir como socio al PSOE antes que a VOX.

Si es así, si no quiere tener a VOX a su lado, ¿por qué le choca al PP que todos los grupos políticos forjen un “cordón sanitario” contra él para mantenerse lejos del partido cuyos simpatizantes más coinciden ideológicamente con los de VOX?

Si no fuera por el “insignificante” asunto de la derrota, ¿no debería estar agradecido el PP al PSOE por haber sido un cómplice imprescindible para liquidar a su molesto aliado? 

Aún hay una pregunta más.

Si eres capaz de deslegitimar a tu único aliado para que el Partido Socialista (o el PNV) ya no te considere su enemigo y te apoye, habrás respetado tu parte del trato, ¿pero qué garantías tienes de que tu enemigo respete la suya cuando ni siquiera ha querido hacer ningún trato contigo?

A este respecto, ¿recuerdan la traición del “socio” vasco de Rajoy en la moción de censura que entronizó a Sánchez?

Bajo esta absurda, por antipolítica, forma de hacer política, los “populares” son la “leal oposición” de la que tanto habló y escribió Fraga Iribarne, los mejores aliados del enemigo que les odia, el PSOE; da igual que lo sean de manera involuntaria o adrede.

¿No les parece un tanto absurdo si pretenden gobernar?

Por tanto, si el PP se considera la “leal oposición” al PSOE y a VOX le tiene como “amigo inamistoso” porque, a pesar de su repudio, cuenta con sus votos; podemos concluir que el PP no tiene enemigos entre los partidos políticos.

No obstante, el PP sí tiene un enemigo: sus votantes

El PP es enemigo de su electorado porque el grado de intensidad que alcanza la enemistad de sus dirigentes contra las ideas de sus simpatizantes y votantes así lo indica de manera irrefutable.

Que los seguidores del PP hayan mostrado un rechazo hacia el socialismo muy superior a las diferencias que puedan tener con VOX, mientras sus líderes les desprecien una y mil veces al declarar que su socio privilegiado es el PSOE, sólo puede explicarse por un odio cerval a los que les mantienen.

Espero haber podido hacerles entender los motivos estrictamente políticos por los que el PSOE nunca apoyará a su enemigo y «leal opositor», el PP; por qué el «que te vote Txapote» no ha sido suficiente para desalojar a Sánchez y su banda, y por qué el desprecio del PP a su único aliado se ha traducido en la derrota, la humillación y el hazmerreír generalizado del partido que se declara de centro derecha, pues desconocer las normas de experiencia de la actividad a la que te dedicas nunca puede salir gratis.

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